El Manchester United llegaba a Saint James Park con la cabeza en Múnich. Todo aficionado está ansioso por ese partido de vuelta. Pero primero debían enfrentarse a un Newcastle que tan sólo había ganado tres de sus diez últimos encuentros. La marcha de Cabaye a París rompió al equipo. Su falta se nota mucho en la construcción del juego blanquinegro. No sólo se fue Cabaye, también se marchó el equilibrio.

Sin embargo, la situación del Newcastle no es ni mucho menos desesperada. Las urracas se encuentran en una posición cómoda, lejos del descenso y también de Europa. En la típica posición el la que parece que ya nada más importa en la temporada. Sólo dignificar la profesión y defender el escudo que te representa. Que no es poco.

Hoy no estaba Wayne Rooney en Saint James Park. Faltaba el 10, faltaba la creatividad, faltaba el talento. Pero estaba Mata. El único jugador del Manchester United capaz de ofrecer lo que el equipo necesita cuando Rooney falta. Mata, con ese pie izquierdo bendecido por los dioses del fútbol, le da sentido él solo al juego de su equipo.

De las botas de Juanín vino el 0-1. Minuto 39, falta al borde del área, perfecta para un zurdo. Mata coge carrerilla, detecta el hueco donde poner el balón y ejecuta la acción. Tras una maravillosa parábola, el balón se cuela por la escuadra, imposible para Elliot. Mata, ese asturiano preciso como un francotirador siberiano corría feliz tras el gol, directo al banquillo para abrazar a su buen amigo De Gea, hoy suplente. 

Sin Rooney pero con Mata

La segunda parte empezó como terminó la primera. Mata, no contento con su excelso gol de falta puso el 0-2 a los cinco minutos de volver de los vestuarios. Chicharito, con un gran movimiento, puso el balón raso, dentro del área y fácil de empujar. Ese balón le llegó a Mata pero éste no se conforma con rematar. Los goles hay que recargarlos con detalles para aumentar lo artístico. Control, recorte para tumbar a dos jugadores y sangre fría para, con el pie derecho, poner el balón en el interior de la porteria rival. El fútbol de Mata es como el Barroco; exagerado, ostentoso, agita los sentidos. 

El Newcastle ya estaba roto. Un muñeco de trapo en manos del United. Y Chicharito de delantero. El mexicano no está teniendo suerte esta temporada. Para David Moyes es el cuarto delantero del equipo. Hoy era titular porque Welbeck debía descansar para la Champions. El partido del Chícharo, una vez más, laborioso y generoso. Siempre ofrece soluciones simples para ayudar en el juego ofensivo de su equipo. Magníficos movimientos sin balón y una habilidad como pocos, para encontrar su lugar en su hábitat natural. El área. Así llegó su gol. Pasé de Kagawa, desmarque perfecto y gol. Javier Hernández es un delantero muy aprovechable y todavía con futuro. En verano deberá salir del club si quiere que su carrera siga desarrollándose acorde a sus aptitudes.

Kevin Friend pudo haber señalado el final del encuentro tras el gol del Chícharo. Nada habría cambiado si en el campo no estuviera Mata. Pero todavía estaba el artista barroco listo para seguir creando. Su última obra del partido, un pase de tacón, para que Januzaj empujara sin oposición el balón y pusiera el definitivo 0-4 en el marcador. También dio tiempo para ver dos magníficas intervenciones de Lindegaard para desesperación de Pape Cissé. Ese delanteró que llegó a la Premier League y nos dejó a todos con la boca abierta a base de goles y del que ahora, nadie se acuerda.

Importante victoria para el Manchester United que servirá, sin lugar a dudas, para que David Moyes respire. Además, también será un estímulo para escalar la rocosa montaña que supone el partido del próximo miercoles ante el Bayern de Munich.