Atatürk era una caldera, un hervidero de voces que gritaban para alentar al Besiktas el día en que cumplía 112 años y en que, además, podía clasificarse para los cuartos de final de la Uefa Europa League si lograba darle la vuelta al 2-1 que el Brujas cosechó en la ida.

Empujado por la atmósfera creada y la necesidad de buscar el tanto, el Besiktas salió decidido a tener el balón, a elaborar con calma y buscar entrar por las bandas con incorporaciones de los laterales. Sin embargo, la primera ocasión fue para el equipo visitante cuando Pedro Franco intentó dejar de cabeza para su portero, Tolga Zengin. El balón se quedó corto y De Sutter encaró por primera vez al guardameta turco. Necip Uysal se tiró al suelo para impedir el remate del delantero belga, cuyo golpeo en segunda instancia logró despjarlo Zengin.

Los turcos lo intentaban sin ser capaces de convertir el dominio en peligro, hasta el minuto once cuando, tras un recorte en el pico del área, Gokhan Töre disparó raso al palo corto y Matthew Ryan se estiró para sacar la mano y  despejar. Entonces, el partido entró en una larga fase de impasse, interrumpida por un remate de De Sutter a centro de De Bock que se marchaba unos centímetros a la derecha del arco que defendía Zengin.

Tras el tedio, la obra de arte

Como en un pacto tácito entre los espectadores y los actores -en este caso, los 22 futbolistas-, Ramón Motta decidió compensar, tras la reanudación, la soporífera primera parte que el público había tenido que soportar regalándole un soberbio disparo con la zurda desde 25 metros que voló por el cielo de Estambul directamente hacia la escuadra izquierda de la portería belga dándole esperanzas al Besiktas, al que ponía por delante y al que bastaba con mantener el resultado para lograr la ansiada clasificación.

Nada más lejos de la realidad. 13 minutos tardó el Brujas en igualar el tanteo y volver a ponerse por delante en la eliminatoria. En el minuto 60, un cabezazo de Simons en un balón dividido en el centro del campo se convirtió en un pase a la espalda de la defensa al que llegó De Sutter antes que nadie. El ariete definió cómodo ante la tardía salida de Zengin, quien nada pudo hacer ante el remate tocadito al palo  derecho que besaba la red ante la incrédula mirada de la afición turca.

Cambian las tornas

A partir del gol el dominio, que había pertenecido principalmente -aunque de forma tímida y estéril- a los otomanos, pasó a manos del equipo belga. Llegaron entonces ocasiones para Gedoz o Meunier. Fueron pasando los minutos y en el 79, Refaelov filtraba un pase precioso entre los centrales para Bolingoli-Mbombo, quien sorteó la salida de Zengin y empujó el cuero al fondo de las mallas.

Debía entonces el Besiktas anotar tres goles para clasificarse -ya no había prórroga posible- y sus intentos de ataque dejaban muchos huecos en la retaguardia. Gedoz estuvo a punto de marcar el tercero tras una jugada de fútbol sala entre Oularé y Vormer, pero Zengin logró atrapar esta vez. En el minuto 89, con el partido languideciendo ante la poca esperanza otomana y el control belga, un nuevo fallo en cadena de la defensa turca dejó nuevamente a Bolingoli-Mbombo solo frente a Zengin. El joven atacante definió con el interior de su bota izquierda al palo largo, allí donde el guardameta turco no podía llegar, y terminó de sentenciar el partido y la eliminatoria.

Bolingoli-Mbombo anotó en el 79 y en el 89 aniquilando las esperanzas turcas

Aún hubo tiempo para que el Besiktas se quedara con uno menos por la absurda expulsión de Sahan en el descuento, para una nueva ocasión visitante -Vormer, solo ante Zengin no acertó a poner la puntilla- y para que la afición señalara con el dedo al que consideran gran culpable de la eliminación. No es otro que su portero y capitán Tolga Zengin, quién se llevó una sonora pitada en una de sus últimas intervenciones.

El Brujas, único equipo invicto en la competición, sella su clasificación para unos cuartos de final a los que se enfrentará con licencia para soñar.