Intentar resumir en unas pocas líneas el conflicto entre palestinos e israelíes supondría una falta de respeto. Para explicar una animadversión mutua gestada a lo largo de todo un siglo probablemente no bastaría con escribir un libro. Sin embargo sí se pueden destacar unos cuantos hechos que permiten empatizar – al menos en parte– con cualquier persona que se vea implicada en el terrible problema que se vive en la otrora Tierra Prometida.

Claves históricas

Palestinos ante el éxodo de 1948 (Foto: palestineremembered.com)

El movimiento sionista nace a finales del siglo XIX, como consecuencia de las persecuciones que sufre la población judía en Europa del Este. Este movimiento defendía la reagrupación de la población hebrea – procedente de la diáspora– en Palestina, entonces perteneciente al imperio otomano y ocupada por ciudadanos de origen islámico.

Cuando a finales de la Primera Guerra Mundial los británicos ocuparon Palestina el porcentaje de ciudadanos de origen judío en la zona se situaba en torno al 10% de la población. Durante las dos décadas posteriores y a causa de la persecución que llevaron a cabo los nazis en toda Europa, la inmigración judía que sufrió el territorio palestino llevó a incrementar ese porcentaje hasta un 30%. El cambio en el patrón poblacional provocó un desequilibrio que agudizó las tensiones de origen religioso entre árabes – cuya mayoría menguaba a pasos agigantados– y judíos. La gestión por parte del gobierno británico dejó mucho que desear, recibiendo presiones de ambos bandos y respondiendo con promesas que rara vez se cumplían. Los estallidos de violencia entre grupos militantes de ambos bandos, cada vez más frecuentes en las décadas de 1930 y 1940, motivaron la retirada del gobierno británico, que dejó en manos de la ONU la resolución de un conflicto que no había hecho sino comenzar.

Según Naciones Unidas Palestina se debería dividir en dos estados que dispondrían de una extensión de territorio parecida, quedando Jerusalén bajo soberanía internacional. La Liga Árabe se opuso frontalmente al plan, amenazando con una ofensiva militar si aquel se llevaba a cabo. Por fin, el 14 de mayo de 1948 se proclamaba el estado de Israel de acuerdo con el plan propuesto por la ONU, que se lavó las manos y no activó ningún tipo de recurso para prevenir la anunciada reacción árabe. Durante los siguientes 15 meses Israel vivió en guerra contra los países de tradición islámica que le rodeaban, en una lucha que a cada minuto se teñía más y más de política y menos de religión. Por fin, en 1949 se firmó un armisticio mediante el que se regulaban los territorios, pasando la Franja de Gaza y la actual Cisjordania – llamada Ribera Occidental por los israelíes y que se correspondía con las históricas Judea y Samaria– a ser ocupadas por Egipto y Transjordania – la actual Jordania– respectivamente. El resto del antiguo territorio palestino así como la parte occidental de Jerusalén quedaban en manos de Israel, mientras que los jordanos recibían la zona oriental de la ciudad. Los palestinos, más de 700.000, se convierten entonces en refugiados en los estados vecinos, los cuales los mantienen aislados en campos sin ningún tipo de integración en la sociedad.

No resultó ninguna sorpresa que los países con ideología islamista hubiesen atacado a Israel. Sin embargo resulta como mínimo chocante que no se ocupasen de facilitar una adecuada hospitalidad a los ciudadanos palestinos que se encontraban sin territorio ante el éxodo a que estos se veían abocados.

La situación resulta especialmente angustiosa para los niños, quienes una vez que viven un bombardeo ya nunca serán los mismos

En mayo de 1967, en la denominada Guerra de los Seis Días, Israel se hace con Cisjordania, la Franja de Gaza y la parte oriental de Jerusalén. A partir de esta fecha comienzan a construirse asentamientos judíos en Gaza y Cisjordania, punto clave en la disputa que a fecha actual todavía no ha sido posible resolver. En el año 2005 fueron desmantelados todos los asentamientos judíos establecidos en Gaza, lo que implicó a un total aproximado de 8.000 personas, provocando tremendas tensiones internas en Israel tras la arriesgada decisión de su primer ministro Ariel Sharon. En Cisjordania quedan en la actualidad unos 250.000 judíos establecidos en los asentamientos por lo que su desmantelamiento se antoja inviable. Con toda seguridad una decisión similar a la que en su día tomó Ariel Sharon desencadenaría una guerra civil.

