Primero con Fred Rutten y después con Steve McClaren, el Twente obtuvo de manera consecutiva los subcampeonatos de la Eredivisie de las temporadas 07/08 y 08/09. El PSV y el AZ se interpusieron entre los tukkers y un título que sólo habían alcanzado a rozar con la llema de los dedos tres décadas atrás. La KNVB Beker obtenida a comienzos del nuevo siglo se antojaba también ya lejana. No digamos ya la conquistada a finales de los setenta. Era, por tanto, el momento de dar un paso al frente y llevar hasta Enschede un nuevo trofeo. Para aquel reto se volvió a confiar en el técnico inglés que prácticamente contó con los mismos mimbres para el asalto definitivo.

A excepción de dos grandes salidas el equipo apenas varió. Marko Arnautovic se marchó cedido al Inter de Milán en una extraña operación que se solucionó de esta manera tras ser reacios los italianos al fichaje por una pequeña lesión que el jugador arrastraba en el pie derecho. Y Eljero Elia, que fue traspasado al Hamburgo a cambio de nueve millones de euros, récord para un futbolista del Twente. A pesar de su juventud y proyección, el dinero pudo más. El resto de habituales de McClaren siguieron a bordo destacando Theo Janssen en la dirección, Kenneth Pérez aportando su veteranía y Blaise Nkufo metiendo goles. Con todo ello sólo habría que apuntalar ciertas cosas para continuar siendo competitivos.

Con el bolsillo lleno se decidió, desde la dirección técnica, mirar hacia la vecina Bélgica. Allí un desconocido costarricense había destacado en el margen izquierdo del centro del campo del K.A.A. Gent. Su nombre, Bryan Ruiz. El jugador tico cumplía su tercer año en el club y había anotado, desde su puesto en el campo, más de diez goles en cada una de las dos anteriores campañas. Estos grandes números supusieron que el Twente desembolsara gran parte de lo obtenido por Elia. Un total de 5,5 millones de euros tuvieron la culpa de su llegada a Enschede, por aquel entonces récord de dinero pagado por el club para un traspaso. De esta manera arrancaba el curso 09/10 para los tukkers.

Un inicio prometedor

Desde un primer momento Steve McClaren adelantó la posición de Ruiz situándolo como extremo. Más cerca del área podría aprovechar su velocidad para encarar la portería contraria. Si a eso le sumamos su gran calidad, el ya bien definido como atacante, debería ver puerta con facilidad. El día de su debut en la Eredivisie se encargó de confirmarlo, marcando ante el Sparta el primero de los muchos que iba a conseguir esa temporada. En las siete primeras jornadas “La Comadreja” marcó un total de tres goles y contribuyó decisivamente a que su equipo sumara cinco victorias y dos empates. El Twente volvía, una campaña más, a meterse desde el principio en la pelea por título. Para llegar hasta el final de curso con opciones había que seguir manteniendo la regularidad mostrada. Y en ese instante fue el costarricense quien les sostuvo.

Después de su gran inicio, a partir de la octava jornada, el equipo continuó enlazando una serie de victorias que les llevó a finalizar la primera vuelta invicto. Todos esos encuentros tuvieron dos denominadores comunes. VVV, Heracles, AZ, Groningen, Roda, Ajax, Vitesse, Willem II, NEC y NAC, uno detrás de otro, terminaron cayendo. Y además vieron cómo Bryan Ruiz les hacía gol. Uno y sólo uno para ser exactos. Partido tras partido, el costarricense fue alargando su racha hasta convertirse en el segundo jugador en la historia de la Eredivisie en conseguir anotar en diez choques de manera consecutiva. Únicamente un futbolista ha podido superar esta marca. Fue Pierre van Hooijdonk unos cuantos años antes. Aunque esa es otra historia.

Aquella temporada el parón invernal y el final de la primera vuelta coincidieron. Y las vacaciones parecieron congelar a los tukkers. Bryan Ruiz incluido. Dos empates a cero consecutivos, ante Utrecht y Groningen, hicieron que su racha goleadora finalizara. Estos dos malos resultados, a pesar de continuar el equipo invicto, posibilitaron que el PSV se aupara al liderato. Los de Eindhoven tampoco conocían la derrota en todo el curso y no iban a claudicar fácilmente.

