Imprevisibles. Si hubiese que definir los primeros meses de Roger Schmidt al frente del cuadro aspirinero, esa sería la palabra que mejor se amoldaría a lo visto en el BayArena hasta la fecha. Un equipo capaz de perder ante el más débil de los rivales, y solo tres días después completar un partido impecable ante un rival de su altura. Este hecho unido a la indudable dosis de espectáculo ofrecido por los renanos partido sí, partido también, convertía su choque en San Petersburgo en uno de los más atrayentes de la cuarta jornada de la Champions League. La ida, disputada hace dos semanas en Alemania, fue favorable a los locales, pero ésta vez el frío ruso pondría en una prueba aún mayor al camaleónico equipo de la Bayer. ¿Qué versión mostraría esta vez?

No por poner más delanteros…

No tenía el Bayer Levrkusen excesiva exigencia por conseguir la victoria, sin embargo, ya antes de que el partido comenzase, Schmidt sorprendió a todos alineando a la vez a cinco hombres puros de ataque. Kiessling en punta; Son, Bellarabi y Brandt detrás de él formando una línea de tres y Calhanoglu (que hasta hace un año partía como delantero centro en el Hamburgo) acompañando a Bender en la línea de medios. Parecía entonces claro pronosticar que el Bayer saldría a por todas, buscando la meta rival con insistencia, jugando muy intensos en campo rival, pero nada más lejos de la realidad.

Faltas, fueras de juego e interrupciones, el partido fue una infructífera batalla por cada palmo de terreno de juego

Con el pitido inicial del árbitro los visitantes formaron, dando a conocer sus cartas. Muy juntos, muy compactos, dejando pocos espacios por cubrir y cediendo, si así era necesario, la iniciativa a los rusos. El Leverkusen, pese a lo que parecía en un principio, no iba a tener prisa por marcar, y el Zenit pronto se haría con el dominio. Los de Villas-Boas, obligados en parte por la presión visitante, buscarían jugar en largo, intentando que sus talentosos hombres de arriba conectaran una jugada. Por su parte, los germanos aguardaban agazapados, esperando su oportunidad para salir con ataques rápidos. Dispuestos los planes de juego, se empezó a desarrollar el partido, o eso pensaron los espectadores del mismo.

Faltas, fueras de juego, parones e interrupciones, muchas interrupciones. Infumable. La primera parte apenas ofreció nada que echarse a la boca. Solo Danny, con dos grandes balones al hueco, puso algo de magia, pero Kerzhakov, bien por Leno, bien por su falta de tino, no supo materializarlas. Alternancia en el control y asociaciones que brillaban por su ausencia. Incapaces de elaborar nada, el partido fue una infructífera batalla por cada palmo de terreno de juego, sin premio, sin recompensa, sin espectáculo. 45 minutos largos, que tras un breve alargue, se irían al descanso.

Schmidt diseña, Son ejecuta

El segundo tiempo pareció comenzar con otro aire, pero pronto los equipos volvieron a la guerra de la primera mitad. Schmidt, viendo el cáliz que estaba tomando el partido, decidió entonces retirar del campo a un desdibujado Brandt, para dar la alternancia al siempre inteligente Josip Drmic. El cambio supuso también una variación en el dibujo de los aspirineros, que pasaron a formar con un 4-4-2, con Drmic y Kiessling arriba y Son y Bellarabi en los costados. Con este once, el Leverkusen, al que el empate valía, dio un pasito atrás, dejando toda la iniciativa a los rusos.

Una falta centrada muy lejana donde la pizarra de Schmidt funcionó a las mil maravillas

No obstante, el cuadro entrenado por Villas-Boas, un poco más ofensivo que en la primera mitad, era incapaz de fabricar nada en ataque. Este hecho, sumado a la creciente aparición de espacios en la retaguardia local, decantó ligeramente un partido que, llegado el minuto 60 por fín se abriría. Una falta centrada muy lejana donde la pizarra de Schmidt funcionó a las mil maravillas: pase raso de Calhanoglu a la frontal, recibe Bellarabi que sale de espaldas al área y la deja de cara para Son, quien de tremendo disparo, la clava en la meta rusa. Una auténtica maravilla de jugada ensayada con el que el Leverkusen ponía tierra de por medio.

El Zenit estaba contra las cuerdas, y Drmic, muy móvil, no hacía más que poner en jaque a la pareja de centrales. Las salidas rápidas al contragolpe por parte de los germanos se estaban convirtiendo en un problema difícil de solucionar, y más cuando apenas cinco minutos del primer gol, Son sentenció el encuentro. Una sensacional jugada de contragolpe, en la que intervinieron prácticamente todos los jugadores de ataque, culminada letalmente por el surcoreano. Cinco minutos había tardado el Leverkusen en cortocircuitar a los rusos. Tras esto, cambios y prisas por parte del Zenit, que apenas llegó a maquillar el resultado a dos minutos de la conclusión del partido con el tanto anotado por Rondón.

Con pie y medio

Así concluiría un encuentro donde el Zenit, de nuevo, presentó mucha menos guerra de la que parecía en un principio. Jugaban en casa y tenían que ganar, pero se dejaron ir durante gran parte del partido y lo acabaron pagando muy caro. Dos genialidades colectivas del Leverkusen, culminadas por el surcoreano que ponen a los teutones con pie y medio en octavos de final.

Puntuaciones VAVEL Zenit - Bayer Leverkusen

Zénit (1) Bayer Leverkusen (2)
Lodygin 5 Leno 7
Anyukov 5 Donati 6
Lombaerts 5 Toprak 8
Garay 6 Spahic 6
Criscito 5 Jedvaj 7
Witsel 5 Bender 7
Javi García 5 Calhanoglu 7
Shatov 5 Barndt 5
Danny 7 Bellarabi 6
Hulk 4 Son 9
Kerzhakov 6 Kiessling 7
Suplentes
Rondón 6 Drmic 7
Ryayantev 5 Boenisch 6
Arshavin - Kruse -