El 11 de mayo del año pasado, el Wigan Athletic de Roberto Martínez alzaba en Wembley el mayor tesoro conseguido en su historia, una FA Cup. Un título que levantaron al cielo con fuerza y rabia como si de la cabeza del enemigo derrotado se tratara. Y es que su rival en aquella rival no fue un adversario cualquiera. Fue el todo poderoso y multimillonario Manchester City de Roberto Mancini, que sucumbió ante uno de los modestos del fútbol británico de la misma manera que hizo Goliat ante David.

Las lágrimas desprendidas por los jugadores de los Latics tras aquella final, sin embargo, contenían dosis de alegría y tristeza a partes iguales. Por un lado, su equipo se acababa de coronar campeón del trofeo más antiguo del mundo, una de las copas que goza de una mayor reputación, sino la que más. Vencer a jugadores que cobraban sumas mucho mayores a las de cualquier jugador del Wigan era otro motivo de alegría, pues casi nadie lo esperaba. Sin embargo, en esas lágrimas también había motivos para la desesperanza.

Pocos días después, una derrota en el Emirates ante el Arsenal en la 37º jornada confirmaba que el Wigan se convertiría al año siguiente en equipo de Championship, una categoría que no disputaba desde el ascenso a la Premier conseguido en 2005. La participación a la Europa League como premio tras la victoria copera fue un pobre consuelo para una afición que mantuvo hasta el final las esperanzas de mantenerse en la máxima categoría del fútbol británico.

De Roberto a Rösler, pasando por Coyle

Sin Roberto Martínez, el artífice de los mejores años del club de Wigan, que se marchó al Everton el pasado verano, Owen Coyle fue el encargado de coger las riendas de un equipo totalmente renovado, que tuvo que desprenderse de talentos como Franco di Santo, Arouna Koné, Mauro Boselli, James McCarthy, Antolín Alcaraz, Joel Robles o Maynor Figueroa, entre muchos otros. Para suplir tales bajas, llegaron hombres como James Perch, Marc-Antoine Fortuné, Nick Powell o James McClean. Toda una revolución en una plantilla que necesitaba refuerzos de peso para cubrir bajas muy importantes para el nuevo esquema de la siguiente temporada.

Rösler cogió en diciembre a un equipo en horas bajas y consiguió remontar el vuelo en la liga y clasificarlo para las semifinales de la FA Cup Estos se unieron a algunos de los pocos jugadores de gran nivel que el Wigan sí consiguió retener, como Jordi Gómez o, especialmente, los casos de los jóvenes James McArthur y Callum McManaman, pretendidos por varios de los grandes clubes del fútbol británico. Llegó agosto para el Wigan, y con el inicio del último de los meses veraniegos empezó el nuevo curso en el Championship, la categoría que lo acogería, como mínimo, esta temporada.

Las cosas no arrancaron mal para los Latics, pues en la primera jornada se impusieron con comodidad por 0-4 en el campo del Barnsley, un encuentro que hizo desatar las pasiones más optimistas de los aficionados del Wigan, que ya empezaron en creer que su paso por aquella incómoda división sería más bien beve. Sin embargo, las sensaciones se truncaron en las siguientes jornadas para los de Coyle, que cayeron eliminados en dos de las copas ante los dos conjuntos de Manchester. El United les apeó de la FA Community Shield (0-2), y el City se cobró su revancha particular del año anterior y les endosó un 5-0 en la Capital One Cup.

A finales de 2013 estaban eliminados de la Capital One y de la Europa League En liga, los resultados tampoco acompañaron. Tres triunfos en los primeros diez partidos eran un bagaje muy pobre para un conjunto cuyo objetivo no era otro que terminar el curso liguero, como mínimo, en puestos de playoff de ascenso. A las tres competiciones británicas, había que añadir otra, la Europa League, que pasó de ser una ilusión, al sumar cinco puntos en las tres primeras jornadas, a convertirse un estorbo a medida que el equipo perdía partidos ante equipos como el Rubin Kazan, el Zulte Waregem o el Maribor, y terminaba como último clasificado.

