País de contrastes, de mezcla de culturas, de sensaciones, de olores... Así es Marruecos, sede de la Copa Mundial de Clubes 2014. Un lugar donde se interponen el progreso y las tradiciones profundamenten enrraizadas en una sociedad mayoritariamente musulmana. La ambigüedad del burka islámico reflejado en un cristal de un restaurante de comida rápida. La lucha entre lo que fueron y lo que son.

Porque Marruecos se ha convertido en los últimos años, sin duda, en la gran puerta de África hacia Occidente. O al menos así lo reflejan las calles más transitadas de algunas de sus ciudades más importantes como Rabat, Casablanca o Marrakech, donde podemos encontrar negocios muy populares, como si de una estampa de la Gran Vía madrileña se tratase.

No es casualidad pues que este antiquísimo reino africano haya sido designado desde 2013 sede de un importante torneo a nivel internacional como es el Mundial de Clubes. La FIFA, como ya sabemos, no deja nada a la improvisación. Su localización es inmejorable ya que no supone grandes desplazamientos para las mayores estrellas de la competición, su clima es soleado aún en el mes de diciembre y los precios de las entradas pagados en dirhams, la moneda nacional, muy asequibles.

Zapatilla del Real Madrid en el bazar de Marrakech

Además, nuestro país vecino está experimentando un creciente interés en lo que a fútbol se refiere. En sus calles y en su gente se puede respirar una pasión por el deporte rey muy similar a la que sentimos en el viejo continente. De hecho, si estás paseando por la medina de alguna de estas ciudades es habitual la pregunta "y tú, ¿eres del Madrid o del Barça?", apenas reconocen nuestro acento español. Es su forma de vender los miles de productos de su gran bazar, pero también de acercarse a una cultura futbolística que, cada vez, les causa más fervor.

Pero si hay un conjunto por el que los marroquíes sienten especial devoción, grandes equipos españoles al margen, ese es el Raja Casablanca, club que aglutina el mayor número de seguidores del país. 'El equipo del pueblo', así se le conoce, ha obtenido grandes logros en los últimos años, siendo el más importante de ellos su clasificación a la final del pasado Mundial de Clubes disputada "en casa" contra el Bayern de Münich, perdida por 2-0.

Pintada en una obra de Marrakech

A pesar de la importancia de este club, Casablanca aún no ha sido designada sede del trofeo, honor que este año ha recaido en Marrakech y Rabat. La primera ciudad ya fue organizadora en la edición de 2013, mientras que la segunda, capital de Marruecos, es nueva en estos menesteres y llega para sustituir a Agadir, que no repite participación.

Marrakech, el caos hecho ciudad

Imaginen un desierto, con sus dunas, su sol y, en medio de la nada, sus oasis. Experimenten la sensación de vacío y de alivio al encontrar una civilización donde creiais que sólo veríais arena. Todo eso, pero al contrario, es Marrakech. Tráfico desorbitado, un burro donde antes había un coche, olores de mil especias distintas, vendedores de dientes, encantadores de serpientes...Y, en medio del caos más absoluto, un oasis de paz en forma de jardines con wifi ilimitado.

Y es que esta ciudad bien podría describirse como la mejor máquina del tiempo. En ella puedes pasar del Siglo XVIII al Siglo XXI con solo recorrer 500 metros, los que separan a su medina de Gueliz, la parte nueva, donde residen la mayoría de extranjeros desplazados a Marrakech. Si lo que deseas, en cambio, es que el tiempo se congele, tu lugar es su famosísima plaza de Jemaa El Fna, una plaza donde todos los días son fiesta, donde el transcurrir de las semanas no afecta a su afluencia, donde nunca sabes si ha llegado la madrugada hasta que finalmente sale el sol. Allí se concentra lo mejor, y también lo peor, de una ciudad que a buen seguro no dejará indiferente a nadie.

