Probablemente Götze no era ni de lejos el futbolista más decisivo del mejor Borussia Dortmund de Jürgen Klopp, pero sí era la llave de su ataque posicional. El mediapunta alemán, talentoso, fino y elegante como él solo, suponía un contrapunto interesante a la verticalidad de los borussers, pues el propio Klopp define el buen fútbol como "velocidad, verticalidad, agresividad en su justa medida". Cuando Mario recibía el balón, gozaban de ese momento de pausa siempre necesario, que solo los elegidos están capacitados para dar. Götze se fue, y con él se llevó la llave, y quizás abrió el camino a un Dortmund totalmente vertical, juntando en tres cuartos a los puñales Reus, Aubameyang (o Kuba) y con el llegador Mkhitaryan aprovechando las dejadas de Lewandowski por el carril central. Henrikh es continuidad, llegada y aparición desde segunda línea, pero no tiene el talento de Götze. Con él en el rol de '10', será un Borussia diferente. 

Pero Klopp no se resigna a mantener su idea. El hijo pródigo, Nuri Sahin, ha vuelto a casa, pese a que en ningún momento ha vuelto a ser el que dejó Dortmund como mejor futbolista de la Bundesliga. Ni en Madrid, ni en Liverpool, ni en este corto tiempo de su segunda etapa en Alemania. Klopp se empeña en que Sahin y Gündogan sean compatibles, para poder mandar a Ilkay a la mediapunta y seguir teniendo un genio por detrás. Así podría perpetuar la esencia de Götze. Con ciertos matices, pues Gündogan no es '10', es '5' y eso en la mediapunta se nota. El rol de '10' requiere mayor agilidad gestual y mejor gestión de las recepciones de espalda, entre otras cosas. La pausa y la calidad la tiene, y es más ágil que Sahin, por lo que se adecúa mejor a la mediapunta. El alemán, de orígenes turcos, en ese sentido idéntico a Sahin pero internacional con la Mannschaft , de momento no rinde tanto por delante como en el centro del campo. De todos modos, se intuye que la idea, con Sahin en forma, funcionaría.

El problema es que Sahin está pero no está. Muy falto de forma, no encuentra el ritmo, todos sus gestos denotan pesadez y no logra influir en los partidos. Esto llegó a un punto dramático en el partido frente al Augsburgo, encuentro solventado por Aubameyang, por otra parte. Sahin no aparecía, no recibía, y cuando lo hacía no conseguía pesar en el partido. En un puesto de tanta importancia y en el que se necesita tanta constancia como es el mediocentro, es una sensación casi mortal. Gündogan se vio obligado a bajar a recibir, actuando casi como un interior, y por momentos Sahin tuvo que irse hacia delante para no estorbar. El partido de Nuri, se entiende, fue horrible. Y es una pena, porque un jugador de su talento tiene mucho por dar.

Nadie sabe si se volverá a ver al mejor Sahin, si conseguirá recuperar su nivel o si será otro genio roto por las lesiones y la inconstancia, como muchos otros que nunca llegaron a ser lo que pudieron ser por diferentes motivos (Deisler, Gourcuff...), pese a estar en el que él mismo reconoce como su escenario ideal, en el único en el que se siente plenamente a gusto, en el Westfalenstadion. Götze se fue, pero Sahin es la clave para que Klopp pueda conservar algo cercano a la pausa de Mario, que hizo de su mejor Dortmund un equipo especial, introduciendo a Gündogan en lo que fue el territorio del pequeño fantasista. El inconveniente es que este Sahin, en su estado actual, es más un problema que una solución. Y lo tiene casi todo para ser lo segundo. Menos el físico.