Infumable. Japón y Grecia castigaron a los amantes al fútbol y al Mundial con uno de los peores partidos que se recuerdan. Sin intensidad ni ideas en los nipones y ni siquiera con intención los griegos, firmaron un choque para olvidar.

Una primera mitad lamentable, con posesión estéril del conjunto japonés y con oficio, mucho oficio por parte de los griegos y una segunda en la que los nipones intentaron subir líneas con la entrada de Kagawa pero que demostraron el poco punch de cara a portería.

Ni fútbol ni competitividad 

Durante el primer tiempo las ocasiones brillaron por su ausencia. Los 45 primeros minutos fueron lentos, empalagosos, pegajosos, sin ritmo ni fútbol. Apenas Osako puso en aprietos, pocos, a la defensa griega. Por parte helena, faltas, interrupciones y mucho juego subterráneo para frenar a los fantásticos mediapuntas nipones. 

Sin embargo, las dos primeras grandes ocasiones del partido fueron para Grecia. Primero fue Katsouranis, que al poco fue expulsado, y en la segunda mitad Gekas los que obligaron a brillar con sus estiradas al meta nipón, Kawashima. 

La falta de profundida de Nagatomo y Uchida, que apenas participaron en la parcela ofensiva hasta bien entrada la segunda mitad, fue una de las claves para un empate que a los de Zacheronni no les sirve de apenas nada ya que se quedan con pie y medio fuera del Mundial de Brasil.

Deberán ganar y esperar

La entrada de Kagawa, sorprendente reserva en el día de hoy, dio un aire más fresco a un equipo que domina y juega de fábula pero que no controla ninguna de las áreas y eso, en un torneo tan corto y exigente como un Mundial, se paga caro. Grecia, por contra, tras jugar con 10 por la expulsión de Katsouranis tiró más de oficio si cabe para detener el juego nipón y sumar un punto para depender de sí mismos en la última jornada ante Costa de Marfil.

Los nipones deberían ganar a Colombia por mayor diferencia de la que Grecia lo haga, si lo consigue, ante los elefantes. A Grecia, sin embargo, le vale con ganar siempre y cuando no lo haga Japón.

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