A mayores, Palestina reclama la parte oriental de Jerusalén, así como la posibilidad de que los refugiados de 1949 y sus descendientes sean recibidos en territorio israelí. De manera especial es en este último punto en el que las posiciones se encuentran más enfrentadas. En el caso de acceder Israel a la petición perdería su mayoría de población judía, algo a lo que las autoridades no están dispuestas bajo ningún concepto. Benjamin Netanyahu, Primer Ministro israelí, no acepta tampoco la solución de los dos estados que ya se planteó por primera vez en 1948. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Rabiosa y triste actualidad

Hoy en día ambos bandos sostienen que desean la paz pero los hechos reflejan otra realidad, con diferencias que parecen completamente irreconciliables. Los reproches al bando rival son permanentes, con continuos cruces de acusaciones que no hacen sino enconar las posturas. Expresiones y términos como ‘Yihad Islámica’, ‘escalada de violencia’ o ‘Intifada’ han llegado a formar parte del vocabulario habitual cuando se habla del conflicto entre palestinos e israelíes. Organizaciones como Hamas o Fatah son nombradas en casi cualquier informativo de carácter internacional. Ramala, Jericó o Hebrón han alcanzado una fama equiparable a la de cualquier capital europea.

Los escombros forman parte del día a día en Gaza (Foto: palestinalibre.org)

Con todos estos condicionantes parece una utopía pensar en una paz a corto – o incluso medio– plazo. El apoyo de Estados Unidos a Israel se ve también como un obstáculo importante, pese a que en la actualidad 135 de los 193 países que integran la ONU reconocen a Palestina como estado independiente. La reciente orden del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de retirar a Hamas de la lista de organizaciones terroristas ha sido acogida con júbilo por el grupo islamista, mientras que Netanyahu se ha expresado en términos opuestos definiendo a Hamas como un grupo terrorista sanguinario cuyo objetivo no es otro que la destrucción de Israel. El pasado día 19 de diciembre se vivió un nuevo episodio bélico cuando varios aviones israelíes atacaron el sur de la Franja de Gaza en respuesta al lanzamiento de un cohete palestino. Afortunadamente solo se lamentaron daños materiales, sin víctimas en ninguno de los dos bandos.

Angustia, miedo y odio

Desde el punto de vista palestino la situación se sigue viviendo con pesimismo y, sobre todo, con mucho miedo. Los medios de comunicación israelíes, como no puede ser de otra forma, se encargan de difundir a bombo y platillo los atentados contra ciudadanos judíos. En cambio, las masacres que arrasan a la población palestina apenas son mencionadas. La operación ‘Margen Protector’, desarrollada en julio de 2014, causó 2.200 fallecidos entre la población musulmana de Gaza. Pese a este escalofriante dato, existe otro todavía más revelador. Más de 529.000 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares, destrozados por los bombardeos. Durante este tipo de operaciones los ataques se vuelven insoportables pero en época de supuesta tregua las bombas continúan cayendo. Para los palestinos vivir simplemente es sinónimo de resistir, intentar evitar por todos los medios lo que ellos consideran un intento de exterminio.

El rostro de los niños de Gaza, fiel reflejo de la barbarie (Foto: palestinalibre.org)

En estas circunstancias parece muy complicado salir adelante. Todo aquel que consigue sobrevivir se encuentra con que alguien de su familia ha muerto. La situación resulta especialmente angustiosa para los niños, quienes una vez que viven un bombardeo ya nunca serán los mismos. Las pesadillas nocturnas forman parte de sus vidas desde ese instante y para siempre. La pérdida de sus progenitores, por desgracia, es algo habitual entre los niños de Gaza. Un escenario aberrante para el que ningún menor de edad se encuentra preparado. Evidentemente, las condiciones de la zona no permiten recibir ningún tipo de ayuda psicológica por parte de profesionales por lo que los gazatíes se crían en una atmósfera presidida por un miedo cerval. A medida que pasa el tiempo ese miedo se va transformando en odio, un odio tan profundo y enraizado contra quienes consideran sus acérrimos enemigos que constituye un manantial inagotable de violencia.

