El San Lorenzo de Almagro se encuentra quinto en la clasificación que recoge a los equipos con más títulos de campeón en la Liga Argentina. Tan sólo cuatro históricos como Boca Juniors, River Plate, Independiente y Racing Club de Avellaneda aventajan en este aspecto al legendario combinado azulgrana de Buenos Aires. Como bonaerenses, a Los Cuervos les ha tocado, indefectiblemente, vivir a la sombra de los dos grandes equipos de la capital, quienes, a lo largo de sus brillantes trayectorias, han ejercido una sombra demasiado alargada sobre un equipo que, independientemente de los logros de sus contrincantes, jamás ha posado su espada en el suelo como símbolo de rendición.

A lo largo de sus más de 100 años de historia, la leyenda del club del barrio de Boedo se ha ido construyendo a pasos lentos pero medidos, siempre de forma certera y sin echar la mirada atrás. Futbolistas de inmenso talento han dejado su huella en su identidad, pero, sin embargo, son aquellos que lucharon (y luchan) por besar con orgullo el escudo del San Lorenzo cada domingo los que han escrito con letras de oro el nombre del equipo entre los cinco grandes del apasionado y batallador fútbol argentino. Todos ellos, símbolo del orgullo azulgrana de Buenos Aires. Todos ellos, guerreros inapelables en busca de la victoria. Todos ellos, héroes.

Héroes primogénitos

Si existe un jugador que puede ser nombrado como el portador inicial de la heroicidad del San Lorenzo, ese no es otro que el carrilero izquierdo José Fossa. Con quince temporadas con Los Cuervos a sus espaldas (realizó su debut en 1919 y se retiró en 1934 portando la misma camiseta), este versátil futbolista de banda ocupó, durante su carrera, todas las parcelas del flanco izquierdo azulgrana, y se convirtió en el primer gran capitán de la historia del club, siendo todavía el quinto jugador que más encuentros ha disputado con la camiseta del San Lorenzo, pese a ser superado recientemente por el astro Leandro Romagnoli. Durante la presencia de José Fossa en la plantilla del equipo de Buenos Aires, éste venció en dos ediciones de la antigua Copa Aldao (1922 y 1927) y, en el último suspiro de su carrera, logró proclamarse campeón de la Primera División Argentina, en 1933. Fossa fallecería el 9 de octubre de 1967 a la edad de 65 años.

Tras José Fossa, el siguiente ídolo que bañó de gloria las tardes de fútbol en el Viejo Gasómetro no fue otro que el futbolista vasco Ángel Zubieta. Formado en la cantera del Athletic Club de Bilbao, Zubieta se vio obligado a emigrar de España debido al estallido, en 1936, de la Guerra Civil que asolaría al país durante tres largos y miserables años. La índole dramática de su llegada a Argentina convirtió, si cabe todavía más, a Ángel Zubieta en un héroe desgarbado, fino y extravagante, que recorrió la banda derecha del San Lorenzo durante más de una década. En 1946, fue el capitán del histórico equipo que se alzó campeón de Argentina y, progresivamente, se convirtió en una de las mayores leyendas del equipo azulgrana.

Al término de su periplo como futbolista del San Lorenzo, regresó a España para cerrar su carrera profesional en el Deportivo de La Coruña, el cual sería su último y definitivo club como jugador. Actualmente, Zubieta se mantiene como el tercer jugador que en más ocasiones ha vestido la zamarra del equipo bonaerense, y cabe destacar que también llegó a debutar con la selección española, disputando dos encuentros como internacional. Su fallecimiento tendría lugar en 1985, a la edad de 67 años, en la misma Buenos Aires.

Ilustres en el clímax

La época más brillante de la historia del San Lorenzo de Almagro fue vivida entre el último lustro de los años 60 y los comienzos de los 70, cuando el equipo azulgrana logró cosechar hasta cuatro títulos de campeón de Argentina. Durante los años más fructíferos de la larga trayectoria de Los Cuervos en el fútbol argentino, la presencia de una serie de jugadores fue fundamental a la hora de certificar su dominio en la máxima competición albiceleste, un dominio que se vería por completo derruido con la marcha de esa generación dorada alrededor de 1975.

La zaga de San Lorenzo por aquel entonces estaba cubierta por Sergio Villar, quien defendió los colores del equipo entre 1968 y 1981 y, todavía hoy, es el jugador que en más ocasiones ha vestido la zamarra azulgrana. Este defensor uruguayo, apodado El Sapo, fue toda una institución en el centro de la zaga del equipo, combinando su explosiva fiereza al corte con su efectividad y seriedad en las marcas y apoyos y su elegancia en el manejo y salida de balón. Fue, durante casi tres lustros, el eterno capitán de un equipo que lo vio nacer como futbolista pero no retirarse, puesto que su última temporada como profesional la disputó en el Club Atlético All Boys de Segunda División.

Roberto Telch, magia en el barrio de Boedo (Foto: Goal).