Dos triunfos en los dos siguientes encuentros, con gol de Ruiz en cada uno de ellos, llegaron justo antes de visitar Ámsterdam y recibir la primera derrota de la temporada. Era la jornada veintidós y el Ajax venía embalado. El Twente cayó 3-0 sin paliativos. Aunque seguían conservando la segunda plaza, el PSV aumentaba su renta tras volverse con los tres puntos de su viaje a La Haya. Pero poco les duraría la alegría a los de la Philips. Finalmente sería ante los amsterdamers con quien los tukkers pelearían el título.

A pesar del mazazo que supuso aquel resultado, el Twente siguió a lo suyo. Y la espera fructificó. Cuatro victorias consecutivas sirvieron para recuperar el liderato tras un inesperado tropiezo del PSV ante el NAC. El Ajax echó, además, una mano a la causa. Golearon a los de Eindhoven en la siguiente jornada justo antes de tener que recibir en el Philips Stadion a Ruiz y compañía.

El empate a uno conseguido en Eindhoven relegó al PSV a la tercera plaza, situándose a rebufo del Twente un Ajax, por aquel entonces famélico de títulos tras un lustro sin ganar la Eredivisie. Martin Jol era el técnico de los ajacieden y contaba en sus filas con un verdadero caníbal del área, Luis Suárez. El uruguayo cumplía su tercera campaña en Ámsterdam y su voracidad anotadora se había desbocado. Era la jornada veintisiete y para entonces el delantero charrúa llevaba idéntico número de goles en su haber. Terminaría la campaña con treinta y cinco.

Todo o nada

Sin embargo la renta fue más que suficiente para aguantarle el paso a esa locomotora que amenazaba con robar su primera Eredivisie al Twente y que era el Ajax. Incluso, a pesar de una inoportuna derrota en Alkmaar a falta de dos partidos para el final del campeonato, los tukkers llegaron a la última jornada un punto por encima de los de Ámsterdam. Noventa minutos en el Rat Verlegh iban a decidir toda la temporada de los de Ensechede.

En Breda la cosa se puso pronto a favor del Twente. A los veinte minutos de juego Csaba Feher fue expulsado por realizar una fea entrada, en el centro del campo y con los tacos por delante, a Theo Janssen. Con el NAC con uno menos el propio centrocampista tukker ejecutó el saque de falta. El balón voló cincuenta metros buscando a Bryan Ruiz. El costarricense, con picardía, aprovechó el mal despeje de Ferne Snoyl para robarle la pelota, y la cartera, y con un solo toque cruzársela al portero y convertir el gol. Ante diez y por delante en el marcador el resto del partido resulto plácido. Y más cuando en el minuto setenta y cinco Miroslav Stoch, no se sabe aún si queriendo hacer lo que hizo o buscando la cabeza de Blaise Nkufo, anotó el 0-2 definitivo. Un resultado que bien valía un título.

Así el Twente consiguió su primera Eredevisie. Y todos sabían quién había sido el gran culpable. Sin desmerecer a los ya citados Janssen, Stoch y Nkufo, los veinticuatro goles y nueve asistencias con los que terminó el curso convirtieron a Bryan Ruiz en algo más que determinante para que en Enschede se pudiera disfrutar con la conquista de un título. Había sido el hombre diez.

Y no sólo por haber logrado su registro de una decena de partidos consecutivos anotando. Durante la segunda manga del campeonato Steve McClaren decidió mover su posición en el campo obteniendo unos números muy similares a los conseguidos en el primer tramo. El técnico inglés le situó en la banda derecha para aprovechar la pierna buena del jugador tico, la izquierda, para desequilibrar con sus diagonales. Y también con sus goles. Su temporada fue simplemente genial.

La siguiente campaña, la 10/11 llegó con muchos cambios. Las salidas fueron variadas e importantes. Sin embargo estas fueron suplidas con bastante éxito. En aquel verano, hasta Enschede llegaron múltiples jugadores que dieron gran resultado. Como el belga Nacer Chadli, el austriaco Mark Janko, el sueco Emir Bajrami o el venezolano Roberto Rosales. Pero el cambio más importante fue el de entrenador. Y en absoluto fue para empeorar. Steve McClaren se marchó a la Bundesliga siendo ocupado su puesto por Michel Preud’homme. El legendario guardameta llegó además con otro título para las vitrinas del Twente bajo el brazo, la Johan Cruyff Schaal.

