Desde 1990, Argentina arrastra una cruel y tortuosa maldición: no puede doblegar a Alemania. El 1-0 de esa final en Italia derivó años más tarde en la caída en tanda de penaltis ante los germanos en 2006 y, la más dolorosa de todas, la humillante caída de 0-4 ante Alemania en la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010. En esa ocasión, Joachim Löw, director técnico de la Alemania más joven de la historia de los mundiales, montó un aparato goleador tan perfecto que despedazó sin piedad a una albiceleste demasiado floja en el fondo y que acusó su experimento de posicionar a cuatro centrales, dos de ellos impsovisados como laterales. La apuesta de Löw funcionó y dejó sin mundial a un equipo argentino con Maradona al frente.

El que pega primero, pega dos veces

El partido arrancó con Argentina intentando hacerse con el balón y, de esa forma, controlar el partido desde el inicio. Sin embargo, una falta sobre el costado derecho sobre Mesut Özil provocó el cobro de falta de Bastian Schweinsteiger en el minuto 3. El partido estaba frío y la defensa albiceleste no terminaba de carburar como es debido. En el punto de penalti, Thomas Müller, tan inquieto e impredecible como siempre, se coló entre Demichelis y Otamendi y anticipó la mala salida de Sergio Romero ante el centro de Schweinsteiger. Müller, de cabeza, abría el marcador y daba el primer golpe en un duelo que comenzaba a desbalancearse.

Con el gol, el partido cambiaba de condiciones. La obligación era ahora de Argentina, quien tendría que abrirse para lograr el empate y evitar que la velocidad germana, demostrada en el duelo de octavos ante Inglaterra, terminara por sellar el destino del encuentro. Sin embargo, con Otamendi improvisado como lateral derecho y un Heinze más fuerte que veloz, la ofensiva albiceleste encontraba un dilema: atacar al rival, pero volverse vulnerable en el mismo intento.

Con el gol, el partido cambiaba de condiciones. La obligación era ahora de Argentina

Por su parte, Joachim Löw encontraba un golpe de suerte en el partido y lograba un plus a su favor. La estrategia comenzó a ser evidente: cerrar los espacios de creación de Messi y Tévez y dejar huérfano a Higuaín. La táctica la encabecaban Schweinsteiger, quien comenzaba a mostrar todo su despliegue físico en funciones de ataque y defensa, y Sami Khedira, aportando músculo para anular a los creativos albicelestes y evitar que Di María y Maxi Rodríguez se sumaran al ataque.

Los minutos avanzaban y Argentina tocaba el balón sin poder ganar profundidad. En el minuto 13, Higuaín logró abrir un espacios a las espaldas de Boateng pero Arné Friedrich llegaba al cierre oportuno. En el minuto 20, Di María filtraba para Tévez pero Schweinsteiger cortaba la acción y, luego, Lahm controlaba el esférico para los teutones. Alemania parecía esperar pero sus latigazos eran más peligrosos. En el minuto 14, Özil había asustado a Romero con un disparo desde fuera de área y, en el minuto 22, Thomas Müller le comía la espalda a Otamendi, centraba para Klose, pero el remate del punta teutón llegaba tranquilamente a las manos de Romero.

Higuaín y Tévez lo intentaban a la media hora de partido pero, por enésima vez, Schweinsteiger y Khedira auxiliaban a Friedrich y Mertesacker en el fondo. El despliegue físico alemán alcanzaba para provocar jugadas a la ofensiva mientras anulaban el ataque albiceleste. Miroslav Klose volvería a merodear el área cuando, en el minuto 32, Müller penetraba a Otamendi, tocaba para Özil, quien ganaba la banda hasta el fondo y centraba hacia atrás. Klose apareció para tocar de primera intensión, pero su disparo se iba elevado de la portería de Romero. Alemania estaba más cerca de aumentar el marcador que Argentina de igualarlo.

Alemania estaba más cerca de aumentar el marcador que Argentina de igualarlo.

Maradona se movía de un lado al otro en el área técnica, mientras Löw observaba el desarrollo del partido. Lahm lucía impasable por su banda y Boateng, flojo en algunos tramos del encuentro, era perfectamente auxiliado por Friedrich, quien corría como en sus tiempos de juventud. Özil y Müller eran una pesadilla para la defensa albiceleste y Podolski buscaba entrar por la puerta de Heinze. Alemania era un tren a a la par de un equipo sudamericano muerto de ideas y flojísimo en el fondo.

El primer tiempo acabaría sin mayores acciones de Argentina más que un tiro desviado de Messi en el minuto 42 y un balón largo de Di María a las manos de un Neuer que apenas tuvo actividad en ese partido. Algo habría que cambiar en la albiceleste si querían lograr la clasificación. Algún movimiento debería hacerse para evitar que, por segundo mundial consecutivo, Alemania les pusiera freno en cuartos de final. Pero, ese algo jamás llegó.

