En el partido que ambos disputaron en la primera vuelta ya comentó Pep Guardiola, técnico del Bayern de Múnich, en la rueda de prensa previa al encuentro, que se enfrentaban a un equipo con nivel de Champions. Un bloque sólido y muy peligroso cuando puede salir con espacios a la contra. Aquel día el Bayern imprimió un ritmo alto al inicio e hizo temblar al entramado defensivo del conjunto dirigido por Lucien Favre. Pero, con el paso de los minutos, los locales se asentaron en el verde del Borussia Park y empezaron a incomodar a los de Múnich, cerrándole los espacios en ataque y lanzándole rápidas transiciones. Algo muy parecido ha ocurrido hoy en el Allianz Arena, con la diferencia de que los potros han sido efectivos de cara a portería.

Del buen inicio a la lesión de Robben

Como cada tarde en el Allianz Arena, el Bayern de Múnich salió mandando en el juego, subiendo el ritmo del partido y atacando de forma vertical. El Gladbach, un equipo que se siente cómodo cuando todo es más pausado, no lograba asentarse en el campo. Los locales monopolizaban la posesión y buscaban atacar el repliegue defensivo visitante entrando por fuera. Hasta que apareció la lesión de Arjen Robben. El holandés, y más aún con la baja de Franck Ribéry, era a priori el encargado de desequilibrar y desatascar el partido para los muniqueses. En sustitución del tulipán entró Thomas Müller, un jugador más capacitado para llegar al área junto a Lewandowski, que para crear juego. El once de Guardiola carecía entonces de jugadores con habilidad para desbordar.

Arje Robben tuvo que marcharse lesionado al inicio. // Foto de (fcbayern.de).

La lesión de Robben cambió el devenir del encuentro

A partir de la pérdida de profundidad en el Bayern y la caída del ritmo alto de los primeros minutos, el repliegue (4-4-2) del Gladbach empezaba a hacerse fuerte. Y, cuando se cumplía la media hora de juego, Herrmann conseguía atacar las espaldas de Juan Bernat en el costado derecho, durante una jugada rápida precedida de un saque de banda y, tras llegar al área, centrar un buen balón que Raffael remataría de primeras y causaría el error de Neuer. Desde ese momento hasta el descanso pasarían pocas cosas. El atasco del Bayern se agigantaba a la vez que la solidez del Gladbach crecía.

Un Bayern falto de recursos                          

La segunda mitad comenzaba igual que había acabado la primera. El ritmo del partido era bajo y eso favorecía en demasía al Gladbach. El Bayern, sin velocidad en la circulación y sin creatividad en el ataque, se mostraba impotente para desnudar al rival y generar ocasiones de gol. Guardiola daba entrada a Rode por Xabi Alonso, en una búsqueda de imprimir intensidad y agresividad al juego. Sin embargo, nada cambiaba. Más adelante apostaba por introducir a Lahm y sacar a Götze. Con la vuelta del capitán esperaba que su equipo lograse superar esa primera línea de presión que dividiese al rival e hiciera a sus jugadores girarse y defender hacia atrás. El resultado fue negativo.

El Bayern se mostró impotente frente un Gladbach muy sólido

El bloqueo bávaro era evidente y el único recurso viable para el Bayern eran las subidas y centros de Rafinha en la banda derecha. De esa forma si lograban profundizar, pero los potros defendían bien su área y evitaban que pudieran rematar los atacantes locales. Además, siempre que podían salir jugando o mantener una posesión lo hacían. Con ello lograban oxigenarse y renunciar a la aparición de la fatiga que les hiciera ofrecer facilidades al Bayern.

 Contras y claudicación bávara

Instaurado en campo rival y precipitándose, fruto de la desesperación, en ataque, el Bayern comenzó a dejar espacios en la espalda de su defensa. Algo que se puede considerar un suicidio teniendo enfrente a un equipo tan poderoso y veloz en las transiciones. El Gladbach empezó a lanzar contragolpes mortales, y en uno de ellos logró Raffael batir de nuevo a Neuer y firmar, el que a la postre sería definitivo, cero a dos en el marcador.

Raffael firmó un nuevo doblete con el Gladbach en la Bundesliga. // Foto de Getty Images.

Las contras de los potros  hicieron claudicar a los bávaros

En los últimos minutos el Bayern mantuvo la posesión y generó alguna ocasión de gol. Aunque cada vez era más débil y vulnerable en defensa. Por lo que, decidió hincar la rodilla, claudicar y evitar así una sangría mayor, tomando el partido como un accidente y esperando recuperar las sensaciones tras la vuelta del parón de selecciones. El Gladbach, en cambio, logra afianzarse más en su propuesta y en su puesto Champions.

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Sobre el autor
Javier Medina
Apasionado del fútbol arte. "Solo los mediocres no aspiran a la belleza": Jorge Valdano.