Año 1946. Sobre las maderas del Viejo Gasómetro un joven de diez años acompaña a su padre a ver al Ciclón, que hace honor a su apodo guapeando por los campos del país austral. Aquel niño llamado Jorge Mario vibra y no se pierde un solo partido de ese equipo que juega distinto, construye jugadas desde atrás, mueve el balón horizontalmente de manera exquisita y busca el espacio para matar al rival, para hacer gol, que en su concepción del juego es un pase a la red. Su padre Mario José, que jugó al baloncesto en el club de Boedo, le ha inoculado el veneno por el rojo y azul, es asiduo del Gasómetro y concibe la travesía desde el barrio porteño de Flores, hasta la Avenida de La Plata en Almagro, como el camino de la fe.

Jamás olvidará la mágica temporada que San Lorenzo de Almagro se marcó, mucho menos a la delantera integrada por De la Mata, Farro, Pontoni, Martino y Silva, muy especialmente a Armando Farro, René Pontoni y Rinaldo Martino, Los Tres Mosqueteros. Las crónicas, jugadas e instantes vividos sobre las viejas tablas del Gasómetro son recuerdos inalterables, moniciones de domingo del Tiempo Ordinario en las que las parábolas se construyen en derredor de un balón, que en Almagro como todos saben es palabra de Dios. El chico que cursa estudios en Los Salesianos Wilfrid Barón de los Santos Ángeles, se debate entre dos vocaciones que jamás abandonará, la del fútbol y la sacerdotal. Conoce profundamente la historia de su equipo, su vinculación fundacional al padre Lorenzo Massa, ‘incansable alentador de los muchachos’, su nacimiento en el Oratorio San Antonio bajo la protección de la Virgen María Auxiliadora, de cuyo manto adoptó los colores rojo y azul que hoy pasea con orgullo por el mundo uno de los clubes más grandes y bohemios de Argentina.

Desde que era sacerdote de sotana abotonada desde el cuello hasta el suelo, padre jesuita, arzobispo de Buenos Aires y cardenal, vivió el sentimiento cuervo a flor de piel, jamás ocultó su advocación a San Lorenzo, considerando sus viejos y nuevos templos como escenarios de una fe paralela. Pues Jorge Mario Bergoglio, que fue el sacerdote que ofició la misa del centenario del club en 2008 (siendo ya cardenal), recibiendo el título de socio honorario, supo administrar sus dos vocaciones con total equidad. Hoy con perfil de moneda viva, como Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, envía a todos los miembros del Pueblo de Dios un mensaje muy personal. A imagen y semejanza de su segunda fe, se muestra como un pequeño Ciclón con el sueño y firme propósito de cambiar la Iglesia e iniciar la revolución de la ternura. Todo ello sin renunciar a su sentimiento cuervo, tendiendo puentes entre Boedo y Roma, para muchos cambiando una tendencia histórica e intercediendo, ahora que está más cerca del cielo, para que la gloria regrese a San Lorenzo.

Cuentan en Boedo que desde que el padre Bergoglio se convirtió en el Papa Francisco, en las botas de Romagnoli, Ortigoza, Kalinski, Villalba, Martín Cauteruccio, las manos de Leo Franco, viaja la divina providencia. No en vano son muchos los fervientes seguidores del Ciclón los que comienzan a ver señales en el cielo, sin ir más lejos en la habitual suelta de palomas tras el ángelus, un cuervo atacó a una de ellas. En lo que muchos quisieron ver como un mal presagio, una lucha entre el bien y el mal, los hinchas del Ciclón ven la metáfora viva de las dos pasiones del Papa, la paloma de la fe católica devorada por el sentimiento cuervo de Bergoglio. Es más, cada vez son más numerosos los que sostienen que los colores de la Guardia Suiza, no corresponden a los tradicionales de los Medici: azul, rojo y amarillo, sino que representan al azul y rojo de San Lorenzo y al amarillo papal, llegando incluso tan lejos como para asegurar que no pasará mucho tiempo hasta que luzcan en su pecho el escudo del Ciclón de Boedo.

Y es que a estas alturas en el Nuevo Gasómetro se consolida la idea de que Jorge Mario Bergoglio es mucho más relevante por su condición de hincha cuervo que por su condición de sucesor de Pedro, pero nadie renuncia a que el Pequeño Ciclón de Roma siga intercediendo para que San Lorenzo, siga reconquistando su sueño y vuelva a brillar tras décadas de decadencia como uno de los cinco grandes del fútbol argentino.

Foto 1: teinteresa.es

Foto 2: schnauzi.com