Probablemente, los más jóvenes no habrán visto el verdadero potencial del jugador holandés. Patrick Kluivert fue un incomprendido que pasó por varios de los mejores clubes del mundo. Al igual que ocurre actualmente con Benzema, por ejemplo, su relación con entrenadores y afición se define como un continuo amor odio que nunca dejó indiferente a nadie. Su clase, elegancia, visión de juego, calidad… daban lugar al pasotismo, el desinterés, la indiferencia... en cuestión de segundos. Un hombre que consiguió más de 200 goles a lo largo de su periplo futbolístico, aderezados con un sinfín de asistencias dignas de los elegidos.

Patrick Stephan Kluivert nació en Amsterdam, en el seno de una familia humilde. Se inició en el mundo del fútbol en la plaza Roja del barrio del Shellingwoude. Allí comenzó a despuntar y decidió probar suerte en el todopoderoso Ajax de Amsterdam, recomendado por Tony Bruins (posteriormente segundo entrenador del Barça en la década de los noventa). El equipo ajacied no pasaba por sus mejores momentos a nivel deportivo, e inició una reconstrucción comandada por Johan Cruyff a la cabeza. Bajo la dirección de El Flaco, el club de la capital holandesa pulió joyas de la talla de Seedorf, Davids, los hermanos de Boer o el mismo Kluivert.

Inicios en el Ajax

Tras ocho nueve años formándose en la mejor cantera del mundo, Louis Van Gaal, por aquel entonces técnico del equipo, decidió darle una oportunidad subiéndole directamente desde el equipo juvenil. Ese delantero flacucho y espigado, debutaba con el primer equipo sin haber disputado un solo minuto con el segundo. Fue en la Supercopa holandesa, el 21 de agosto de 1994, y frente al Feyenoord, rival histórico del club. Y marcó, al igual que una semana después en su estreno liguero ante el RKC. Kluivert correspondía dicha confianza con goles. Con 17 años, había nacido una estrella.

El Ajax de Van Gaal marcó una época. La segunda dorada del club (la primera fue en los setenta), que tuvo como recompensa tres Ligas, una Copa, tres Supercopas holandesas, una Champions League, una UEFA, una Supercopa europea y una Intercontinental. Y Kluivert participó en casi todos estos títulos.

Durante los primeros quince meses de Patrick en el primer equipo ya había conseguido Eredivisie, Champions, Supercopa europea, Intercontinental y dos Supercopas nacionales. Overmars, Kanu, Finidi, los hermanos de Boer, Davids, Seedorf, Reiziger, Van der Sar, Blind y La Pantera Negra (como así se le apodaba), formaron una pléyade de futbolistas que desarrollaron el fútbol más vistoso de Europa. Asombraron a todos por como consiguieron alzarse con la Copa de Europa, llegando a golear al Bayern de Múnich (5-2), y superar al todopoderoso Milan de Capello, mejor equipo del mundo por aquel entonces, hasta en tres ocasiones (dos en la fase de grupos y en la final). Los holandeses practicaban un fútbol total, lejos del rácano catenaccio italiano que imperaba a principios de los noventa.

No obstante, Louis Van Gaal decidió disputar la final de Viena sin referencia en ataque. Kanu y Kluivert dejaron paso a Ronald de Boer, que ocupó la demarcación de falso nueve, término muy en boga últimamente. El técnico, con 0-0 en el marcador, optó por dar entrada en el minuto 69 al jovencísimo atacante holandés en detrimento de Jari Litmanen, uno de los pesos pesados del equipo ajacied. Y fue a los 17 minutos de saltar al campo cuando el momento más glorioso de la carrera de Kluivert tuvo lugar. Un pase de Frank Rijkaard (antiguo jugador milanista) al corazón del área rossonero, propició que nuestro protagonista anotase con un forzado punterazo con la bota izquierda, la menos buena. Con 18 años y 223 días, Kluivert pasaba a la historia, ya que se convertiría en el jugador más joven en anotar un gol en una final de la máxima competición continental, registro que todavía hoy se mantiene vigente.

Año oscuero en Milan

Tras conseguir varios títulos más en Holanda, y llegar otra vez a la final de la Champions ante la Juventus, aunque esta vez con sabor amargo (el Ajax perdió en los penaltis), Silvio Berlusconi decidió apostar firmemente por su verdugo de dos años atrás. El Milan de Capello iniciaba una espectacular reconstrucción tras haber perdido el dominio nacional e internacional. Jugadores de la talla de Lehmann, Ziege, Donadoni, Helveg, Leonardo y el propio Kluivert; se unían a los Boban, Savicevic, Desailly, Weah, Maldini, Davids, Albertini y Costacurta, entre otros, formando con toda probabilidad la plantilla más completa de Europa.

