Ya ocurrió este pasado 20 de febrero, en UEFA Europa League. La eliminatoria entre el NK Maribor y el Sevilla en el Ljudski vrt en el partido de ida de Dieciseisavos de Final era absolutamente histórica para el cuadro vijoličasti, que se convertía en el primer club esloveno en superar una fase de grupos de una competición europea. Pero el 2-2 cosechado en la ciudad del noreste de Eslovenia bastó para que dos goles de Reyes y Gameiro en el Sanchez Pizjuán una semana después acabaran con el sueño eslavo, que se evaporaba minutos después del tanto infructuoso del esloveno Dare Vršič en el alargue.

Sin embargo, seis meses después, el Maribor de Ante Šimundža se plantaba en la UEFA Champions League ante todo un campeón de Europa, el Celtic de Glasgow, que llegaba envuelto en una presión sofocante. Los escoceses, clásicos incontestables en la máxima competición continental, alcanzaban los play-off contra los eslovenos tras perder su eliminatoria anterior en el torneo contra el Legia de Varsovia por un global de 6-1 –sí, han leído bien, tras perder por 6-1 en el global–. La sanción UEFA al club polaco por alineación indebida en el encuentro de vuelta ­–el sancionado Bereszynski entró al terreno de juego a falta de 3 minutos para acabar la eliminatoria­– penalizó al equipo con un resultado de 3-0 (el resultado real había sido de 0-2 en Celtic Park). De este modo, el contundente 4-1 conseguido en Varsovia de nada sirvió al Legia, pues, sumado al 3-0 impuesto, dejaba un global de 4-4 que le daba la clasificación al Celtic gracias al valor doble de los goles fuera de casa.

A los chicos de Ronny Deila les caía del cielo una segunda oportunidad, la de recuperar la honra perdida eludiendo una nueva debacle contra un equipo hipotéticamente inferior. El camino comenzaba aquel 20 de agosto, en Maribor, cuando el empate a uno le ponía la eliminatoria de cara a un Celtic que bien le hubiese valido defender unas tablas sin goles en casa. Pero, seis días después, en Escocia, ocurrió la machada. Una machada en la que Marcos Magno Morales Tavares tuvo mucho que ver.

Moviendo la pelota con criterio, el Maribor firmó una primera mitad ensalzable de la mano de un soberbio Željko Filipović. Sin ninguna duda, la actuación del mediocentro esloveno durante esos primeros cuarenta y cinco minutos fue para enmarcar: asistió con un tino casi impecable, repartió balones con tremenda minuciosidad y condujo a los suyos volviendo a demostrar al planeta fútbol que posee una calidad técnica asombrosa. Una de sus mayores virtudes, el desplazamiento en largo, es clave para dinamizar las transiciones en el juego vijoličasti.

En la segunda parte, después de un largo período sumido en la apatía y, más tarde, en un nerviosismo creciente, el Celtic despertó. El primer cuarto de hora fue un asedio constante. Los de Glasgow encerraron al Maribor en su campo y amenazaron con obstinación la portería de Handanovič. Pero los Púrpuras tiraron de pellejo, sacaron pecho y su propio ímpetu les hizo reponerse. Tras las embestidas iniciales, recuperó el control y la posesión y, en el minuto 75, encontró el premio.

Foto: irishtimes.com

Un mal despeje del hondureño Izaguirre de un centro desde el lateral al segundo palo de Mitja Viler acabó con el balón en los pies del brasileño Tavares. Ese veterano brasileño que ya había puesto su sello en más de una centena de tantos con la camiseta del Maribor y que, esa noche, anotaba seguramente el más importante de todos.

Quizá Tavares se lo merecía más que nadie. El ariete, que se enfundó la camiseta de los Púrpuras allá en 2008, era el responsable del gol que, a quince minutos del final, le daba el pase a un equipo esloveno, a su equipo, para acceder a la Fase Final de la Champions League después de 15 años sin lograrlo. Una fecha, 1999, en la que sería el propio Maribor el que alcanzara este escalón en la máxima competición europea.

Ante Šimundža sustituyó a Tavares por Derviševič pasado el minuto 90. Quien viera aquel partido no creo que pueda olvidar la imagen del delantero viviendo los minutos finales agachado entre las filas de asientos del banquillo de Celtic Park, cubriéndose la cara con las manos, hecho un manojo de nervios, esperando escuchar el pitido final antes de que el esférico pudiera cruzar la línea de la portería de Jasmin Handanovič. Sus deseos fueron órdenes.

