Los gorritos de navidad de los niños que acompañaban a los jugadores a la salida del túnel de vestuarios, el escudo en forma de árbol de navidad del cuadro bremeniano... la navidad está aquí. Un tiempo de fiestas, un tiempo familiar, pero también un tiempo en el que la Bundesliga pone punto y aparte. Por delante, un mes de parón donde descansar, recuperar el esfuerzo de la primera vuelta y llegar con la mente fresca al inicio de año. Un descanso que seguro está deseando que llegue el Borussia Dortmund, que afrontaba su último choque del año ante el Werder Bremen con la necesidad de sumar una victoria, la cual les permitiría poder afrontar el proceso de recuperación alejados de la zona de descanso.

Pronta oscuridad

Dos minutos fue lo que tardo la tarde norteña en oscurecerse para el Borussia Dortmund. Dos minutos en los que Santiago García robó una pelota en su sector, salió veloz por el centro rompiendo la línea de medios y envió un pase preciso entre la pareja de centrales, para que Selke, en el mano a mano, definiera con un golpeo maravilloso. La cosa no podía empezar peor para los de Klopp, que con el paso de los minutos fueron acrecentando las malas sensaciones.

Desubicados, imprecisos, sin ritmo y hechos un verdadero flan en defensa, terrible imagen borusser

Ante un Bremen bien situado, con las ideas claras y sin hacer excesivos alardes de intensidad ni presión, el Dortmund naufragó por completo a orillas del río Weser. Desubicados, imprecisos, sin ritmo y hechos un verdadero flan en defensa, la imagen de las avispas llegó a ser hasta hiriente. Gündogan, solo al frente del navío, intentó tirar del barco, pero poco a poco fue contagiándose del mal momento de sus compañeros. Immobile, totalmente derrotado por un Lukimya superior físicamente, se pasó los minutos zafándose por intentar rascar algo de los pelotazos que merodeaban el área. La pareja de mediocentros, formada por Kehl y Kirch, anduvo todo el partido desubicada, sin saber que hacer arriba, sin dar seguridad atrás. Sin ocasiones, sin chispa, y lo peor de todo, dando una sensación de fragilidad mental difícil de superar, la agonía borusser se prolongaría prácticamente todo el partido.

Por su parte, el Werder Bremen, con muy poco, tenía el partido absolutamente controlado. Cómodos atrás, sin sufrir una sola ocasión, los innumerables errores no forzados del Dortmund en la entrega les permitían prodigarse en ataque. Con cada recuperación, los veloces Selke y Lorenzen, acompañados de Bartels, salían como flechas, y la sensación de peligro fue continua. Lorenzen, tras una gran maniobra, cerca estaría de hacer el segundo antes del descanso, y Selke, en otra buena escapada, puso a prueba la atención de Langerak. Sin embargo, el marcador no se movería, y el choque terminó yéndose al descanso con el 1-0.

Sin atisbo de reacción

El Dortmund estaba completamente off, por lo que Klopp no tardó mucho en intentar dar un lavado de cara al equipo. Con el comienzo de los segundos cuarenta y cinco minutos, Kehl dejó su puesto a Kagawa, retrasando a Gündogan a la zona de medios. Cambio ofensivo de Kloppo, que necesitaba un golpe de efecto en los suyos. En un principio el cambio pareció funcionar. La entrada del japonés agitó el choque, aumentando el ritmo de juego y desordenando ligeramente a los de Skrypnyk, pero las buenas sensaciones se desvanecerían muy pronto.

El control local era absoluto, sobre todo de la mano de un Davie Selke imperial

Haciendo gala de un gran carácter, los locales no se achantaron ante la crecida de su rival, y dieron un paso al frente en el partido. El cambio había fracturado ligeramente al Dortmund en medio campo, cosa que el Werder Bremen aprovechó para vivir minutos de verdadero dominio. El arreón había durado poco, y ahora era el Werder quien llevaba mayor sensación de peligro. Tanto fue así que llegado el minuto 61, Selke agarrón la pelota en medio campo, sentó a un desconocidísimo Mats Hummels con un pequeño quiebro y metió un centro raso al segundo palo, donde Bartels, solo por completo, fulminó a Langerak por abajo.

El tanto hundió por completo a los borussers y dio aún más alas al Werder Bremen. El control local era absoluto, sobre todo de la mano de un Davie Selke imperial, que se aprovechó la de autopista dejada por Schmelzer en el lado izquierdo para cuajar su mejor actuación de siempre en la Bundesliga. Tal era el dominio, que un tercer gol del Bremen parecía cuestión de tiempo. Sin embargo, llegado el 70, una jugada aislada de las avispas terminó en saque de esquina, Gündogan centró desde el banderín y Hummels, en plancha, metió el balón en el fondo de la red. Espejismo. El tanto apenas varió la situación de partido, y los 20 minutos finales solo sirvieron para ver como el Werder Bremen se aseaba ante un Dortmund totalmente inoperante.

Sin excusa, sin consuelo

Ni falta de acierto, ni desconcentraciones puntuales en defensa, ni lista larga de lesionados, no hay excusas, no existe el consuelo. El Borussia Dortmund completó uno de sus capítulos más grises de su reciente historia. No ya por la derrota, que también, sino por la terrorífica imagen del equipo. Un equipo moribundo, incapaz de responder, superado por sus propios miedos escénicos y el alarmante mal momento de forma que atraviesa la mayoría de los integrantes de la plantilla. Ahora llega el parón invernal. Más de un mes en el que poder desconectar, hacer balance y empezar el nuevo año con aires renovados. Un mes donde el Borussia Dortmund necesitará mirarse frente al espejo y empezar a recordar quien es y porque ha llegado hasta esta situación.

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Sobre el autor
Pacoco Alarcón
Enemigo de la bipolaridad y el fanatismo en el Periodismo deportivo.