El técnico belga intentó inculcar a sus nuevos jugadores el gusto por el buen trato a la pelota. Para ello centralizó el juego del equipo en torno a la figura de Janssen. Y acertó. El centrocampista completó su mejor campaña en la Eredevisie obteniendo merecidamente el título de mejor futbolista de los Países Bajos. A punto estuvo de guiar al Twente a un doblete histórico que se quedó en “sólo” una KNVB Beker por culpa de Frank de Boer. Pero este cambio de estilo perjudicó a Ruiz.

Después de convencer en el lado derecho del ataque, Preud’homme continuó aprovechando al costarricense en ese mismo perfil del campo. Sin embargo retrasó las posiciones de los extremos para, durante la gran mayoría del año, jugar con cinco hombres en la medular. Desde algo más atrás su velocidad surtía menos efecto y sus registros descendieron a pesar de su indudable importancia que supusieron para el equipo. Bryan Ruiz anotó un total de nueve goles. Un descenso realmente significativo.

Rumbo a Inglaterra

Para la temporada 11/12 todo parecía continuar igual. El Twente debía volver a pelear por un nuevo título de campeón de la Eredivisie que sólo se le había escapado en la última jornada pasada. Así arrancó el curso con Bryan Ruiz recuperando su mejor versión goleadora. Dos goles en cuatro partidos así lo demostraban. Pero fue el punto y final. Cuando el mercado amenazaba con su cierre, el costarricense fue traspasado al Fulham a cambio de ocho millones de euros.

El principal valedor para su llegada a Craven Cottage fue Martin Jol. El técnico, había cogido las riendas del Fulham unos meses antes. Justo después de asegurar que se retiraba y que por eso rescindía su contrato con el Ajax. Aunque ello terminó siendo una bendición para los seguidores ajacieden. Pero al grano. Jol debió recordar como Bryan Ruiz y sus amigos tukkers le habían amargado la fiesta del título dos años antes. No lo dudó. Y se hizo con sus servicios. Pero el hombre que le abrió la puerta de la Premier League también fue el que ayudó a que su nivel se desplomara.

En su habitual sindiós, Jol, que tan pronto juega con dos delanteros como pone uno sólo a y a cuarenta metros del área rival, utilizó a Ruiz en las más diversas posiciones. El tico jugó como centrocampista por la derecha, interior, extremo, media punta e incluso de nueve. Este baile hizo que su estancia de dos años y medio en la capital británica se convirtiera en un suplicio. En todo ese tiempo apenas alcanzo las nueve dianas en los casi noventa choques que disputó para los cottagers.

Con el Fulham metido en la zona de descenso, la salida de Martin Jol, que esta campaña ya prácticamente no contaba con Ruiz, terminó de darle la puntilla al costarricense. El mercado invernal se presentó entonces como una espléndida opción ante la certeza de los pocos minutos por delante que iba a tener con René Meulensteen al frente del banquillo de Craven Cottage. Algo que iba a necesitar si quería llegar en condiciones a la Copa del Mundo de Brasil de este próximo verano. Y es que, a pesar de su falta de ritmo sigue siendo la gran referencia de su país junto a Keylor Navas. La opción de una salida en forma de cesión satisfizo a todas las partes cristalizándose su pase al PSV.

De esta manera “La Comadreja” ha regresado a la Eredivisie para intentar recuperar su mejor versión dentro de un equipo que también pelea por volver a ser referencia tras una primera mitad de año calamitosa. De momento son ya tres los partidos que ha jugado a las órdenes de Phillip Cocu, el último de ellos ante su querido Twente. El entrenador de los de la Philips es sabedor de su importancia una vez puesto a tono. Si él técnico le da confianza, continuidad en su posición y minutos nada debe impedir que volvamos a la mejor versión de Bryan Ruiz.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Jesús Cabrejas
Periodista a pesar de dedicarme a los deportes. Convencido de ello además. Fan del balompié que huele a naftalina pero sin odio eterno al fútbol moderno. Intento de contador de historias. Proyecto de otras muchas cosas.