La última fecha de la Europa League se presentó en el Phillips Stadion como el todo o el nada, caer hasta los más hondo o nadar hacia la orilla entre la tempestad que esta temporada se está viviendo en el seno de la institución de Eindhoven. Eso y la imagen de uno de los grandes históricos de las competiciones europeas, estaba en juego en una contienda en la que los de Cocu no se enfrentarían a una institución de renombre. Pero el Chornomorets, con la victoria como objetivo, viajaría a los Países Bajos con la intención de no ponerle las cosas fáciles, de no darse por vencidos y de luchar por la clasificación y el segundo puesto; un objetivo que, vista la situación de sus contrincantes neerlandeses, no era descabellado.

Miles de almas abarrotaron el feudo rood-witten. Era una noche en la que valía el empate pero no se quería ni oír hablar de la derrota y el ambiente fue más que correcto al inicio. El español Clos Gómez desató la contienda con su silbato  y en el océano verde del terreno de juego serían los locales los que navegarían con mayor destreza en la primera mitad.

El PSV no se adelantó y lo lamentó

En la proa del navío dirigido por Cocu, Depay, Locadia y Narsingh atemorizarían con asaltar el barco ucraniano. En los costados, tanto el primero como el tercero, trazarían grandes diagonales que se perdían y en punta Locadia lo intentaría con fuerza pero sin suerte. Hendrix, con diversos disparos lejanos, Maher, con una gran ocasión sobre el final con todo a favor para rematar dentro del área a placer pero que finalmente tapó un defensa, y los zagueros ucranianos con diversos fallos en los que pudieron marcarse en propia, dieron el dominio del primer tiempo a un PSV que, a pesar de tener numerosas posibilidades de adelantarse, no pudo ponerse por delante. Más tarde lo lamentaría.

Tocado y hundido

Pero lo que pudo ser una placida travesía nocturna por el atlántico, acabó por un naufragio en el Mar Negro. De Ucrania, concretamente de Odesa, ciudad  costera y portuaria, vino el Chornomorets y allí llevo metafóricamente al PSV. Sin lucirse, sin excesos, aguantó la embestida boeren y cuando pudo soltar un cañonazo certero, destrozó una ya previamente debilitada defensa rood-witten

Alegría y épica ucraniana

Los ucranianos rondarían por la frontal y finalmente Riera se sacaría un gran centro en el 59’ directo a la cabeza de Dja Djedje, totalmente solo ante la insuficiente y única marca de Arias, para que  el francés mandara un potente cabezazo al fondo de las mallas. Flecha directa al corazón de los aficionados neerlandeses y éxtasis en los valientes seguidores visitantes desplazados a Eindhoven que saltaron eufóricos.

Contagiado por la locura del épico marcador, en este caso expresada de forma negativa, Sito Riera se marcharía con una de cal y otra de arena. Asistente en el gol, un lance de juego en el que cayó en banda por el forcejeo con un futbolista rival le hizo enrabietar y montar una tangana que se saldó con su expulsión y una amarilla a Maher.

La eliminación, otro duro golpe para el PSV

El PSV volvía a soñar a pocos minutos del final, concretamente a partir del 87’. Jugarían con superioridad numérica pero ni por estas fueron capaces de dar una alegría a los suyos. El tiempo corrió doloroso y rápido, como un pinchazo letal que, al decretarse el final, desvirtuó las ilusiones que había en las gradas y fulminó a los jugadores, que cayeron con profunda tristeza sobre el tapete. Irreconocibles en la Eredivisie y ahora eliminados de la Europa League, la última esperanza, la única opción para ellos será olvidar, reaccionar y seguir adelante. El Chornomorets, en cambio, creyó y materializó una clasificación de mucho mérito como segundos de grupo. El PSV dice adiós, pero los ucranianos seguirán vivos y prometen guerra. De momento ya se han cargado a uno de los referentes, aunque esté en horas bajas.