La aplanadora teutona y la albiceleste de cristal

El segundo tiempo arrancaba sin mayores movimientos. Maradona mantenía su cuadro titular confiando en alguna proeza de Messi o Tévez y en el oportunismo de Higuaín. Por su parte, Löw mantenía el bloque polivalente y el desdoble defensivo-ofensivo siempre en velocidad y precisión. Las primeras acciones mostraban una Argentina calculando hasta qué punto su rival podría fracturarse en el fondo. Sin embargo, los teutones mantenía el orden estratégico y comenzaban a adelantar un poco las líneas para fabricar la exterminación de la albiceleste.

La orden de Maradona era clara: apuntar al lado de Boateng, el más débil de la defensa germana

Los sudamericanos comenzaban a tocar puerta de Neuer en el minuto 49 por intermedio de Maxi Rodríguez y Tévez. La orden de Maradona era clara: apuntar al lado de Boateng, el más débil de la defensa germana. Sin embargo, Löw, consciente de las carencias defensivas de su marcador izquierdo, provocaba que Podolski no se fuera tanto al ataque para colaborar en defensa, reposicionando a Özil sobre izquierda y evitando que Schweinsteiger y Khedira se desconfiguraran sobre el centro. En el ajedrez, ganaba Löw. En el resultado, el estratega teutón estaba por definirlo.

En el minuto 55, Müller, como era costumbre, dejaba a Otamendi, centraba al área, pero Klose no alcanzaba a cerrar el envío. Podolski recentraba, pero Müller fallaba en el intento por conectar con el esférico y Heinze rechazaba de punta para arriba. A partir de ese momento, Argentina entendió los riesgos de proyectarse tanto al ataque pero los ignoró. Por su parte, los germanos solo calentaban el golpe final a un equipo albiceleste que moría lentamente en el campo.

Tras un período donde Alemania controló el balón y evitó llegadas peligrosas de Argentina, llegaba el momento de dar la estocada final. Sobre minuto 68, Thomas Müller controlaba el balón ante la marca de Mascherano y Burdisso, quienes cometían falta. Sin embargo, valiente como siempre, Müller, tirado sobre el césped, cedió en profundidad para Podolski, quien entró a placer, centró sin problema y Klose solo tuvo que empujar el balón para poner el 0-2 en el marcador.

Klose define solo el segundo gol alemán. | Foto: que.es.com.

El golpe caló hondo en la moral argentina y noqueó sus aspiraciones. La albiceleste se descompuso. Maradona cayó en a trampa de Löw y dio paso a Pastore por un flojo Otamendi, cambió con el que desnudó por completo su zona baja y prácticamente le regaló el partido a la velocidad y precisión germana. Contrarrestándolo, Löw incluyó a Jansen, lateral zurdo nato, por el imrpovisado Boateng, con lo que ganó firmeza en el lateral izquierdo y mejor proyección, además de permitirle a Podolski descolgarse con libertad.

Era el 0-3 y el primer y único gol de Friedrich con la Mannschaft

Alemania, por su parte, tomó el balón y comenzó a moverlo de lado a lado hipnotizando a Argentina y ahogándolo de a poco. Sin embargo, la maquinaria de Löw quería goles y siempre los buscaría. Sobre el minuto 74, tras un tiro de esquina que Özil y Schweinsteiger deciden cobrar en corto, Schweini toma el esférico y, trasformándose en una especie de Messi germano, encara a Burdisso, Demichelis e Higuaín, rompe a sus tres marcadores, centra a primer poste y Arné Friedrich llegó solo para empujar el esférico a la red. Era el 0-3 y el primer y único gol de Friedrich con la Mannschaft.

Friedrich celebra su único gol en su historia como internacional alemán. Foto: goal.com.

Klose marcaba doblete y llegaba a 14, quedando a un solo gol de la marca de Ronaldo

Con el partido prácticamente definido, Alemania comenzó a darle un paseo a Argentina a manera de funeral. Schweinsteiger tocaba para Khedira y Özil y Müller jugueteaban con Podolski. Löw hacía ingresar a un joven Toni Kroos para ganar experiencia y, en lugar de esconderse, se mostraba con ansias de conseguir algo con un zurdazo colocado que Romero mandó a córner. Maradona hacía ingresar a Agüero pero el cambio era totalmente improductivo, así como su estrategia. Alemania se divertía a costas de una Argentina sin alma y sin color.

El golpe definitivo llegaría en el minuto 89, con el partido ya expirando. Un intento albiceleste por conseguir el gol del honor acabaría con un Schweinsteiger abriendo para Özil sobre banda derecha. El pequeño genio alemán desborda a Burdisso y centraba para la llegada de Klose sobre el área quien, de primera intensión, tocaba el balón al rincón bajo de Romero y ponía el cuarto para los teutones. Klose marcaba doblete y llegaba a 14, quedando a un solo gol de la marca de Ronaldo.

El resultado era aplastante: 0-4 y sin discusión. En las estadísticas, Alemania tuvo un 43% de posesión de balón ante el 57% de Argentina. Sin embargo, la idea táctica de Löw, sabiendo que Maradona apelaría a una venganza goleadora, fue anular la profundidad y provocar un tránsito inoperante del esférico. A pesar de eso, Löw plantó un equipo veloz y potente, capaz de asestar golpes oportunos y precisos. Esa precisión goleadora y capacidad de hacer dudar a la zona de marca albiceleste fueron la clave para la victoria. El pizarrón tuvo un ganador: Joachim Löw.