Por segunda vez esta temporada, el derbi del norte se convertía en un duelo de urgencias entre dos equipos históricos que no pasan por su mejor momento. El Werder Bremen, en una situación delicada a sólo dos puntos del descenso, habiendo ganado sólo uno de los diez últimos partidos disputados en la Bundesliga. El Hamburgo, en promoción de descenso y metido de lleno en el lío, en una de sus peores crisis deportivas de la historia y muy cerca del infierno de la 2. Bundesliga. En el campo, unos de verde y otros de rojo, pero con presente y un futuro deportivo de un color mucho más oscuro que el de sus equipaciones.

Los derbis son especiales y la intensidad con la que los protagonistas saltan al campo convierten cada uno de ellos en un auténtico partidazo. Los de Bremen salieron a morder desde el minuto uno, ya que una victoria ante su máximo rival supondría una doble inyección de moral. Con un juego combinativo, llegaban hasta el área de Adler siempre a través de la banda de Hunt. El primer tiro a puerta tardó en llegar, pero vino acompañado del primer gol del partido. En el minuto 19, Prödl daba un excepcional pase de tacón a Junuzovic por encima de la defensa, que este aprovechaba para tumbar a Adler y rematar a puerta vacía, llevando la locura a las gradas del Weserstadion.

El planteamiento del Hamburgo volvió a mostrar lagunas, especialmente en defensa. En el minuto 23, Petersen estaba a punto de hacer el segundo, cuando tras un jugadon por la banda derecha, rompía a Djorou y se plantaba solo ante un gran Adler que sacaba una buena ocasión de gol. El Werder Bremen se dejó jugar, y se plantó en su campo a esperar al Hamburgo. Jiracek y el incansable Calhanoglu dieron algo de vida a su equipo pero con poca suerte. Al filo del descanso, el turco generaba la mejor ocasión para su equipo, con un gran disparo desde el pico del área que Wolf tocaba lo justo para que se estrellara en la madera.

Dos minutos con el juego parado por el humo de una bengala

Con el inicio de la segunda parte, los papeles se invirtieron y fueron los hombres de Slomka los que tomaron el mando del encuentro. Tras dos minutos con el encuentro parado por el humo de una bengala tras la portería de Adler, Van der Vaart, que había salido por Rincón, cogió la batuta del equipo para buscar el empate. El control no se tradujo en ocasiones, y todas las aproximaciones de los visitantes fueron frenadas por una defensa soberbia. Al drama de resultado, los hanseáticos tuvieron que lamentar la lesión de Rajkovic, que se rompió solo y tuvo que abandonar el campo en camilla con ostensibles gestos de dolor.

Junuzovic, una pesadilla

El Hamburgo se fue desinflando poco a poco y los de Robin Dutt buscaron matar el partido. En el minuto 68 estuvieron a punto de conseguirlo, cuando Junuzovik cruzaba demasiado un uno contra uno y estrellaba el balón en el palo. Unos minutos más tarde, Jiracek sacaba en la línea de gol un testarazo de Santiago García a la salida de un córner. Con el tiempo casi cumplido, de nuevo Junuzovic tuvo la oportunidad de cerrar el partido, pero con Adler como último obstáculo mandó el balón a las nubes.

Al final, el derbi del norte se quedó en casa y el Werder Bremen respira con una nueva victoria seis jornadas después. El Hamburgo sigue mejorando con la llegada de Mirko Slomka al banquillo, pero la fragilidad de la defensa es la misma que hizo caer a Van Maarwijk. La próxima jornada se verá las caras con el Eintracht de Frankfurt, mientras que el Werder Bremen viajará a Núremberg para buscar una nueva victoria ante un rival directo.