El resbalón de Terry, el gol fantasma de Luís García, el arbitraje de Ovrebo, las eliminatorias con el Barça… El Chelsea ha cerrado hoy ocho años de aspiraciones y decepciones cuando más lejos veía el premio final ganando, contra todos los pronósticos y contra todas las reglas del fútbol y del juego, la Champions League en una tanda de penaltis agónica ante el Bayern de Münich en campo rival. En febrero en Nápoles tocaron fondo los Blues pero Di Matteo, como hiciera Grant en 2008, ha llevado al Chelsea  inesperadamente al acontecimiento del año. Repitió el 1-1 en el partido el club londinense y volvió a disputar una tanda de penaltis que en esta ocasión sí que le elevó a la cima de Europa.

" El Chelsea no se ha acercado a los mejores en juego pero ha sido el mejor en espíritu, sacrificio y suerte"

El entrenador italiano y la conjura de un vestuario veterano pero hambriento de éxito han hecho posible que con un fútbol práctico y efectivo, defensivo en la mayoría de las fases del juego, los ingleses remontaran ante los napolitanos, eliminaran al Benfica y derrotaran al Barça tras defender como titanes durante 180 minutos. El Bayern, el Allianz Arena y el favoritismo alemán no han sido impedimento para que Torres, Mata, Kalou, Mikel, Cahill, David Luiz, Ramires y compañía hayan conseguido ganar su primera Copa de Europa. En juego el Chelsea no ha sido ni el mejor ni se ha acercado a los mejores pero en determinación, confianza, espíritu, sacrificio, constancia y suerte ha sido el número uno. El equipo que sin vistosidad ha logrado darle brillo a su temporada con la Champions League. El triunfo tiene muchos caminos para llegar a él y el del trabajo y el sufrimiento ha sido el que ha escogido el Chelsea para conseguir un doblete histórico y ser campeón.

Una cuenta pendiente

En la memoria de todos los aficionados quedan equipos que, en varios momentos, se alejan de la gloria por situaciones dramáticas y desgraciadas. El Chelsea era uno de esos clubes a los que la suerte les había dado la espalda en temporadas anteriores pero, en esta campaña, la fortuna y el fútbol han saldado su cuenta pendiente con los aficionados y jugadores de Stamford Bridge.

El fútbol le debía una a Cech, que casi pierde más que un partido ante el Reading y que tras años salvando a su club ha conseguido la gloria europea, y a Cole, que perdió con el Arsenal en París y con los Blues en Rusia. Sin embargo, a la tercera la ha conseguido.

El fútbol también le debía una a Terry. A pesar de sus locuras y sus expulsiones el mejor jugador de la historia del club, el capitán y el emblema de Stamford Bridge se retirará en unos años con su fotografía levantando la Copa de Europa en el recuerdo y no con la imagen de su resbalón en Moscú. Al igual que Lampard, símbolo de los años de esplendor Blue que en su temporada más gris ha capitaneado a los azules a su primer cetro continental. Y por último, el fútbol se lo debía a Drogba.

"Solo Cristiano y Messi han superado esta temporada, en éxito, a Drogba"

Ni la malaria ni los años han podido con el delantero africano que en el momento en el que parecía que comenzaba a desaparecer de la escena mundial ha logrado ser el protagonista principal. Solo Cristiano y Messi han superado esta temporada, en éxito, a Drogba. Eliminó con su gol y su trabajo al Barça y empató en los últimos minutos la final de esta noche. La gloria estaba asegurada para el jugador de Costa de Marfil y, a pesar de que cometió dos penaltis en momentos determinantes, el larguero y Cech quisieron que esta temporada fuera el rey de Europa. Era su momento, su noche y marcó el penalti que coronó al Chelsea como campeón. Cumplió el sueño del niño que corría descalzo tras un balón por las calles de Abiyán hace más de tres décadas y el de Abramovich, que tras gastar millones en cambiar la mentalidad y el destino de los Blues ha conseguido su deseo: la Copa de Europa, el máximo galardón continental.

La final de la Champions League de esta campaña no pasará a la historia ni por su juego ni por su vistosidad. El cierre futbolístico del curso europeo ha derrochado emoción y tensión hasta que ha estallado en la soñada alegría inglesa y la imprevisible decepción alemana. El fútbol le debía una al Chelsea y, tras años de retraso y cuando ya había perdido toda esperanza, se lo ha pagado.

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