Al final, los chicos de Šimundža, con una entereza y una personalidad inestimables, aterrizaban en el Grupo G de la Fase Final de la UCL junto al Chelsea, al Schalke 04 y al Sporting CP. Tercero a día de hoy tras dos jornadas disputadas, suma los mismos puntos (2) que el conjunto alemán dirigido por Jens Keller.

Contra el Sporting de Portugal, en el Ljudski vrt (17 de septiembre), el Maribor sufrió el ataque de los extremos portugueses. Instalándose en campo contrario, las subidas por los costados de Carrillo y Nani casi siempre acababan con peligro. Sin embargo, ni los centros del portugués ni los del peruano encontraban recompensa gracias a un Handanovič irreconocible. El primo del guardameta del Inter de Milan (Samir Handanovič), tremendamente inseguro en el juego aéreo y poco menos que espantoso en la defensa de los centros laterales, parecía imbatible aquella noche. El cuestionado cancerbero esloveno lo paró casi todo. Casi, porque en el 80’ llegó el gol de Nani.

El ataque esloveno, centrado en el envío en largo de todos los balones hacia Tavares, no daba ningún fruto. Aun así, el encuentro dejó detalles interesantes entre los que asombró la exhibición de fútbol que dejó el macedonio Ibrahimi en la primera mitad. Su juego entre líneas, su recepción a la espalda de la zaga lusa, sus desmarques, sus bajadas a recibir… El mediapunta maravillaba a Europa con su juego.

Y de tanto creérselo, el Maribor volvió a recoger su recompensa. Superado el minuto 91, el jovencísimo Luka Zahović, hijo del mítico jugador esloveno Zlatko Zahović –actual director deportivo del NK Maribor y ex Oporto, Valencia y Benfica–, batió a Rui Patrício con un gran remate de cabeza, aprovechando dos errores garrafales consecutivos de los centrales portugueses.

Con un punto en la saca, el pasado 30 de septiembre aterrizaba el Maribor en el Veltins-Arena con un plan bien elaborado y bien interiorizado. Por cierto, el plan, la firmeza y el arrojo que le faltó a su rival, un Schalke 04 que se ganó que los eslovenos, menos fuertes y menos experimentados, dieran la sorpresa en Gelsenkirchen.

El 4-4-2 con el que formó Šimundža fue un muro inescrutable, sobre todo en la primera mitad. Bien replegado, hermético, el Maribor dio un recital en cuanto al esfuerzo defensivo de casi todas sus piezas. Los alemanes, sin espacios para avanzar líneas, se desesperaron al mismo tiempo que los eslovenos se prepararon para contragolpear. Así, en el 38’, un sublime pase de primeras de Filipović llegó a Viler que, recorriendo el carril izquierdo, centró para que Bohar rematara a gol llegando desde atrás.

La euforia duró hasta el 56, cuando Viler, con un pase atrás, asistió al ‘Cazador’. Huntelaar, como es habitual, no fallaría.

De todos modos, el Maribor abandonaba Renania del Norte dejando una imagen más que ilusionante. De nuevo, el trescuartista Ibrahimi dejó detalles de calidad y Tavares, con su temple a la hora de tocar el esférico y su acierto a la hora de decidir cómo distribuirlo, volvió a ser vital para los suyos.

El NK Maribor, de naturaleza predominantemente posesiva, ha demostrado hasta el día de hoy que tiene recursos suficientes para adecuarse a las exigencias y peculiaridades de su rival, pues también se ha sabido replegar con solvencia, basando su juego en los balones en largo hacia Tavares. Ofensivamente, con el control del balón, el peligro llega principalmente por los laterales, si bien Željko Filipović está más que capacitado para filtrar pases de suma calidad desde la medular.

En el exigente panorama que presenta la competición, el cuadro de Ante Šimundža debe atender con especial cuidado a sus dos flaquezas básicas: la alarmante falta de contundencia en defensa y, en especial, la inseguridad de su guardameta a la hora de defender los centros aéreos provenientes de los costados. Sorprendentemente, ante Sporting CP y Schalke 04 destacaron la actuación individual de Handanovič y la tremenda solidez defensiva mostrada por todo el plantel, respectivamente. Al final, es lo bonito del fútbol, que puede sorprenderte en cualquier momento.

El próximo rival: el todopoderoso Chelsea de José Mourinho en el templo londinense. Hay muchas ganas de ver si este Maribor sigue haciendo historia.