Bloqueo asfixiante

Por otra parte los bloqueos que sufre la Franja desde que Hamas tomó plenos poderes de Gaza en 2007 afectan al suministro de alimentos, combustibles, medicamentos y agua potable. Las dificultades para cruzar los pasos fronterizos a Israel o Egipto son extremas. El 65% de las familias sufre inseguridad alimentaria y la dependencia de la ayuda humanitaria alcanza al 80% de la población. Pero también se ven afectadas de manera dramática las exportaciones. Antes del bloqueo las familias de Gaza recibían importantes beneficios económicos gracias a la salida de fresas, cítricos y aceite. Con el sucesivo cierre de fronteras los únicos intermediarios para sacar los productos del país son empresas israelíes, las cuales fijan el precio que les interesa. Es por ello que la exportación ha dejado de suponer una fuente de ingresos, quedando los cultivos para autoconsumo o para venta en la misma Franja. Por supuesto el bloqueo también tiene lugar a nivel naval, afectando durísimamente al sector pesquero.

El bloqueo afecta también a los hospitales (Foto: palestinalibre.org)

La sanidad también se resiente, con apenas ocho horas diarias de electricidad para los hospitales. Durante el resto del día deben trabajar los generadores, que funcionan gracias al combustible israelí, cuyo precio resulta prohibitivo. El déficit de medicamentos y material sanitario también es notorio, con especial repercusión para tratar a los pacientes crónicos, oncológicos y hematológicos. Frecuentemente se precisa tratamientos que solo es posible lograr fuera de Gaza, necesitando los pacientes permisos especiales que tardan semanas en tramitarse y que en no pocas ocasiones llegan demasiado tarde.

En 2009 tres jugadores perdían la vida en uno de los ataques sobre Gaza

Israel sostiene que el bloqueo es una herramienta legal y que de ningún modo puede levantar las restricciones, culpando a Hamas de convertir Gaza en un bastión militar. De ese modo consideran que su seguridad no estaría a salvo con la libre circulación entre fronteras, básicamente porque todo el material que entrase en Gaza no sería empleado para las necesidades de las familias, sino para reforzar el poder de la organización. Y las posibilidades de levantamiento del bloqueo disminuyen cada vez que se produce un atentado cerca de los pasos fronterizos. En cualquier caso Israel asegura que la actual circulación de mercancías dista de suponer una asfixia para los gazatíes. No hay ninguna duda con respecto a la divergencia de posturas en este aspecto.

Hito futbolístico

Aun con todo el dramatismo que acarrea la situación, los palestinos sienten auténtica devoción por el fútbol. La ocupación británica hace casi un siglo dejó, entre otros legados, la pasión por el deporte rey. Ya en los años 20 se jugaba al fútbol en territorio palestino, existiendo clubes árabes, judíos y otros formados por personal de la policía británica y soldados que servían en la zona.

Su selección nacional, reconocida por la FIFA en 1998, logró durante el pasado mes de junio un hito histórico al conseguir clasificarse por primera vez para participar en una fase final de la Copa de Asia. Fue durante la AFC Challenge Cup disputada en las Islas Maldivas, torneo al que no concurren las principales potencias asiáticas y que otorga a su vencedor el premio gordo de poder enfrentarse a los grandes en el torneo continental por excelencia, que en 2015 se disputará en Australia. Palestina derrotó por 1-0 a las Islas Filipinas en la final de la Challenge Cup, conquistando el título y el billete para el país oceánico. En el mes de julio alcanzaron el puesto 85 dentro de la clasificación de la FIFA, el más alto nunca logrado. Actualmente han descendido hasta el 113.

El conflicto azota al fútbol

Las connotaciones que rodean a la selección de Palestina la convierten en un caso único dentro del mundo del fútbol. Disputó por primera vez un partido de carácter internacional como local el 26 de octubre de 2008, cuando recibió a Jordania en el estadio Faisal Al-Husseini de Al-Ram, situado en Cisjordania. El 3 de junio de 2011 llegaría el siguiente paso, al afrontar por primera vez en territorio palestino un encuentro de clasificación para un mundial. Fue ante Afganistán y terminó con empate a un gol, logrando la clasificación para la siguiente ronda. Pero los auténticos problemas para esta selección llegan a la hora de viajar. En ocasiones resulta complicado configurar una lista de jugadores debido a que aquellos que participan en la liga local se encuentran con numerosas dificultades a la hora de conseguir el correspondiente visado. Las autoridades israelíes aplican con dureza las restricciones a la hora de viajar sobre los ciudadanos islámicos de Cisjordania y la Franja de Gaza, circunstancia que afecta también a los futbolistas. De hecho los únicos convocados de las ligas locales proceden de Cisjordania, territorio con menos conflictos que Gaza. No resulta extraño, por el contrario, encontrarse en el equipo a jugadores que actúan en ligas como la sueca, la china o la canadiense, cuyos trámites administrativos resultan infinitamente más sencillos.

