La sensación de la Bundesliga visitaba hoy el estadio del conjunto más goleado del torneo y se volvió para casa compuesta y sin novio. Si bien es cierto que la buena racha del Leverkusen llegó a su fin la semana pasada tras caer en casa frente al Frankfurt, nada hacía presagiar que el frágil Werder fuera a suponer un gran escoyo para los chicos de Hyypiä en su persecución al Bayern. Sin embargo, en esta ocasión no saltó al campo el Werder al que estamos acostumbrados. Esta vez había una tensa charla entre bastidores, un intenso trabajo de la defensa durante la semana, una atmósfera positiva y, sobre todo, el regreso de una pieza clave: Sebastian Prödl.

El guión de la primera mitad fue el esperado

El lavado de cara del Werder Bremen no vino por parte de un sorprendente juego combinativo o una revolución táctica de Dutt. Fue más una cuestión de actitud, de moral y de amor propio. Después de encajar 20 goles en los últimos cinco choques, ya era hora de echar el cerrojo atrás y a eso se dedicaron los bremenianos. Encerrados en defensa, regalaron el balón al Leverkusen y trataron de salir siempre a la contra liderados por la musa del Weser, Aaron Hunt, y el killer Nils Petersen, cuya escopeta se encasquilló en varias ocasiones del encuentro.

Por su parte, el Leverkusen tenía el arma, el esférico, pero ninguna bala. Las cabezas de Son, Kießling y compañía se congelaron con el frío del norte de Alemania y la inspiración no llegaba. Algún disparo desde la frontal o alguna falta lejana fueron los únicos e insuficientes argumentos del Leverkusen para llevarse los tres puntos durante la primera mitad.

La complacencia del Leverkusen desató al Werder

Tras la vuelta de vestuarios, no hubo cambios. Ni de jugadores ni en el juego. El Leverkusen seguía llevando la batuta del partido pero el Werder era el que disponía de las ocasiones. ¡Y qué ocasiones! Más de uno se tiró de los pelos al ver fallar por partida doble a Petersen frente al portero. El ‘24’ bremeniano es capaz de lo más difícil, como es librarse de dos jugadores del Leverkusen dentro del área, y puede fallar lo inexplicable mandando el balón a las nubes en el mano a mano. El Bayer no reaccionaba a los ataques del Werder. Aaron Hunt golpeaba con su martillo una y otra vez la zaga visitante. En el minuto 74, uno de sus contragolpes acabó con el esférico muerto en el punto de penalti y Santiago García lo colocó con clase a la derecha de Leno, que solo pudo hacer la estatua. Locura en el Weserstadion y cortocircuito en la maquinaria del Leverkusen, que a falta de 15 minutos para el pitido final, no logró poner en aprietos a su rival. Desdibujado fin de año liguero para el gallito de la Bundesliga que, a 7 puntos del líder y con un partido más, puede empezar a despedirse de un torneo que ha pasado a convertirse en quimera.

Sorprendente fin de fiesta en el Weserstadion

Los instantes finales del encuentro se acabaron convirtiendo en una fiesta. Los aullidos del público jaleando a sus jugadores se mezclaban con las celebraciones de los goles del Mainz 05 en el campo del Hamburgo. Estos tres puntos no solo suponen alejarse de los puestos peligrosos de la tabla, sino adelantar al eterno rival en la misma. Pero esa no fue la única anécdota del último encuentro del año. Los jugadores bremenianos se reunieron en el centro del campo, se vistieron de Papá Noel y comenzaron a repartir balones por los distintos sectores del público. Además, Robin Dutt, muy tenso durante todo el encuentro, se dio un baño de masas acercándose a la grada a saludar a los aficionados y regalar su bufanda.

El Werder cambió su camiseta para la ocasión

El diseño del escudo del Werder Bremen sufrió en el día de hoy una simpática variación. Como cada año en Navidades, el habitual rombo que envuelve la W de Werder dio paso a un árbol de Navidad.

Foto Bargfrede: kicker.de

Foto Papá Noel: kreiszeitung.de

Foto camiseta Werder: werder.de

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Sobre el autor
Jaime Segura
Periodista. Futbolero. Tele5, Marca y Gestiona Radio, entre otros proyectos. Redactor en la sección de Bundesliga. Bremeniano de adopción.