Sin embargo, la andadura de Kluivert no comenzó como esperaba. Arrigo Sacchi, su principal valedor y responsable de su fichaje, fue relevado del cargo por Fabio Capello, que retornaba a la ciudad del Duomo tras su paso por el Madrid. A pesar de un buen comienzo, donde los números del crack holandés resultaban satisfactorios, desencuentros con el técnico desembocaron en su suplencia. La afición rossonera estaba acostumbrada a los éxitos de Van Basten o Papin, y no supo ver las grandes cualidades del exjugador del Ajax. Como él mismo ha expresado en varias ocasiones “… yo estaba acostumbrado a jugar solo en punta con dos compañeros en banda, y en el Milan jugaba arriba con Weah, formando un 4-4-2. Nos peleábamos con cuatro defensas y había mucho espacio entre líneas, por lo que sufría mucho”

Ese año el Milan no fue rival para la Juventus de Del Piero y Zidane (campeón), y el Inter de Ronaldo y Djorkaeff, terminando en una bochornosa décima posición, y provocando la huída de varios jugadores a mitad de temporada, caso de su amigo Davids, que puso rumbo a Turín.

Reencuentro con Van Gaal en el Barça

El Milan contrató Alberto Zaccheroni para reflotar la nave del Milan, y Kluivert veía con buenos ojos una posible salida rumbo a Barcelona, donde se reencontraría con viejos conocidos, entre ellos Louis Van Gaal, su padre futbolístico. Horas antes de que terminara el plazo de fichajes del mercado estival de 1998, el FC Barcelona puso sobre la mesa 2.100 millones de pesetas, oferta que el Milan aceptó, ya que disponía de Bierhoff para suplirle. De este modo, Kluviert pasaría a ser protagonista de uno de los equipos que más dio que hablar en los últimos quince años, el Barcelona de los holandeses. Hasta ocho tulipanes formaban parte de la plantilla culé, campeona de Liga y Copa en 1998, más dos en el staff técnico, Van Gaal y Koeman (como nota curiosa, Mourinho y Vilas Boas también estaban en dicho cuerpo técnico)

Ante la falta de adaptación de Sonny Anderson (que a su vez vino a cubrir la baja de Ronaldo el año anterior), Kluivert cogió protagonismo bastante pronto. Debutó ante el Palamós en un partido correspondiente a la Copa del Rey. Pese a no marcar en dicho partido, Kluivert se resarció en un marco inmejorable, anotando el gol del empate a uno en el Estadio Santiago Bernabéu, enmudeciendo el coliseo blanco.

A pesar de sufrir el varapalo de caer eliminados a las primeras de cambio en Champions ante Manchester y Bayern (futuros finalistas), y así perder toda posibilidad de ser campeón de Europa en el Camp Nou, Kluivert y compañía realizan una segunda vuelta perfecta en la competición liguera, remontando siete puntos de diferencia, y consiguiendo la segunda liga blaugrana consecutiva, con once puntos de renta sobre el Real Madrid.

Kluivert forma junto a Rivaldo y Figo el tridente más respetado de Europa, marcando 46 goles en liga entre los tres. (15 del holandés). Este trío, al que se unen Cocu, Luis Enrique y Guardiola, se muestra intratable durante todo el año.

El título liguero de 1999 es el último que consigue Kluivert como jugador del FC Barcelona. Tras una buena temporada en lo personal (25 goles entre todas las competiciones), en la 1999/2000 el FC Barcelona ve cómo el Deportivo se hace con la Liga, cae en semifinales de Champions ante el Valencia, y también en semis de Copa ante el Atlético de Madrid, en el famoso desplante de Van Gaal (se presentó a jugar con tan solo con diez jugadores).

Los siguientes años son un calvario para el Barça a nivel deportivo. Ya sin Van Gaal en el banquillo, Kluivert mantiene sus registros goleadores, pero no es capaz de ganarse a una exigente afición, harta de su falta de compromiso y pasotismo en algunos momentos puntuales.

El dominio de Madrid y Valencia deja al club catalán en un tercer plano, llegando incluso a quedarse fuera de la Champions en el año 2003. Kluivert sigue como titular, pero no por mucho tiempo. La llegada de Joan Laporta a la presidencia del club supone un punto de inflexión en la carrera del neerlandés en el Barça. El recién elegido dirigente desea traspasar al delantero, pero su hombre de confianza para el banquillo, Frank Rijkaard, se opone. Aún así, la llegada de Ronaldinho le resta protagonismo en ataque, y la savia nueva procedente de la cantera (Xavi, Iniesta…) poco a poco se va haciendo un hueco en el once, por lo que Kluivert ve disminuidos sus minutos en cancha. Los fichajes de Eto’o y Larsson en verano de 2004 provoca el adiós de Kluivert tras seis temporadas en la Ciudad Condal, dejando tanto a jugador como a afición un sabor agridulce, ya que, a pesar de ser unos de los ídolos de la grada culé, nunca consiguió mostrar todo su potencial a lo largo de su periplo en Can Barça.

