El Arsenal se enfrentaba, un año más, a sus propios fantasmas en la jornada inaugural de la Premier. Desde 2009 los Gunners no habían conseguido vencer en su primer partido. La evolución de la grada de la esperanza al hastío necesitaba solo los primeros 90 minutos para llevarse a cabo. Hoy, al menos durante los primeros minutos, el Arsenal pareció decidido a cambiar esa historia contra el Aston Villa, un conjunto que sufrió mucho para salvar la categoría el año pasado. Un tanto de Giroud a los seis minutos presagiaba una tarde fácil para los locales, cuya poca actividad en el mercado ha despertado pocas expectativas entre sus propios aficionados: la plantilla es la misma del año pasado, y la lacra de las lesiones le resta aún más potencial. Todo ello quedó momentáneamente atrás después de una transición defensa-ataque rapidísima iniciada por Wilshere; Oxlade-Chamberlain recorrió la línea de cal y asistió al ariete francés desde la izquierda, y Giroud anotó su primer tanto de la temporada con un sutil toque con la pierna izquierda.

Primera parte irregular

Si el gran problema durante años ha sido abrir el marcador en casa, la situación quedó resuelta en cuestión de minutos. Sin embargo, los hombres de Arsène Wenger acabaron presos de otra de sus costumbres: la escasa creatividad de sus ataques. Todos se dirigían hacia el centro, y los centrales visitantes, pese a contar con dificultades para sacar el balón jugado, los rechazaban con facilidad. El ritmo fue bajando hasta que los visitantes, poco ofensivos durante el primer cuarto de hora, empezaron a sacudir al rival a través del físico de Benteke y la velocidad de Agbonlahor. En una jugada individual excelente, el inglés regateó a la pasiva defensa local antes de ser derribado por Szczesny dentro del área. Benteke erró el penalti pero cabeceó el rechace del meta polaco para empatar. El partido empezaba de nuevo.

El Arsenal se atascó con el paso de los minutos

El juego se fue trabando, fruto en parte de las duras entradas cometidas por el equipo de Birmingham, al límite del reglamento en algunas de sus acciones. Las diagonales de Walcott y el dinamismo de Oxlade-Chamberlain eran las únicas luces de un Arsenal perdido en ataque y errático en defensa. El equipo echaba de menos la clarividencia de Cazorla, reservado en el banquillo para el duelo de Champions contra el Fenerbahçe el próximo miércoles. El gol de Giroud solo fue un espejismo dentro de un juego demasiado plano.

Poca efectividad delante, nula protección atrás

Wenger introdujo a Cazorla al descanso y el Arsenal notó su influencia en la medular, al menos durante los primeros minutos. El juego fluía más rápidamente, y en poco menos de cinco minutos, Giroud y Rosicky ya habían tenido dos ocasiones claras. La mala definición en los últimos metros, en el caso del francés, y la excesiva potencia en un tiro bien colocado, en el del checo, impidieron que el Arsenal consiguiera la ansiada ventaja en el marcador. Delph respondió con un balón que se estrelló contra el palo izquierdo de Szczesny. Solo era el aviso de lo que quedaba por venir.

Con un ataque inoperante y la espalda demasiado descuidada, Agbonlahor volvió a las andadas, su velocidad punta fue frenada por una entrada de Koscielny que pareció tocar balón, aunque el árbitro decidió pitar el segundo penalti del partido. Benteke transformó esta vez desde los once metros para dar una inesperada victoria momentánea a los hombres de Paul Lambert. A partir de ahí, el partido se volvió loco, el mediocampo desapareció y el Arsenal empezó a atacar por las bandas, con mucha intención pero poca chispa, con más ganas que habilidad. Su espalda quedó aún más descubierta y, en otro contraataque llevado a cabo por Weimann, llegó la expulsión de Koscielny. El central francés frenó al austríaco con la misma contundencia usada para derribar a Agbonlahor minutos antes, y el árbitro le enseñó la segunda amarilla. Con veinte minutos por delante, el Arsenal se quedaba con un jugador menos.

Antonio Luna marcó en su primer partido oficial en Inglaterra

Los locales pudieron empatar, su ímpetu se mantuvo y las ocasiones llegaron de las botas de Rosicky y Cazorla... y en ambos casos Brad Guzan estuvo a la altura para mantener la ventaja visitante –ayudado por el palo en el tiro del jugador español-. Volcados en ataque durante los últimos minutos, los ‘Gunners’ dejaron el gol a merced de los ‘Villains’, que aprovecharon uno de los últimos córners de los londinenses para contraatacar sin oposición. El español Antonio Luna condujo hasta el área y engañó a Szczesny para batirle por bajo. Euforia en Birmingham y decepción conocida en el Emirates Stadium. Un año más, la pesadilla solo acababa de empezar.

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Sobre el autor
Jaume Portell Caño
Periodista. África y política. Ser comunista y comer gambas está mal. Creo que en ABC hacen buen periodismo.