El conflicto con Israel también ha costado más de un disgusto al fútbol palestino. En 2009 tres jugadores perdían la vida en uno de los ataques sobre Gaza. Sonado también fue el caso de Mahmoud Sarsak, arrestado en julio de 2009 por las fuerzas israelíes en el paso fronterizo de Eretz cuando viajaba a Cisjordania con todos sus permisos en regla. De acuerdo con su versión se le acusó sin ningún tipo de prueba de pertenecer al grupo radical de la Yihad Islámica. Encarcelado durante 3 años, sufrió interrogatorios acompañados de violentas torturas que le llevaron al hospital en cinco ocasiones. Sus palabras no pueden ocultar un profundo odio hacia las autoridades israelíes:

“Cada seis meses me llevaban ante un tribunal que decidía en menos de dos minutos, sin prueba alguna, que yo era una amenaza para la seguridad israelí, y que tenía que permanecer en prisión durante otros seis meses”.

Tras declararse en huelga de hambre durante 3 meses y ante las presiones internacionales fue liberado y devuelto a Gaza:

“La prisión era una tumba para vivos, así que decidí arriesgarme a morir, iniciando una huelga de hambre para intentar recobrar mi libertad.”

El apoyo de famosos como Ken Loach y Eric Cantona resultó primordial para que la campaña para su liberación finalizase con éxito.

Otro caso relevante fue vivido por Samah Maraabeh, de solo 22 años, durante este mismo año. Maraabeh fue acusado por la Agencia Israelí de Seguridad de contactar con un integrante del brazo armado de Hamas durante una gira que llevó a cabo la selección Palestina por Irak. A su regreso a Israel el futbolista palestino fue detenido y encarcelado durante ocho meses, siendo liberado hace pocos días. Sus problemas con las autoridades israelíes le impedirán participar en la Copa de Asia, al igual que le obligaron a perderse otras competiciones menores en las que participó Palestina durante el segundo semestre de 2014.

Samah Maraabeh, acusado por Israel de tratar con el brazo armado de Hamas (Foto: sportps.ps)

Y con respecto a los actuales integrantes de la selección, no cabe duda de que sus mentes no pueden centrarse en el fútbol todo lo que deberían. La gran mayoría poseen familiares y amigos en Gaza quienes, en mayor o menor medida, se ven afectados por los bombardeos. Fallecidos, hogares destruidos, hambre y miseria golpean de una u otra forma también a los futbolistas, pese a considerarse afortunados por no vivir en primera persona los ataques.

Un rayo de esperanza

De cara a la fase final de la Copa de Asia Palestina debe presentar una preselección el día 29 de diciembre, algo que dadas las circunstancias no parece sencillo. Sus rivales en la fase de grupos serán Japón, Jordania e Irak. A priori, las posibilidades de clasificación para la siguiente fase son mínimas pese a los ajustados marcadores que Palestina viene cosechando en amistosos ante rivales como Arabia Saudí o Uzbekistán.

La afición palestina se dejará ver en la Copa de Asia (Foto: palestinalibre.org)

Aun con todo, el único objetivo de la selección, tal y como ha declarado su guardameta Ramzi Saleh, consiste en enviar un mensaje de sensibilización hacia el resto del mundo. Que todo el planeta se entere de que Palestina continúa viva y que la destrucción provocada por el conflicto bélico no será suficiente para acabar con ellos. Por primera vez han conseguido clasificarse para la máxima competición continental de selecciones y su participación no puede pasar desapercibida.

Aun con todo, el verdadero trofeo les espera en casa, en el territorio que durante siglos fue suyo y sobre el que algún día esperan recuperar la autonomía, aunque solo sea de forma parcial. La solución al conflicto con Israel no parece próxima y quizá, como declaró Blatter en su visita del pasado mes de mayo a Ramala, el fútbol pueda generar algún tipo de vínculo entre Israel y Palestina. Una oportunidad, quizás única, para ayudar a eliminar para siempre las horrendas escenas que se viven día tras día entre el río Jordán y el Mar Mediterráneo.

Fuentes consultadas:

-Isabel Pérez, Hispan TV, eldiario.es

-Jen Marlowe, TomDispatch.com / Rebelión(Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández)

-Blogs.periodistadigital.com: La verdad sobre el cierre-bloqueo de Gaza

-www.fifpro.org

-www.elmundo.es

-www.historiasiglo20.org