Últimos años y retirada

Laporta traspasó al jugador al Newcastle inglés, que pretendía relevar al máximo goleador de su historia, Alan Shearer. Palabras mayores. Sin embargo, Kluivert no logró adaptarse al juego directo de las islas, perdiendo incluso el sitio en el once a manos del veterano delantero inglés. En total, 13 goles en 37 partidos

Quique Sánchez Flores reclamó al jugador para su proyecto en Valencia en verano de 2005. La era post Rafa Benítez, con Ranieri al frente, no había dado sus frutos y la ciudad che esperaba ver al mejor Kluivert, aún con 29 años. No fue así. Pese a comenzar su andadura como titular indiscutible, una condición física deficiente, y el hambre de goles de un jovencísimo David Villa desembocó en la marcha del tulipán tras disputar tan solo once partidos en una temporada, anotando un solitario gol.

Fue entonces cuando decidió volver a su país natal, para enrolarse en las filas del PSV, rival de su equipo de siempre, el Ajax. El Hamburgo había mostrado gran interés en llevar a cabo su fichaje durante los meses estivales, pero las dudas sobre sus rodillas propiciaron la negativa del club germano. De este modo volvía a sus raíces, a una cultura más que concida, pero esta vez bajo las órdenes de Ronald Koeman, con el que no comulgó desde el principio. Un cruce de declaraciones a mitad de temporada desembocó en la marcha del jugador, justo después de proclamarse campeón de su tercera Eredivisie, ayudando a su equipo con tres tantos en 21 encuentros.

A pesar de tener ofertas de varios equipos de grandes ligas europeas, el holandés decidió unirse al Lille, equipo de mitad de tabla en la Ligue I por aquellos años. Como ya ocurrió en sus tres clubes anteriores, la forma física no era la más adecuada y no pudo mantener la titularidad por mucho tiempo. Claude Puel, entrenador del Lille, optó por dar entrada a un joven Mirallas en detrimento del veterano delantero holandés. Aún así, tuvo tiempo de dejar su sello con cuatro goles en catorce encuentros.

Nunca ofreció una rueda de prensa para decir adiós al mundo del fútbol públicamente.

Selección holandesa

Imposible no nombrarle a la hora de enumerar a los mejores arietes de la historia de la selección oranje. Van Basten aparte, siempre tendrá un hueco junto a Van Nistelrooy, Van Persie o Rensenbrink. Sus 40 goles en 79 partidos le convierten en el segundo máximo goleador de la historia del combinado naranja, justo por detrás de Robin Van Persie, con 41; y por delante de genios como Cruyff, Bergkamp, Gullit, o los ya citados Van Basten y Van Nistelrooy.

Su primera cita importante como integrante de la selección se dio en 1996, cuando tomó parte de la lista que Guus Hiddink confeccionó para la Eurocopa de Inglaterra. El ariete holandés fue capaz de marcar un gol en la fase de grupos ante Inglaterra. Un tanto de vital importancia ya que concedió el pase a cuartos en los últimos instantes del encuentro. Lamentablemente para Kluivert, Francia les apeó de las semifinales en los cuartos de final en la tanda de penaltis.


En el Mundial de 1998, disputado en Francia, Holanda llegaba como una de las claras favoritas. Van der Sar, Reiziger, Stam, Frank de Boer, Numan, Davids, Cocu, Seedorf, Overmars, Bergkamp y Kluivert formaban, posiblemente, el mejor once de la competición. Una mezcla de veteranía y juventud que no tenía techo. Guus Hiddink volvía a confiar en el joven delantero holandés a pesar de no haber cuajado una gran temporada en el Milan de Capello.

El torneo no pudo comenzar peor. Una (de las tantas) niñería de Kluivert provocó su expulsión en el partido inaugural del Grupo E, disputado ante Bélgica. El delantero neerlandés tuvo que abandonar el terreno de juego en el minuto 82 tras propinar un codazo en el pecho de Staelens. Pierluigi Collina lo vio y el atacante se perdió los siguientes tres partidos, dos de la fase de grupos (Korea del Sur y México), y el de octavos ante Yugoslavia.

Pero lo mejor nos lo tenía preparado para el final. Su espectacular concurso en los cuartos de final ante Argentina (marcando un gol), y ante la Brasil de Ronaldo (marcando otro), casi supone que Holanda disputara una final de un mundial tras 20 años de sequía. Los penaltis lanzados por Cocu y Ronald de Boer, y repelidos por un inspirado Taffarel dejaron sin su final a Kluivert. Pero ya era uno de los tres mejores delanteros del mundo.

