Como aquel corredor que se ve envuelto en un sprint en el que se decide una etapa del Tour de Francia o del Giro de Italia y que ve cómo el de la derecha o el de la izquierda mete la rueda de su bicicleta y le arrebata la victoria. O aquel tenista que tiene un match point para hacerse con el triunfo en un Grand Slam, pero que ve que su rival, aquel que está en el otro lado de la pista, le da la vuelta al electrónico y lo que parecía una victoria segura se convierte en derrota. O aquel equipo de baloncesto que en una ronda a cinco partidos tiene el 2-0 a favor, que sólo necesita un partido más para apear a su rival, pero que no es capaz de conseguirlo y ve cómo su trabajo se cae a pedazos.

Así, de esa manera, con un caramelo dulce al final del camino y que luego se convirtió amargo, se sintieron tanto Brasil como Países Bajos cuando en las semifinales del Mundial se vieron apeadas por sus rivales, Alemania y Argentina, respectivamente. El caramelo dulce se volvió amargo, desperdiciaron la ocasión de estar presente en la final del domingo y ahora ambas selecciones se tienen que conformar con esa final de consolación, ese encuentro que dilucidará quién se sube al tercer cajón del podio y quien cosecha ese lugar, ese cuarto puesto, que tantas veces es desechado.

Levantarse al final

Brasil querrá huir de ese cuarto puesto. No se irá muy lejos, tan sólo una posición más arriba, pero una posición necesaria después de los acontecimientos vividos en las últimas jornadas. Como anfitriona del Mundial, parecía complicado que alguien le arrebatara ese caramelo dulce que ya empezaba a saborear, un regalo que parecía que tenía al alcance de la mano, pero que vio cómo una selección europea, tricampeona del mundo, se plantaba delante y hacía lo que pocos imaginaban. En media hora, los teutones se aprovecharon de una defensa endeble y pusieron tierra de por medio con cinco goles.

Alemania dejó al aire las carencias de Brasil

Era la mayor goleada jamás vista en la historia de los mundiales y la Canarinha no daba señales de levantarse de ese mazazo. Ni al de poco tiempo, ni con el paso de los minutos, y veían cómo seguía encajando goles hasta llegar a los siete. El gol del honor de Oscar poco cambió la sensación de fragilidad que habían mostrado los pupilos de Scolari, que perdieron 1-7.

Fue lo más amargo de casi un mes de competición en el que los brasileños fueron superando obstáculos con Neymar como guía del camino y con Thiago Silva y David Luiz que tanto resolvían un jugada de peligro en su área como se sumaban al ataque en busca de ese cabezazo o disparo perfecto que les diera la victoria. A pesar de que en fases de los encuentros se podía ver que los de Scolari no eran tan superiores como se había hecho creer, resolvían sus partidos con buena nota y se alegraban por cada victoria, como si hubieran cumplido su objetivo y al de pocos días les esperaba el siguiente.

Foto: Laurence Griffiths (Getty).

Fue bonito mientras duró la travesía de los brasileños, con tantos aficionados detrás, animando a cada instante, pero un mal día o la carencia de engranaje de algunos factores hizo que Brasil no mostrara su mejor cara y se tuviera que conformar con ese sabor amargo al final, que llenaba de lágrimas el césped del Mineirao y u para un punto y final a todo, en vez de un punto y seguido. Su condición de anfitrión había pesado y no se podía devolver ese hecho y ese privilegio con la copa.

El saber regenerar

Aunque Brasil no tenga otra cosa en la cabeza que levantarse para terminar de una manera opuesta al papel irreconocible que interpretó el pasado martes, no lo tendrá fácil. Deberá derrotar a una selección de Países Bajos que, aunque no llegó al país de la samba bajo el cartel de favorita, no ha defraudado con su juego, y Van Gaal, ese técnico conocido por muchos de los aficionados al fútbol y que a partir de la próxima temporada estará en el banquillo del Manchester United, ha sabido mantener el nivel de la selección tulipana que llegó a la final del Mundial de Sudáfrica, dejando en el equipo a los pesos pesados de aquella época y combinarlo con la juventud de otros futbolistas.

Sin prisa pero sin pausa Países Bajos llegó a semifinales

No aparecía en las quinielas, el protagonismo lo cedió a otros como Alemania, Brasil, Argentina o España, pero sin hacer ruido se coló entre las cuatro mejores selecciones. Ya dio a conocer sus credenciales cuando ganó a España 1-5 y fue una de las pocas seleciones que terminó la fase de grupos con pleno de victorias. Apena se vio muestras de fragilidad, y aunque en algunos partidos tuvo que esforzarse más de lo previsto, se plantó en cuartos de final sin apenas pestañear.

En esa ronda de cuartos de final, apareció Krul, que salió al campo antes de la tanda de penaltis en la que se decidiría un semifinalista, y el cancerbero adivinó todos los lanzamientos y atajó dos de ellos. Su efectividad bajo palos hizo que la selección tulipana pasara a semifinales. El hecho de repetir final estba más cerca, ya sólo debían superar a Argentina para degustar el dulce sabor del trabajo bien hecho, pero se quedaron con la miel en los labios, con un sabor amargo difícil de digerir y difícil de relamer.

Foto: Getty.

Países Bajos volvió a encomendarse a los tiros desde los once metros para endulzar la tarde, pero esta vez no hubo ningún caramelo al final del trayecto. El penalti fallado por Vlaar y el acierto de Maxi Rodríguez hizo que los de Van Gaal se despidieran de la final (0-0) y quedaran relegados a esa final de consolidación.

Pocas ausencias en la "final"

Al final, de una manera u otra, el caramelo se envenenó para ambas selecciones, y tienen una cita este sábado en el Mané Garrincha bajo la atenta mirada del colegiado africano Djamel Haimoudi. Tanto Scolari como Van Gaal podrán en liza sus mejores onces para dar ese final bonito a una Copa del Mundo que sus selecciones comenzaron a mediados de junio.

Scolari volverá a recuperar a Thiago Silva tras cumplir su partido de sanción contra Alemania, pero no podrá contar con Neymar que continúa lesionado. Por su parte, Van Gaal tendrá a toda su plantilla a disposición. Con lo que tengan en sus planteles, afrontarán este encuentro con el objetivo de endulzar la amargura que sus selecciones siente. Un caramelo dulce nunca viene mal.

Onces probables

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