Ya se sabe lo que pasa en este tipo de partidos. Dos equipos con el objetivo de la salvación solventado a falta de unas pocas jornadas para el fin de la competición, y unos jugadores a los que les falta ese punto de motivación e incentivo que se tiene cuando hay un objetivo serio al que agarrarse. Bien es cierto que el Augsburgo pelea por meterse contra pronóstico en Europa, pero la sensación que dejaron fue la misma: si se llega, estupendo, pero si no, la temporada está más que por encima de lo esperado.

Tedio sin ocasiones

El partido comenzó con el Augsburgo intentando rodar el balón, combinando en corto pero sin la velocidad y el ritmo necesario para sorprender a sus rivales, bien plantados en el campo. La mayoría de estas posesiones inertes morían en un centro lateral de sus hombres de banda que era repelido por la defensa, o que se paseaba por el área.

El Colonia intentaba lo contrario. Se defendía con dos líneas de cuatro hombres muy pegadas a su área, dejando poco margen al error defensivo y en cuanto lograban robar, trataban de encontrar a sus dos jugadores más adelantados con pelotazos en largo y salir rápido al contragolpe.

Un disparo desviado de Werner en los locales, y un cabezazo alto de Ujah en los visitantes es el triste bagaje ofensivo que nos dejó una primera parte con más penas que glorias en lo futbolístico, con unos aficionados que de seguro esperaban más acción en la segunda mitad.

Bobadilla controla un balón. | Fuente: kicker.de

Augsburgo a balón parado, y poco más

El Colonia intentó controlar el encuentro en un principio, e intercambiar el papel de dominador con sus rivales, pero con el paso de los minutos se pudo comprobar que solo era un espejismo. Vuelta a lo mismo que en el primer periodo: posesión local sin peligro y centros que terminaban en nada del Augsburgo frente a los balones en largo del conjunto visitante que no terminaban de llegarle a un desaparecido Ujah.

A falta de un cuarto de hora para el final llegaba por fin una ocasión meritoria de mención. Jeon Ho-Hong cabeceaba libre de marca desde el punto de penalti un centro de Werner a balón parado. El esférico saldría rozando el poste derecho de la portería defendida por un aliviado Timo Horn.

Baba crecía a medida que pasaban los minutos y lograba sacar muchos centros que sus compañeros no acertaban a rematar, bien porque la defensa lograba depejar, o porque el ataque del Augsburgo era incapaz de medir.

Aun así, tuvo todavía el conjunto local una nueva oportunidad. De nuevo el coreano Jeong Ho-Hong conectaba un cabezazo tras el saque de un corner que se envenenaba a la altura del larguero que esta vez sí obligó al guardameta Horn a emplearse con una buena palomita para despejar el balón. Pese al poco ritmo del partido, estaba claro que si alguien podía ser el que rompiera el empate sería el Augsburgo.

Era la última ocasión del encuentro, que finalizaba sin goles haciendo total mérito a lo visto en el rectángulo de juego. Noventa minutos demasiado largos para unos aficionados que sueñan con Europa y que merecieron ver más. Mucho más.