Poco más de veinte minutos (según Google Maps) es lo que se tarda en llegar en coche desde Fulham Road hasta Drayton Park, o lo que es lo mismo, desde Stamford Bridge hasta el Emirates Stadium. Y poco más de veinte minutos han transcurrido desde el agónico gol de Terry en el minuto 93 en un trabado Chelsea - Everton, hasta el primer tanto de Giroud en un Arsenal - Sunderland en el que solo han brillado los colores rojo y blanco de los locales.

Sin complicaciones

El choque se adivinaba tenso para los hombres de Arsène Wenger, debido a la presión de tener que seguir a un Chelsea enrachado en Premier. A esto se sumaba la no inclusión de Mesut Özil en la convocatoria de este encuentro, tras actuaciones bastante discretas del alemán en partidos precedentes. Rosicky salió en su lugar, y nada pudo haber más acertado en esta decisión, ya que el centrocampista checo fue uno de los mejores.

El equipo londinense salió mucho más enchufado que de costumbre. Bien saben los aficionados gunners que su equipo es mucho más de segundas partes que de primeras. Pero el gol de Olivier Giroud hacía presagiar que esta vez sería distinto. Genial conducción de Wilshere hasta el área, y asistencia posterior al delantero francés, que remataba sin piedad en su primera ocasión del duelo.

La tranquilidad se apiadó de un Arsenal acostumbrado en los últimos días a partidos infinitamente más exigentes. El balón fue suyo durante toda la primera parte ante imcomparecencia de un rival anestesiado. Los hombres de Gus Poyet no recordaron en ningún momento al equipo intenso de las últimas fechas. Prueba de ello es el segundo gol del Arsenal: mareó tanto el balón la defensa de los Black Cats que Vergini acabó cedieendo el balón sin la fuerza apropiada a su portero, fallo imperdonable que aprovechó Giroud en provecho propio.

El tercer gol llegó en el 41' fue una obra para enmarcar: jugada asociativa al primer toque entre Wilshere, Giroud y Rosicky que culmina éste último picando el balón por encima de Mannone. Fútbol de muchos kilates, 100% de la casa.

Sin complicaciones, segundo acto

La última mitad del partido fue más de lo mismo: relajación local. Algún intento de jugar a otra en los primeros compases de la segunda mitad por parte del Sunderland, pero sin la efectividad buscada por Poyet tras los dos cambios efectuados en el descanso.

Justo cuando más estaban intentando los visitantes llegar al área rival (ya sabéis lo que viene ahora), llegó el cuarto y último gol de los gunners: córner rematado a placer por Koscielny en el corazón del área que se colaba en el interior de la meta de Mannone.

La última media hora nos dejó el golazo de la honra para el Sunderland, obra de Giaccherini desde fuera del área, y poco más, pues ya estaba todo vendido. El Arsenal responde al órdago liguero del Chelsea con una victoria de esas que curan heridas pasadas.