Alemania le endosó siete a la anfitriona en una noche para la historia del fútbol y de los Mundiales, pero al mismo tiempo fue una de las más duras para los brasileños. Así quedó reflejado en el rostro lleno de lágrimas de un David Luiz que "quería dar una alegría" a su pueblo.

Poca referencia hizo al encuentro que acababa de dejar a los cariocas fuera de la final, al cual se refirió para decir que los bávaros "fueron mejores, se prepararon mejor, hicieron mejor partido" y seguidamente seguir pidiendo "disculpas a todos los brasileños".

Sin embargo, el central de la Canarinha quiso acabar autoretándose para el futuro próximo con un contundente: "Nunca voy a desistir. Un día voy a dar alegrías a todo este pueblo".

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