Vista de Jemaa El Fna de noche

Su estadio pertenece más bien a la parte remodelada, ya que su construcción se finalizó hace sólo tres años, en 2011. Le Grand Stade de Marrakech da cabida a más de 45.000 personas, de las cuales 36.000 están a cubierto, y acoge los partidos del Kawkab, equipo principal de la ciudad, fundado en 1947. En este estadio también ha disputado el conjunto nacional de Marruecos algunos encuentros de clasificación para la Copa de África.

Además, este año repite participación y encuentros en la Copa Mundial de Clubes. La semifinal que jugará San Lorenzo de Almagro, los partidos por el quinto y el tercer puesto, y la final del torneo serán los encuentros a disputar en el Grand Stade, exactamente los mismos que ya albergó en la edición de 2013, donde el vencedor fue el Bayern de Guardiola.

Capital del reino desde su independencia

A diferencia de Marrakech, donde el color predominante es el marrón, Rabat viste sus calles y edificios de un blanco casi impoluto, como si de una isla griega se tratara. Y es que, a pesar de estar bañada por el Océano Atlántico, la capital de Marruecos es la localidad del país con mayor influjo mediterráneo, lo que se debe a las diversas conquistas sufridas a lo largo de la historia por ser una ciudad portuaria.

Desde la arquitectura hasta la distribución de las calles, pasando por su zoco (mercado típico de los países árabes) están influenciados por esta mezcla de culturas y, sobre todo, por el inexorable avance del progreso, alejando a Rabat de sus raíces más profundas y separando su imagen del país al que pertenece. Por fortuna, la capital de Marruecos aún conserva altos minaretes que nos recuerdan que estamos pisando tierra firmemente árabe.

Como capital del reino, esta ciudad tiene el honor de contar con el segundo estadio más grande del país, el Complexe Sportif Prince Moulay Abdallah, un complejo multiusos inaugurado en el año 1983. Aunque este mérito más que a un motivo administrativo, se debe más bien a la importancia del principal club que alberga, el FAR Rabat. 'Les Millitaires', como se les conoce (FAR son las siglas de Forces Armées Royales) han conquistado desde su creación, en 1958, doce ligas nacionales, once Copas de Marruecos y una Liga de Campeones de la CAF, entre otras cosas. En este estadio también disputa sus encuentros el FUS Rabat, un conjunto mucho más modesto que el anterior, aunque en 2010 se alzó campeón de la Copa Confederaciones de la CAF, el torneo homónimo de la Europa League en África.

Foto: fifa.com

Gracias a su remodelación en 2001, el Estadio Moulay Abdallah albergará en los próximos días cuatro encuentros: la repesca, los dos partidos de cuartos de final, y, el más importante de todos, la semifinal que enfrentará al Real Madrid con el ganador del Cruz Azul FC - Western Sidney Wanderers FC. La afluencia, por lo tanto, está más que garantizada, el reto ahora es llenar los 52.000 asientos de los que dispone este gran complejo.

Aunque este año se estrena como sede del torneo, este estadio ya tiene experiencia en la organización de competiciones de gran magnitud, ya que fue una de las dos sedes en que se disputó la Copa Africana de Naciones en 1988.

Última ocasión de mostrarse al mundo

Tras un periplo de dos años por tierras marroquíes, todo parece indicar que la próxima temporada la Copa Mundial de Clubes volverá a Japón por Navidad. La FIFA suele designar la sede del torneo de manera bienal por lo que el honor de ser el organizador de la competición recaerá en breve en otro país. La nación nipona ya se ha ofrecido voluntaria, junto con India, para albergarla, sólo falta que el máximo organismo del fútbol se pronuncie al respecto.

Por todo esto, en Marruecos cuentan ya las horas que quedan para que eche a rodar el balón. Desde ese instante, todos los focos del planeta apuntarán hacia el reino donde Europa se funde con África, donde la hospitalidad es ley y el fútbol, rey, con permiso de Mohammed VI. Quedan menos de quince días para que el torneo abandone el país rumbo a Asia. Mientras tanto, ¡disfruten del caos más armonioso del mundo!, ¡disfruten de Marruecos!