Con la Europa futbolística pendiente de la disputa del gran Clásico del fútbol español, en Alemania, el país de moda en el balompié europeo, con sus estadios enormes y llenos, su juego atractivo, su gran capacidad para vender el producto, sus clubes que son auténticas máquinas de hacer dinero, su competitividad y su fútbol-negocio, en definitiva el paradigma del fútbol moderno, se disputaba el derbi de la cuenca del Ruhr, un partido presente en la historia del balompié alemán, una rivalidad intensa y pasional. Schalke y Borussia Dortmund medían sus fuerzas en el majestuoso Veltins Arena de Gelsenkirchen. 

Tras perder a su pausa, Jürgen Klopp ha construido un equipo a su imagen y semejanza en el bando borusser, un batallón de combate que irrumpe a la carga cuando suenan las trompetas que indican el inicio de una contienda. Un ejército de asesinos al espacio, puñales que matan al recuperar la bola y transitar con ella, extremos velocísimos y profundos, el llegador Mkhitaryan en la mediapunta y Lewandowski dando sentido al juego con sus apoyos. Maestros del fútbol de contragolpe, especialistas en la idea del extécnico del Mainz, que define su estilo como "velocidad, verticalidad, agresividad en su justa medida". Por tanto, intentar tener el balón contra ellos puede ser una temeridad.

Para visitar al archirrival, el BvB sacó todo su arsenal. Sin el motor Gündogan ni tampoco el carrilero diestro Piszczek, Klopp optó por Grosskreutz en el lateral derecho y Sahin como eje. Mientras el turco poco a poco deja sensaciones de mejoría, pese a su evidente falta de ritmo, Kevin es un extremo rápido, de no excesivo nivel técnico, trabajador, vertical y con recorrido. No es un excelente centrador pero aporta en ataque, ganando línea de fondo, mas su espalda es descuidada en muchas acciones. El entrenador podría haber compensado su presencia con el trabajo defensivo de Kuba, pero el extremo diestro fue para Aubameyang, uno de los atacantes más rápidos del mundo. 

El Borussia Dortmund es un equipo basado en su sistema de contragolpe. Pura verticalidad y velocidad

La premisa era simple: presionar, robar y correr. Quizá lo más lógico por parte de los mineros hubiese sido entregarles el balón y replegarse atrás, para eliminar riesgos y espacios, y eso daba a entender el once de Keller. Mandó a Aogo, lateral, al centro del campo junto a Neustädter, y a Kolasinac, otro defensa, como interior en la línea de tres del 4-2-3-1. Con Kevin-Prince Boateng, Draxler y Szalai como únicos elementos ofensivos, todo indicaba que el Schalke se cerraría. Al menos sobre el papel.

Pero no fue así. Los borussers gozaron de facilidades para hacer lo que mejor saben y más les gusta, correr. La presión de los amarillos generó dudas en la salida de balón desde atrás de los de Gelsenkirchen, que atenazados por el miedo a las pérdidas y al sistema de contragolpe del Dortmund cometieron numerosos errores. Además, sufrieron una notoria falta de calidad en el centro del campo, lo que provocó que las combinaciones no fueran fluidas, pues faltaba dinamismo, agilidad y técnica. Es decir, los envíos eran presas fáciles para las recuperaciones del rival. 

Ante las dudas en la salida de balón del Schalke, el BvB robó e hizo mucho daño al espacio

En el contexto favorito para sus virtudes, el partido fue muy cómodo para los de Klopp. Destacó la figura de Mkhitaryan, presente en todos los goles. Aubameyang empezó a decantar el encuentro rematando una rapidísima triangulación entre el armenio y Reus, aunque el Schalke pudo empatar desde el punto de penalti. Weidenfeller se convirtió en el salvador de su equipo en tan comprometedora jugada. La primera mitad dejó un saldo positivo para los borussers, muy superiores a sus oponentes. 

Era solo cuestión de tiempo que el BvB pusiera más tierra de por medio en el marcador al volver de vestuarios. Con Mkhitaryan en modo superestrella, una conducción del mediapunta, empedernido llegador que casa a la perfección con el estilo del subcampeón de Europa, dejó a Sahin el balón franco para romperla desde la frontal y marcar uno de los mejores goles del fin de semana europeo. 0-2 y el duelo encarrilado con cierta facilidad.

El mediapunta llegador Henrik Mkhitaryan fue la figura del partido

Entonces apareció un chico apenas 18 años, poseedor de un talento descomunal y que parece no arrugarse ante nada ni nadie. Como aquella noche en que se presentó a Europa, Max Meyer entró en el enfrentamiento y lo cambió al momento, aprovechando los desajustes defensivos del Dortmund. Una de sus arrancadas propició un disparo a bocajarro de Szalai, y en el rechace, el bisoño Max puso el 1-2 y metió a los suyos en el partido, demostrando su nivel futbolístico y también su competitivo carácter.

Para lamento de los locales, el momento de Meyer no duró mucho más. Klopp estuvo rápido para dar entrada a Kuba por Aubameyang. El polaco aporta un trabajo defensivo clave en el entramado borusser, a diferencia del gabonés, que aún no ha adaptado los automatismos necesarios en esta faceta. Con Błaszczykowski sobre el campo, el BvB cerró el partido. Una espectacular conducción de, quién si no, Mkhitaryan, culminó con recepción de Kuba en el costado diestro para fusilar a las redes de Hildebrand y poner el 1-3 que sentenció el derbi. 

El grupo de contragolpeadores de Klopp se impuso en el derbi de la cuenca del Ruhr practicando su idea principal, el fútbol de contraataques y transiciones rápidas, para ganar con cierta comodidad y facilidad. Rompiendo en manada al espacio, gritaron "welcome to the jungle" y demostraron que son, probablemente, el mejor equipo de Europa cuando se trata de atacar a campo abierto y hacer daño al contragolpe.