Alemania vivió una época gloriosa en los setenta guiada por Franz Beckenbauer. Difícilmente volveremos a ver un defensa con su clase. Sin embargo, su influencia en el fútbol de su país acabaría siendo casi tan perjudicial como productiva.

Esa selección de los setenta alcanzó la gloria jugando con dos centrales potentes, buenos marcadores y muy físicos que protegían y facilitaban la salida de balón al Kaiser. Además, Alemania jugaba con dos pivotes defensivos para aumentar esa protección sobre el líbero. A la hora de atacar, el juego a excepción de la salida de balón de Beckenbauer, era muy directo. Por ello, jugaba con un delantero potente, corpulento y que dominaba el juego aéreo que se adaptase a esa idea de juego.

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Esa gloriosa etapa del fútbol alemán había pasado y con deseos de revivir ese pasado, se nombró a Beckenbauer como seleccionador. El kaiser, seguía creyendo en esa idea de juego que tan perfectamente ejecutaba el junto a sus compañeros. Pero en el fútbol, y esta es una de las grandezas de este deporte, hay que renovarse. Su equipo no carburaba y seguía practicando un fútbol muy pragmático. El relevo en la selección lo tomó Verti Vogts. En principio, y como más tarde se acabaría demostrando, la mannschaft no iba a experimentar ningún cambio. ¿Por qué? Vogts había compartido vestuario con Franz y al igual que él creía en esa idea que les había llevado a la gloria. Uno de los mejores ejemplos, es que en partidos trabados o que se encontraba en desventaja, en lugar de buscar desatascar el partido, lo que hacía era quitar al jugador creativo del terreno de juego y acumular delanteros arriba para practicar un fútbol aún más directo. Eran otros tiempos y la selección alemana todavía no se había ni siquiera planteado ese cambio de estilo y mentalidad.

Todo comenzó tras el mundial de Corea y Japón en 2002. Cuando la canarinha derrotó con dos goles de Ronaldo en la final. Es cierto que tuvo bastante influencia el error de Oliver Kahn, héroe alemán por aquel entonces. Pero el juego vistoso exhibido por Brasil parece que hizo reflexionar .

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Se tomó la decisión, esa renovación era necesaria. Ahora solo faltaba encontrar al hombre idóneo para realizar dicha tarea. No valía cualquiera, debía ser alguien que confiase ciegamente en esa idea, que ignorase completamente al mundo (prensa, críticas…) y se centrase únicamente en el cambio. Alguien así solo podía ser Jürgen Klinsmann.

En el historial del ya retirado ex delantero del Bayern y la selección alemana, ya figuraban algunos incidentes con la prensa. Nada más aceptar el cargo, Klinsmann declaró que Kahn no tenía asegurado el puesto y tanto él como Lehmann pelearían por defender la portería. El que acabaría jugando sería Jens Lehmann. Ese carácter y personalidad para sacrificar a una vaca sagrada, solo la tenía Klinsmann y aunque esa decisión no agradó a prácticamente nadie, para eso se le contrató.

Se acercaba la gran cita y todo eran críticas hacia el seleccionador. La selección no terminaba de arrancar, los resultados no llegaban y el que Klinsmann viviese en Estados Unidos tampoco ayudaba. Pero llegó la gran cita y Alemania sorprendió a propios y extraños. La mannschaft deleitó a todo el mundo con su fútbol combinativo y vertical. Tan solo Italia en la prórroga privó a los locales de disputar contra Francia la final de su mundial. Alemania fue tercera pero se celebró como si hubiesen conseguido su cuarta estrella. Klinsmann lo había logrado. Pese a las críticas siguió creyendo y acabó convirtiendo a un país de ateos. Todo el país se quedó en shock cuando el seleccionador anunció que terminaba su andadura como seleccionador germano. El relevo lo tomó Joachim Löw, quien había sido el segundo de Klinsmann. Löw continuó con esa idea y por eso el fútbol alemán ha llegado a convertirse en lo que es a día de hoy.

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Se podría decir que a partir de ese cambio se formaron dos estilos dentro del fútbol alemán. Se puede diferenciar por un lado el juego del Bayern de Múnich y por otro lado el del Borussia Dortmund.

En principio el juego del Bayern es mucho más asociativo que el del Borussia. Además de ser más asociativo también es más pausado, es un juego que busca crear una constante superioridad respecto al contrario y valiéndose de esa superioridad ir atravesando las líneas defensivas. Una de las principales diferencias en comparación con el estilo borusser es que en numerosas ocasiones el Bayern al igual que ya hacía en su momento el Barça, mueve la pelota de un lado a otro para intentar desordenar al rival y en cuanto ve que es el momento, es decir, encuentra el espacio, acelera para romper esa línea defensiva propuesta por el rival.

En cuanto al Borussia Dortmund, tan solo hay que ver cuál es la filosofía que tratan de inculcar desde las categorías inferiores. “Cada pérdida de balón es una nueva ocasión para presionar”. El conjunto de Dortmund trata de imprimir una mayor intensidad y ritmo al partido. Sin balón trata de ahogar mediante la presión al enemigo y con el balón aunque su juego también es combinativo es mucho más vertical y lanza contras vertiginosas en las que la transición defensa ataque se hace muy rápido casi sin dejar tiempo para reaccionar al equipo contrario.

La afición alemana se había acostumbrado a una selección que jugaba siempre igual, un futbol directo, físico y sin alicientes de cara al espectador. Ahora en cambio, las cosas han cambiado y la mannschaft cuenta con jugadores capaces de jugar y dominar cualquier estilo de juego. Esto ha provocado que la afición alemana haya empezado a no conformarse y a exigir más al equipo. Siendo conscientes del potencial que tiene el país en cuanto a jugadores se refiere es algo normal.

Pero el público no quiere cualquier cosa y ya son numerosas las críticas que ha recibido el equipo por madurar demasiado las jugadas. El aficionado alemán quiere ser el dueño del balón y dominar los partidos pero siendo un equipo vertical que busque la portería contraria. No un equipo que se queda aumentando el porcentaje de su posesión en el centro del campo. Las críticas no cesaron ni siquiera durante el mundial de Brasil en el que la mannschaft logró por fin su cuarta estrella. Gran parte de esa verticalidad se perdió con la utilización de Höwedes y Boateng como laterales. Se renunció a dar más profundidad con jugadores como Durm y Lahm que ocupó la posición de mediocentro. Daba la impresión de que Löw quería fortalecer la defensa pero en muchas ocasiones lo que sucedía era que el equipo quedaba partido.

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Una vez terminado el Mundial y con la marcha de la selección de jugadores como Lahm, Klose… Löw ha vuelto a utilizar laterales puros y está comenzando a dar entrada más a menudo a jugadores como Schurrle, más verticales pero no exentos de calidad. El tipo de jugador que le gusta al aficionado y que además representa al pueblo alemán trabajador y combativo. Algo que no impide que esta selección siga deslumbrando al mundo entero ya con vistas puestas en la próxima Eurocopa.