Cuando los aficionados de Real Madrid y Sevilla se aproximen a la puerta nº 3 del Cardiff City Stadium descubrirán el perfil de bronce de un futbolista posiblemente desconocido para ellos. Serán ajenos a que Frederick Charles Keenor, lleva fundido el escudo de bronce del Cardiff a la metralla alojada en su cuerpo desde la Primera Guerra Mundial. Desconocerán que ese futbolista que agarra la leyenda y porta el brazalete de capitán es el jugador bandera de los Blue Birds, sin cuya presencia sería inconcebible la historia del Cardiff. Pues no es posible la configuración histórica del club galés sin sus 507 apariciones, sin el rendimiento del implacable defensor que encarnaba el ideal de la clase obrera y el legado del hombre que jamás se rindió.

Hijo de un albañil del distrito obrero de Roath, tras jugar en las ligas juniors de Roath Wednesdays firmó por el Cardiff en 1912, por recomendación de Walter Riden. Sus 19 años en el club representan el mayor precedente histórico de fidelidad y entrega a los colores del Cardiff. Debutó ante Exeter City en 1913 y se convirtió en fijo en la temporada 1914/15, pero para convertirse en leyenda del club galés tuvo que hacer frente a la Primera Gran Guerra.

Lo logró, tal y como asegura su sobrino Graham Keenor, porque en su figura encontramos a un futbolista con historia, un tipo que tuvo la suficiente fortaleza física y mental como para superar las heridas de guerra sufridas durante la Primera Guerra Mundial, en la que prestó servicio activo entre 1915 y 16. Keenor llegó al frente de batalla como voluntario tras la llamada a filas de Lord Kitchener, por entonces secretario de estado de Inglaterra, que inquirió a sus compatriotas a sustituir como voluntarios al elevado número de fallecidos registrados en las primeras líneas del frente. Fred fue uno de los futbolistas escogidos por William Joynson Hicks para ser parte del batallón del Regimiento Middlesex, conocido como el batallón 17, que pasó a la historia como el “Batallón del fútbol”.

Fue destinado al norte de Francia antes de ser enviado a la acción en el bosque de Delville en julio de 1916 durante la Batalla infame del Somme. Después de muchos días y noches en las trincheras frente a un continuo bombardeo de la artillería alemana, Keenor sufrió graves heridas en la pierna izquierda y el hombro derecho, causadas por la metralla. Los médicos al intervenirle aventuraron que jamás volvería a jugar al fútbol, pero los galenos que lo trataron en un hospital de Dublin, no eran conscientes de la capacidad del hombre al que acababan de operar. Fred tenía otras ideas, en cierta medida el fútbol había sido para él una pequeña batalla y el defensa galés no tardaría en regresar al campo de batalla. Fumador empedernido Fred era un right half-back temible y había que ser especialmente osado, valiente, para disputarle un balón. El mítico Dixie Dean lo sufrió en más de una ocasión y su concepto sobre Keenor era tal que llegó a afirmar “Este tipo sería capaz de patear a su propia madre por arrebatar un balón”

Keenor regresó a Cardiff para hacer historia, superó todo tipo de limitaciones físicas y volvió a ser ese jugador cuyo escudo parecía estar fundido en el acero de su cuerpo, repleto de metralla. No fue ni de lejos un futbolista talentoso, pero el espíritu de lucha de Fred, su voluntad de ganar y sus cualidades de liderazgo le permitieron labrarse una carrera notable en la elite del fútbol británico. Ninian Park estructuró sus primeros recuerdos, sus primeras victorias y derrotas con la omnipresente figura de Fred Keenor. Hizo su debut con la absoluta para el equipo nacional de Gales en octubre de 1919 durante una victoria internacional contra Inglaterra en Ninian Park.

Recordando la magnífica temporada que el conjunto galés completó en la 23/24, en la que estuvo cerca de convertirse en campeón de la First Division, es ineludible citar las proféticas palabras de Keenor en 1925, cuando tras perder la final de la FA Cup envió un esperanzador mensaje a los aficionados del Cardiff: "El hecho de que hemos perdido nuestra primera final de Copa, no creo que suponga ninguna razón para que no pueda decir aquí y ahora que pronto Cardiff City traerá esa Copa a País de Gales ".

Y tenía razón, porque en la temporada 1926/27 tras completar una campaña discreta en el torneo liguero, los chicos capitaneados por Keenor materializaron los sueños de los Blue Birds y el mayor éxito de la historia del club. El Cardiff llegó a la última competencia eliminando a Aston Villa, Darlington FC, Bolton Wanderers, Chelsea FC (tras un replay) y Reading FC. En la final disputada el 23 de abril de 1927 ante el Arsenal, un gol de Hughie Ferguson en la segunda mitad le dio el histórico título al Cardiff. Fue una final histórica por diversos motivos, fue la primera en retransmitirse por la BBC Radio, y pese a ello, registró una de las mejores entradas en la historia de la competición. Fred Keenor, estuvo cerca de no jugar la histórica final, pues una lesión le había apartado de la titularidad y estuvo incluso barajándose la posibilidad de un traspaso al Bristol Rovers, pero Keenor portó el brazalete de capitán en la histórica cita. Tal y como prometió dos años atrás, recibió la copa de manos del Rey Jorge V. La imagen de Fred Keenor agarrando el trofeo de la FA Cup quedó fijada en la memoria colectiva de Cardiff como el símbolo de la impresionante trayectoria que alcanzó su punto máximo en 1927.

La FA Cup no fue el único éxito del año, el Cardiff también ganó la Welsh Cup contra el Rhyl FC y la Charity Shield contra el Corinthian FC en Stamford Bridge. Luego con el volar del tiempo, los años fueron pesando, llegó el lógico declive que afectó al gran conjunto galés que hizo historia. Los acontecimientos propiciaron la marcha de Keenor en 1931, que siguió jugando al fútbol hasta 1937, cuando el hombre que jamás se rendía colgó sus botines supersónicos. Aquellos con los que devoró cientos de miles de kilómetros, minó la moral de sus rivales y alquiló un pequeño habitáculo en el corazón de los Blue Birds. Aficionados que al pasar junto a su perfil de bronce recuerdan que el fútbol es para virtuosos, pero que las victorias pueden llegar a ser posibles con un corazón de acero, repleto de metralla y diez corazones talentosos dispuestos a seguirle al fin del mundo.

Foto 1: http://www.ccfctrust.org