Típico partido de vuelta tras una victoria abultada en la ida. Con la eliminatoria prácticamente sentenciada, Alemania salió sin tensión, y Ucrania, miedosa y sin intención de buscar la remontada épica, esperando no recibir una goleada que los pusiera en evidencia.
Ter Stegen y Shevchenko, meros espectadores
Alemania arrancó dominando a una selección ucraniana que se dedicó a embotellarse atrás y ver como su rival tenía la pelota. El objetivo era claro: No encajar más goles.
Para los teutones pasaban los minutos con el balón siempre en campo contrario, pero sin crear ocasiones. Los laterales, especialmente Da Costa se sumaban al ataque pero sin sorprender a la férrea defensa ucraniana, que no salía de su campo. Geis enviaba en largo a Volland y Jonas Hofmann que se mostraban imprecisos por la falta de tensión, y solamente Max Meyer intentaba desequilibrar cada vez que recibía el balón en los escasos huecos que cedía el equipo contrario.
Con el paso del primer cuarto de hora, los visitantes despertaron y comenzaron a crear peligro por las bandas, especialmente con un inspirado Karavayev que desbordaba una y otra vez a Schulz, aunque todos sus centros terminaban esfumándose. Fue este peligro por fuera el que obligó a los laterales alemanes a replegarse y dejar de aportar en campo contrario.
Y así transcurrieron los minutos hasta el descanso. Ucrania defendía con un 4-1-4-1 y salía rápido por las bandas, ya que por el centro, solamente Malyshev se ofrecía en la salida, mientras que Yurchenko y Buyalskiy veían pasar los minutos sin tocar el balón, y Budkivskiy, referencia en ataque, se preocupaba más de tapar las salidas de Knoche que de rematar los centros de sus compañeros.
Un cambio que revoluciona el partido
Al descanso, Horst Hrubesch sacó del campo a Jonas Hofmann, que había perdido prácticamente la totalidad de los pocos balones que tocó, para dar entrada a Bittencourt. Con el extremo del Hannover en el campo, Alemania encontraba la verticalidad que en la primera mitad no había existido. El recién ingresado se asociaba con Meyer, y encaraba cada vez que tenía el balón. Fruto de su descaro comenzaron a llegar ocasiones, frustradas la mayoría con buenas paradas de Shevchenko.
Las sustituciones no parecían surgir tanto efecto en el cuadro ucraniano, ya que incluso fueron perdiendo mordiente al retirar a Bolbat, dejando el total protagonismo del ataque a Karavayev, que lideraba todas las contras de su equipo.
El partido se seguía animando. Alemania probaba a balón parado con Geis, y la banda izquierda seguía siendo su principal arma ante una pasiva defensa ucraniana. Así llegaron un par de remates claros de Philipp Hofmann, que se mostraba lento y tosco de cara a gol.
Toda la emoción condensada en el final del partido
El encuentro terminó de manera explosiva. Con todas las sustituciones realizadas, Alemania terminó formando con Geis, Stark como pivotes, y Kimmich de enganche. Pese a ser un trío bastante más defensivo que el inicial, curiosamente se creó peligro por el centro, inexistente hasta entonces, con varias jugadas que terminaron en paradas de Shevchenko de nuevo.
Y llegó el minuto 89, cuando todo parecía condenado al 0-0, un centro de Bittencourt, era rematado por Volland que ponía a su selección por delante en el partido. Prácticamente, era la primera cosa bien que hacía el atacante del Hoffenheim en todo el encuentro. Y dos minutos después, ya en el descuento, y de nuevo los mismos protagonistas hacían el segundo. Volland probaba suerte, pero el balón era rechazado por el portero, que veía como Bittencourt lo remataba a la red.
La nota negativa la puso el que había sido el mejor jugador de Ucrania, Karavayev, cuando el el minuto tres de descuento realizaba una fea entrada que suponía su expulsión inmediata por roja directa.
Cinco cero en el global, que permite a Alemania viajar a la próxima Eurocopa sub 21, en la que serán uno de los favoritos a optar por el título. Habrá que esperar para conocer cuántos de los jugadores que ayudaron a que su equipo llegase hasta la fase final del torneo estarán en la lista definitiva de Hrubesch. Desde luego, el míster no lo tendrá fácil.