La Eurocopa del año 2000, disputada en Bélgica y Holanda, se presentaba como la gran oportunidad de los holandeses para volver a conseguir un título importante. La base de 1998 se presentaba (otra vez) como clara favorita, pero esta vez en casa. Encuadrada en un grupo terrorífico, fueron capaces de doblegar a Chequia, Dinamarca y Francia, por este orden. Y llegó el clímax.

En un auténtico festival de la selección naranja, Patrick Kluivert marcó un hat trick en un partido que le encumbró en la élite mundial. En tan sólo sesenta minutos, Yugoslavia padeció todos los registros del delantero del FC Barcelona, perdiendo finalmente por 6-1.

No obstante, el destino se volvió cruel con nuestro protagonista en las semifinales ante Italia. Con uno más obre el campo tras la expulsión de Zambrotta en el minuto 34, los holandeses fallaron lo indecible hasta caer en la ruleta de los penaltis. Hasta cinco penas máximas (dos en el tiempo reglamentario y tres en la tanda) desperdiciaron los tulipanes. Kluivert se resarció del fallado en el minuto 62 logrando el único de su combinado en la tanda, aunque ya era tarde. Los oranje se iban para casa después de dar un soberano repaso a los transalpinos, que finalmente quedaron subcampeones tras caer con la Francia de Zidane.

Patrick Kluivert terminó el torneo como máximo goleador con cinco goles, empatado con el yugoslavo Savo Milosevic, aunque el sabor amargo de las semifinales ante Italia nunca se fue. Éste fue el último gran partido del ariete neerlandés a nivel de selecciones. La bochornosa eliminación ante Irlanda en el clasificatorio de Korea y Japón, quedándose fuera del Mundial disputado en tierras asiáticas; y su suplencia en la Eurocopa de Portugal en 2004, privaron al segundo máximo goleador de la historia de la selección sumar más partidos y más goles.

La llegada de Van Basten en verano del 2004, trajo consigo una revolución en el combinado oranje, apartando del equipo por razones deportivas a nombres tan ilustres como Seedorf, Davids, Overmars, Stam, los de Boer o el propio Kluivert.

ESTADÍSTICAS
CLUB PJ GOLES
Ajax de Amsterdam 102 53
AC Milan 33 9
FC Barcelona 249 122
Newcastle United 37 13
Valencia CF 11 1
PSV Eindhoven 21 3
Lille OSC 14 4
SELECCIÓN HOLANDESA 79 40

Perfil

Se puede afirmar que es uno de los arietes con más técnica individual de los últimos veinte años. Una mezcla de Ibrahimovic (también pasó por Ajax, Barça y Milan) y Benzema. Nada que ver con los Vieri, Batistuta, Inzaghi o Hernán Crespo, coetáneos del holandés. Para enmarcar quedan sus toques sutiles al primer toque, dejando en boca de gol a un compañero, o sus geniales controles con el pecho orientándose para el disparo.

Su juego no tenía lagunas. Pese a no ser depredador, crítica bastante recurrente durante su etapa en el Barça, es el undécimo máximo goleador de la historia del club catalán. Su modo de ver el fútbol no estaba enfocado estrictamente al arco rival, sino a la asociación con el compañero, a la creación Su juego de espaldas era excelso, elegante, imposible de defender. Aceptable rematador de cabeza, y bastante veloz a pesar de sus 188 centímetros de altura.

Su talón de Aquiles estaba en su sus excesiva facilidad para abstraerse de los partidos. Capaz de lo mejor y de lo peor, como Zlatan Ibrahimovic. Para infausto recuerdo de sus seguidores están sus expulsiones por agresiones o por faltas de respeto al colegiado, justo cuando su equipo más lo necesitaba. Y fuera de la cancha tampoco pasaba desapercibido. Fueron varias las ocasiones en las que se le acusó de llegar bebido a los entrenamientos. Además, en septiembre de 1995 se vio envuelto en un accidente, causando la muerte de un hombre de 56 años. El jugador fue declarado culpable por homicidio involuntario y conducción temeraria.

Un jugador sobrenatural, que pudo tener una carrera aún más satisfactoria de la que dispuso. Quizás no estuvo en el momento justo y en el lugar adecuado tras su paso por el Ajax. Una pena la constante e incómoda comparación con Marco Van Basten, aunque resultara inevitable no hacerlo. Un jugador de su perfil en el fútbol actual, donde se aprovecha la movilidad del punta y la llegada de la segunda linea, habría sido un regalo para la vista. Nunca un delantero nos deleitó tantos goles y tantas asistencias. LA PANTERA NEGRA

FOTOS 1, 2, 3, 4, 5 y 6: patrick-kluivert.com