Saltaban los dos equipos con la necesidad imperiosa de una victoria. Los locales, en caso de no conseguir la victoria, podían firmar un empate para su clasificación, mientras que los visitantes tenían que ganar sí o sí para poder lograr el pase a dieciseisavos de final, y, dependiendo del otro encuentro de grupo, podrían hacerlo incluso como primeros de grupo.

No obstante, los locales aunque no tenían por qué correr riesgos, fueron infinitamente mejores en la primera mitad, gracias sobre todo a la dupla formada por ambas bandas de Herrmann y Traoré, este último especialmente inspirado en cada ataque por el flanco derecho. De sus botas, salieron las mejores jugadas de ataque de los suyos y la defensa visitante se limitaba a resignarse ante la capacidad de desborde que exhibía el extremo.

El Zúrich se dedicó a defender como si un empate les valiera y a Sömmer solo se le vio cuando intervenía para repartir juego entre su defensa. De no ser por la mala suerte con los palos y la falta de olfato goleador de Hrgota en esta primera parte, el marcador podría haber sido escandaloso en el descanso.

Traoré y Hermann siembran el caos en la defensa

Con una presión muy alta para evitar a los visitantes salir con comodidad, los locales se limitaban a robar balones en zonas peligrosas y poder así salir con velocidad sobre todo por las bandas, donde el Zúrich tenía claramente el talón de Aquiles con unos laterales que se veían desbordados y las ayudas defensivas que brillaban por su ausencia y que no replegaban a tiempo para parar los arreones tanto de Hermann como de Traoré.

Aunque los dos jugadores del Gladbach fueron los más destacados, fue Traoré el que más peligro creó para los suyos. Primero desbordando a su oponente y poniendo un pase atrás que Raffael no conseguía mandar entre los tres palos y después con un lanzamiento que cruzaba en exceso y que no encontraba puerta por muy poco. No obstante, el asedio era tal, que el gol era cuestión de tiempo.

El tiempo se acabó para los visitantes cuando, alrededor del minuto 30 de partido, Herrmann recibía el balón dentro del área, regateaba al portero y empujaba a portería vacía para hacer el 1-0 más que merecido. El Gladbach, lejos de replegarse para guardar un marcador que les clasificaba como primeros, siguió acechando al rival y solo el palo, tras un disparo de Traoré, evitó que el luminoso se moviera de nuevo antes del descanso.

Hrgota desactiva el intento de reacción

Tras una primera parte en la que el Zúrich se limitó a defender, en la segunda los visitantes salieron con algo más de atrevimiento que, no obstante, no sirvieron para que llegar el gol ya que Etoundi, muy solo arriba, no conseguía inquietar a Sömmer con dos disparos muy tímidos.

Además de eso, hizo presencia en el encuentro el acierto de Hrgota, que consiguió meter todo lo que en la primera parte se le resistió. Primero, tras una gran pared con Raffael dentro del área, el ariete del Gladbach empujaba a portería vacía, en una jugada que la defensa del Zúrich no podía más que mirar. Dos minutos después, Raffael pudo ampliar aún más la ventaja en un mano a mano que Da Costa conseguía desbaratar con un paradón.

Pero a la tercera fue la vencida. Otra vez Hrgota conseguía batir al guardameta visitante con una auténtica obra de arte. Recibía el balón frente al portero y ante la salida del cancerbero, el delantero se sacaba de la manga una vaselina perfecta que entraba llorando en la potería. 3-0 y un partido sentenciado ante un rival que mostró una indolencia nada propia de un equipo que se jugaba la clasificación.

El Gladbach consigue así clasificarse para los dieciseisavos de final de la Europa League con un gran partido y una superioridad con la que manda un aviso a todos los rivales de la competición. Con el fichaje de Traoré, el habilidoso Herrmann y el olfato de Hrgota, tiene pinta de que los alemanes van a llegar muy lejos en el torneo europeo. Habrá que ver si los sorteos son benévolos con ellos y pueden tener algo de suerte para poder avanzar en las eliminatorias.