El creador de fútbol por excelencia en el mejor San Lorenzo de la historia no fue otro que Roberto Telch, un fino centrocampista nacido en Córdoba con un amplio sentido táctico del juego y una visión que le permitía abarcar una gran parcela del campo y dar libertad casi total a los futbolistas que se situaban por delante de él. Telch fue la manija que dirigió a los mejores Cuervos y que, en esencia, permitió brillar a tantos atacantes. Apodado El Oveja, fue internacional habitual con la selección argentina entre 1965 y 1975, y clave también en la participación albiceleste en el Mundial del 74. En 1975 abandonaría San Lorenzo para retirarse en la Segunda División de su país. Hace escasos dos meses, concretamente el 12 de octubre, se conocía que Telch fallecía a los 70 años de edad en Buenos Aires, la ciudad que lo vio brillar portando el escudo de San Lorenzo de Almagro.

Sin embargo, es imposible poder llegar a comprender al equipo azulgrana que brilló durante una década sin examinar a fondo su cupo de atacantes, sus máquinas de hacer goles. En primer lugar, retrocediendo algo en el tiempo hasta comienzos de los 60, nos encontramos a José Sanfilippo, máximo goleador histórico de San Lorenzo que volvió al equipo en 1972, ya a punto de retirarse, para finalmente proclamarse campeón argentino. El Nene Sanfilippo fue un punta a la antigua usanza, matador y sin escrúpulos, que logró anotar también 21 goles con su selección en tan solo 29 intervenciones, disputando, eso sí, tanto el mundial del 58 como el del 62.

Héctor Scotta, un goleador de leyenda (Foto: La Revista del Ciclón).

En sucesión a Sanfilippo, llegó a Buenos Aires otro delantero de instinto asesino, de nombre Rodolfo Fischer. Durante su larga estancia en el club, Fischer contó con dos compañeros de aventuras en ataque, ambos brillantes en su medida. Entre 1965 y 1969, fue el legendario Héctor Veira quien lo acompañó en la punta de San Lorenzo, mientras que, tras la salida de Veira, sería Héctor Scotta quien lo complementaría. Entre Fischer y Scotta llegarían a sumar más de 280 goles en total con la camiseta del equipo azulgrana argentino. Además, este último todavía ostenta el récord que lo acredita como el jugador que más goles ha conseguido anotar en una única temporada a nivel mundial, con una brutal cantidad de 60 goles en la temporada 1975, la cual lo catapultó a la selección argentina al igual que a sus compañeros de ataque.

Caída y resurrección

Tras el título conseguido en 1974, San Lorenzo entraría en una dinámica descendente que no cesaría hasta 1981, cuando se convertiría en el primero de los cinco grandes en perder la categoría. Racing Club sería el segundo dos años después, mientras que River Plate e Independiente lo harían, respectivamente, en 2011 y 2013, manteniéndose actualmente Boca Juniors como el único que ha disputado todas las temporadas en la máxima categoría sin haber descendido. Pese a todo, San Lorenzo no tardaría en recuperar la categoría, puesto que al año siguiente ya confirmaría su ascenso y su consiguiente regreso a la Primera División argentina.

Alberto Acosta, un punta sufridor como pocos (Foto: Prensacasla).

Pese a mantenerse regular, no sería hasta 1995 cuando San Lorenzo lograría regresar a la senda del éxito, proclamándose campeón del Trofeo Clausura en el ya nuevo modelo de competición. En la construcción del equipo campeón brilló, pese a no formar parte de la plantilla ese mismo año, el delantero Alberto Federico Acosta, sexto máximo goleador histórico del equipo y que atravesó hasta cuatro etapas diferentes en San Lorenzo, todas ellas alternadas con pasos fugaces por otros equipos. La relación de Acosta con el equipo de sus amores siempre fue romántica hasta un punto inexpugnable, retirándose finalmente en Buenos Aires sin haber conseguido ningún título. Sin embargo, sí se proclamó campeón de la Copa América 1993 con la selección argentina y de numerosos torneos tanto en Chile con la Universidad Católica como en Portugal con el Sporting de Lisboa.

Ya en la última década de historia del club, si hay un nombre que destaca sobre todos los demás es el de Leandro Romagnoli. Genio y figura, este polivalente mediapunta se ha consolidado como una leyenda y una institución en el seno de la entidad azulgrana que ha logrado el Torneo Inicial de 2013 y, mayormente, la extraordinaria Copa Libertadores que los trae a este Mundialito de Clubes. Romagnoli representa, actualmente, algo más que el simple fútbol. En él se encarnan las ilusiones, sueños y frustraciones de decenas de generaciones que amaron con toda su alma al San Lorenzo de Almagro. Y en sus botas está la recompensa a todos ellos.

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Sobre el autor
Adrián Viéitez
Periodista vigués. Colaboré con la edición española de VAVEL.com entre abril de 2013 y enero de 2016, cubriendo la información del Celta de Vigo. Además, colaboré asiduamente con as secciones de Tenis, Premier League y Cine.