Mucho se ha hablado (hasta la saciedad) de la europeización de la Brasil de Scolari. Líneas juntas, presión alta, intensidad. Todo dirigido hacia unos ataques directos y poco elaborados. El sistema ha funcionado hasta ahora (Felipão ganó el Mundial de 2002 y la Confederaciones del pasado año). Dentro de ese proceso, se ha perdido el clásico mediocentro brasileño. Ese Mauro Silva. Ese Mazinho. Ese futbolista de sentido táctico para abarcar campo a lo ancho, robar y salir jugando con mucho criterio. Ese metrónomo.

El Brasil moderno no dispone de un futbolista de esa capacidad. Tiene, en cambio, la figura del volante tapón bien desarrollada. Luiz Gustavo no brilla, no desequilibra, no marca ni asiste. Pero, sin duda, es una pieza clave para Brasil. En el equipo que ganó con autoridad la pasada Copa Confederaciones, el pivote del Wolfsburgo rindió a un nivel espectacular junto a Paulinho, la parte de la ecuación que está flojeando en el Mundial.

Puede que Luiz Gustavo no sea brillante, pero es clave para Scolari

El año pasado, el jugador del Tottenham era un centrocampista box to box, que llegaba a portería contraria con facilidad y tiraba al equipo hacia adelante. Detrás, Gustavo guardaba sus espaldas y equilibraba al equipo. En este Mundial es Paulinho el que no está dando el nivel de la ConfeCup, lo que ha reducido todavía más las escasas variantes amarillas en ataque.  Sin embargo, la figura de su compañero en el medio ha crecido todavía más. Tanto que se ha convertido en el auténtico soporte de la Canarinha en el medio.

Pegamento amarillo

Luiz Gustavo no es un futbolista demasiado fuerte, ni rápido. Y desde luego que no es un prodigio de la técnica. Sin embargo, su gran inteligencia táctica le permite cumplir con su cometido a la perfección. Se habló antes del inicio del torneo, que Fernandinho podría relegar al banquillo al futbolista del Wolfsburgo. Sin embargo, el del City no ha jugado ni un minuto y nadie discute la importancia de Gus en la zona ancha de Brasil.

En el partido de Croacia fue el único capaz de enfrentarse las oleadas rivales. Se juntó a Thiago Silva y a David Luiz cuando más sufrían y siempre fue una solución defensiva. Contra México supo tirar del equipo hacia adelante. La evidente mejoría de los centrales redundó en una presión mucho más arriba de los de Felipão, en la que el mediocentro carioca fue el eje del proceso.

A nivel ofensivo, sus capacidades no van más allá de un juego corto seguro y sin alardes. La responsabilidad creativa corresponde a otros. Con Paulinho lejos de su mejor nivel, Neymar y Oscar tienen que coger el timón. Hernanes podría ser una solución. Incluso Fernandinho. Pero Scolari es tozudo. No cambiará. Va con los suyos hasta el final y sus equipos suelen ir de menos a más. Quizá de eso se beneficie el spur.

En ese sentido, el triángulo Thiago Silva - David Luiz - Luiz Gustavo parece perfectamente calibrado. México lo notó, reduciendo sus ocasiones a disparos de larga distancia. Esa solidez es la clave para crecer ofensivamente en el campeonato. Para que los laterales se suelten y sean más profundos. Para que Paulinho tenga el recorrido del año pasado. Para que Neymar no se sienta tan solo. Un ataque sin mucha variedad y poco elaborado. Pero con la seguridad de tener detrás el ancla que lo sujeta todo. El tejedor que cose al equipo por el medio. El equilibrista Luiz Gustavo.