La mejor competición del continente volvía a la palestra para librar su cuarta jornada y se plantaba en el Parque de los Príncipes con un partido que enfrentaría a sus dueños, el PSG, contra un rival a priori sencillo, el Anderlecht.

Los franceses, en un superlativo estado de forma, arribaban como líderes de grupo y con posibilidades de sellar ya su primera posición tras cuajar un gran inicio en dicha fase. Mientras que el Anderlecht, al contrario que sus rivales, llegaba sin puntuar en Champions y con un nefasto inicio en el campeonato belga como telón de fondo.

La contienda se desató tras el pitido inicial y el PSG no tardaría en imponerse tomando la batuta del encuentro desde los primeros compases y generando una de las mejores del encuentro en un envío largo hacia Lavezzi que el argentino cabeceó desde dentro del área y que se marchó por poco. Las cosas empezaban bien pero los primeros 45 minutos se convirtieron en una repetición monótona de la falta de inspiración de ambos

Los franceses eran amos del esférico, sin excesos, y los belgas subordinados que trataban de rebelarse como podían con sus recursos. Así transcurrió una primera mitad en la que los primeros representaron el papel esperado pero con una notable falta de ideas y de electricidad en una zona de tres cuartos que echó de menos la mejor versión del PSG y que estuvo poblada por un Anderlecht que no les dio facilidades, bien colocados y sin errores graves.

Sorpresa

Con el 0-0 en el marcador se marcharon los futbolistas a los vestuarios y con él se dieron comienzo unos segundos minutos que mejoraron a sus predecesores. En la segunda mitad los parisinos pondrían una marcha más para buscar una victoria que les permitiera continuar con absoluta tranquilidad pero no fue su noche y los belgas acertaron una de las pocas que tuvieron. 

En el 67, cuando nadie se lo esperaba y eran los locales los que seguían a lo suyo, Praet conectó con Kljestan y el atacante del Anderlecht desbordaría por la izquierda para acabar su aportación con un pase de la muerte que De Zeeuw metió dentro del arco. Saltaron las alarmas en París, el Anderlecht puso el primero.

Pero poco les duraría la alegría a los visitantes ya que el astro sueco, que ya deslumbró en el encuentro de ida, decidiría acabar con la desidia de sus compañeros pocos minutos después. Ibrahimovic remataría en su habitat, el área, un balón colgado por la izquierda que un defensor belga despejó al palo, pero el rechace sí que acabaría en el fondo de las mallas para la tranquilidad de unos aficionados locales que todavía estaban recuperándose del susto.

Para mayor desgracia visitante, Kljestan sería expulsado en el 81 y el Anderlecht tendría que aguantar el resultado en el último tramo con uno menos. Su suerte fue que los hombres de Blanc no mostraron su mejor cara y apenas generaron una jugada clara más. En los últimos minutos del descuento, cuando se acercaba el ocaso del cruce, Thiago Silva tendría una gran oportunidad de consumar la remontada, pero cabeceó un balón en largo demasiado flojo y centrado que murió, al mismo tiempo que las esperanzas de sacar el triunfo, en las manos de Kaminski.