La selección argentina no quiere entrar en supuestos resultados o desvaríos y prefiere encarar los próximos partidos con lo mejor que tiene desde el inicio. Así, lo ha confirmado el entrenador de los albicelestes, Alejandro Sabella, que utilizó una alineación con varias piezas atacantes en el entrenamiento que su equipo realizó en Cidade do Galo a puerta cerrada.

Es el equipo ultraofensivo que tantos halagos ha recibido antes y durante el Mundial y que apenas pudo conjuntarse unos minutos en la victoria sobre la selección bosnia. El dibujo de 4-3-3 se atisba como el más ergonómico para unos jugadores que entienden el ataque como el único modo de supervivencia. De esta forma, los 11 futbolistas que pelearán contra Irán son: Sergio Romero; Zabaleta, Fede, Garay, Rojo; Gago, Mascherano, Di María; Agüero, Messi e Higuaín. Es palpable la confianza que Sabella deposita en el doble pivote, indiscutible pese a que el primer partido acusó desconexión entre líneas y nula capacidad creativa.

Hubo riesgo de que el arquero Romero fuera duda, pues se estrenó en solitario, pero su presencia en el estadio Mineirao el próximo sábado no peligra. Al margen de esto, la sesión práctica incluyó un ensayo de los titulares frente a los suplentes durante 25 minutos.

Respecto al sistema de juego, los jugadores –como Messi- han dejado claro que prefieren el esquema del segundo al del debut (5-3-2) por concebirlo como excesivamente defensivo y conservador, además de menos eficaz que si se juega con espacios arriba. La estrategia sudamericana pasa por aprovechar las oportunidades arriba, coger renta y evitar una catástrofe en la zaga.

El objetivo en el segundo encuentro del grupo F está en la consecución de la victoria para acceder a los octavos de final de la competición, así como definir la primera plaza de la primera fase frente al equipo africano de Nigeria.

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Sobre el autor
Antonio Pulido Casas
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