Se podría catalogar casi como un camino de rosas, no porque no le haya costado a la albiceleste pasar cada ronda, que eso es cuestión aparte, sino porque las selecciones que ha tenido enfrente Argentina no han sido, ni mucho menos, las mejores, comparado con lo que podía haber salido en el sorteo de la fase de grupos.

El 6 de diciembre de 2013 se celebró el sorteo que todo el mundo esperaba para conocer cómo quedarían encuadrados los ocho cabezas de serie, que fueron Alemania, Argentina, Bélgica, Brasil, Colombia, España, Suiza y Uruguay, con las otras veinticuatro selecciones nacionales participantes.

El sorteo de grupos de la Copa Mundial de Fútbol de 2014 se llevó a cabo en Costa Do Sauípe, en Salvador de Bahía, y estuvo a cargo del secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke, y de la actriz brasileña Fernanda Lima. Los honores de ser las ‘manos inocentes’ los hicieron ocho campeones del Mundo, con la excepción de Fernando Hierro: Zidane, Hierro, Cannavaro, Matthäus, Cafú, Hurst, Kempes y Ghiggia.

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La selección argentina llegaba a dicho sorteo cuajando una gran fase de clasificación para la cita mundialista de Brasil, quedando primera de grupo con 32 puntos, dos más que Colombia. El destino de la albiceleste la encuadró como cabeza de serie en el Grupo F, y a los argentinos les acompañaron los combinados de Bosnia-Herzegovina, Irán y Nigeria.

Tres selecciones muy inferiores, en teoría, a la albiceleste. La Irán de Carlos Queiroz era toda una 'cenicienta' en el grupo, y quienes iban a luchar, a priori, por la segunda plaza del Grupo F iban a ser, como así sucedió finalmente, Bosnia y Nigeria, con jugadores de gran calidad en sus respectivas filas, pero sin formarse aún como un equipo, que requiere de un proceso paulatino, como viene siendo habitual.

Sin embargo, a pesar de parecer teóricamente sencillo el paso a octavos de final como primera de grupo, para Argentina no lo fue, ya que escaseó de brillantez durante todo el torneo, dedicándose a ser más eficaz y efectiva, tanto en defensa como en ataque, pero dando la impresión de que no iban a llegar muy lejos, y encomendándose a apariciones esporádicas de Leo Messi, que parece que no está pero siempre termina apareciendo.

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El primer encuentro, el más temido de los del Grupo F, tal vez por ser el del debut, que hacía que el grupo argentino tuviera una presión desmesurada, lo disputaron contra el combinado de Bosnia-Herzegovina, dirigido por Susic. El duelo se jugó en el estadio de Maracaná, el pasado 16 de junio, con un resultado final de 2-1, con goles de Kolasinac, en propia meta, Messi e Ibisevic.

Argentina ganó por la mínima a Irán en el segundo choque del Mundial, en el estadio Mineirão, el pasado 21 de junio. El tanto fue anotado ‘in extremis’ por Lionel Messi, en el tiempo de descuento, sacándose un disparo colocado y potente desde la frontal del área con el que perforó las mallas iraníes.

El último partido del Grupo F, que decidiría quién lideraría definitivamente dicho encuadramiento y quién avanzaría a octavos de final como segunda. Los argentinos disputaron este encuentro contra la selección de Nigeria, dirigida por Keshi, el pasado 25 de junio en el estadio Beira-Río. Dicho enfrentamiento concluyó con un marcador de dos goles a tres, los dos tantos africanos fueron obra de un talentoso Musa, y por el lado argentino vinieron uno de Marcos Rojo y un doblete de Messi.

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Los suizos fueron los rivales de la albiceleste en los octavos de final del Mundial de Brasil 2014, tras quedar estos segundos del Grupo E con seis puntos, por detrás de Francia, con tan sólo uno más. El 1 de julio Argentina disputó otro partido más sin brillantez, con un juego muy horizontal por momentos, a excepción de los destellos de Di María, que en el mencionado duelo se echó el equipo a la espalda. No pudieron doblegar a la selección de Suiza hasta el 119’ de juego, a punto de llegarse a los penaltis, cuando Messi protagonizó una de sus arrancadas particulares, marchándose de hasta tres rivales, para después ceder en bandeja al ‘Fideo’ para que pusiera el único y definitivo tanto del partido, que metía a Argentina en los cuartos de final.

Bélgica iba a ser el oponente de la selección dirigida por Alejandro Sabella tras superar los primeros a Estados Unidos en los octavos de final, por dos goles a uno. El estadio Nacional de Brasilia fue testigo de un igualado choque que terminó por dilucidar una aparición oportuna de la figura del partido, Gonzalo Higuaín, gol que bastó para que Argentina rompiera el gafe de los cuartos de final, ronda que no conseguía pasar desde hacía veinticuatro años.

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El rival de la albiceleste en semifinales del Campeonato del Mundo de Brasil 2014 fue Holanda. El compromiso se llevó a cabo el pasado 9 de julio en el estadio Arena Corinthians. Un encuentro en el que primó, por encima de todo, el miedo a perder. Ninguno se arriesgó y por ello se pudo asistir a un partido plano, soporífero, casi sin ocasiones de gol claras para ninguno de los dos conjuntos, hecho que conducía a una agónica tanda de penaltis en la que Argentina tumbó a los holandeses al lograr los sudamericanos meter entre los tres palos los cuatro primeros lanzamientos (Messi, Garay, Agüero y Maxi Rodríguez), mientras que los europeos consiguieron introducir solo dos veces el cuero, fallando dos, o, mejor dicho, parándolos Sergio Romero, que se convirtió, sin duda alguna, en el héroe de todo un país. Sus manos dieron a Argentina la final de la Copa del Mundo.

El ciclo para Argentina en este Mundial de Brasil se cierra donde empezó, en Maracaná, un estadio histórico en territorio enemigo, un escenario idílico para ganar una Copa del Mundo para la albiceleste, que ha llegado a la final sufriendo en casi todos los partidos, incluidos los de la fase de grupos, pero eso sí, demostrando ser un equipo solidario y compacto, aunque al mismo tiempo vive en ocasiones demasiado de las individualidades, es decir, de las apariciones puntuales de sus estrellas.

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No había oponente más duro para Argentina que la temida Alemania, pero en una final el favoritismo suele quedar a un lado y aparecen otros factores. A ello se agarra la albiceleste, que intentará hacer su partido y neutralizar la gran potencia ofensiva de los alemanes siendo un bloque. La selección argentina llega con humildad a la cita, con la intención de disfrutar y lograr una victoria, como ya hicieran en 1986 contra el mismo rival, en el Mundial de México.

Si acaso faltara algún aliciente para este hecho histórico que anhelaban los argentinos desde hace décadas, cabe destacar que el combinado de Sabella afronta el partido con ciertos aires de revancha, tras la dolorosa derrota de Argentina en la final del Mundial de Italia de 1990 (1-0), y sendas eliminaciones en los cuartos de final de las citas mundialistas de Alemania 2006 y Sudáfrica 2010, por penaltis y por un contundente 4-0, respectivamente.