El equipo no terminaba de levantar cabeza, y pocos meses después de su designación, los malos resultados llevarían a Owen Coyle a dejar al Wigan de mutuo acuerdo. Otro varapalo para un Wigan que, en diciembre, tuvo que volver a buscar un técnico capaz de capitanear el timón de un proyecto que cada vez parecía más destinado a irse a la deriva que no a buen puerto. El alemán Uwe Rösler fue el elegido, a principios de diciembre, para tratar de remontar la situación y de volver a encaminar a los Latics hacia el ascenso. Una tarea ardua, sin duda alguna, pero posible, pues aun había tiempo para la reacción y para intentar una remontada.

Dulce invierno

Su debut no fue muy esperanzador -derrota y eliminación de la Europa League a manos del Maribor-, pero cierto es que la mano de Rösler se empezó a notar, con gran acierto, a partir de las siguientes jornadas. Invierno fue una estación especialmente dulce para el Wigan, que pudo centrarse en la liga y en la FA Cup que tan buen resultado le dio la temporada pasada. Los números hablan por sí solos. De mediados de diciembre a finales de marzo, el equipo sumó doce victorias, cinco empates y sólo tres derrotas, una serie de resultados que lo situaron de nuevo en la zona alta de la tabla, con muchas opciones para pelear por los tan ansiados playoffs de ascenso.

“Esta temporada está siendo una gran aventura para nosotros. Por supuesto que está lejos de su final”, reconocía hace pocas semanas Jordi Gómez, uno de los principales artífices de la escalada de posiciones del Wigan, cuyos aficionados lo han elegido como Mejor Jugador del Año. No en vano, el catalán ha anotado once goles esta temporada, sólo uno menos del máximo artillero del equipo, el joven y prometedor inglés, cedido por el Manchester United, Nick Powell. Ambos han anotado siete de esos tantos en la liga. El resto, repartidos entre FA Cup y Europa League. Lejos les siguen Leon Barnett, Marc-Antoine Fortuné, Martin Waghorn y Ben Watson, todos ellos con cinco tantos sumando todas las competiciones.

“Esta temporada está siendo una gran aventura para nosotros”, Gómez Otra de las principales causas del buen momento vivido por el Wigan Athletic a partir de mediados de temporada es el lateral James Perch, que casi siempre ha ocupado el carril diestro, aunque en ocasiones también ha jugado, dando asimismo un buen rendimiento, en el lado izquierdo. La capacidad de demostrar una virtuosa polivalencia y una enorme regularidad, entre otras cualidades, le valieron a este futbolista, a préstamo por el Newcastle United, el galardón de ‘Mejor jugador de la temporada’ según sus propios compañeros. Un gran honor para una promesa de uno de los clubs modestos.

La FA Cup, su competición talismán

Casi sin querer, y sin hacer demasiado ruido, el equipo fue avanzando posiciones en la FA Cup. Mk Dons, Crystal Palace y Cardiff City fueron sucumbiendo al paso del vigente campeón. Cierto es que no eran rivales potentes, pero no por ello tiene menos mérito. El destino quiso que en cuartos de final, se enfrentara al Manchester City, al que había eliminado meses atrás en una final para el recuerdo. Caprichoso como es el fútbol, aquella eliminatoria la volvió a vencer el modesto (1-2).

La temporada anterior derrotó al Manchester City en la final de la FA Cup en Wembley; este año repitió gesta en el Etihad Otro triunfo aún si cabe con más mérito, pues esta vez el Wigan era equipo de Championship, había perdido varios jugadores de nivel, y su rival había despedido al tan criticado Mancini con el esperanzador Pellegrini. Con todo a su favor, incluso el factor campo, los de Manchester volvieron a sucumbir con tantos de Jordi Gómez y Perch, que se estrenaba con un tanto tan importante como simbólico.

Apeado el Manchester City, el Wigan confirmaba su vuelta a Wembley para disputar -y disfrutar- unas semifinales de la FA Cup. Rösler repetía la fórmula que utilizó Roberto Martínez, con defensa de tres (Boyce, Ramis y Crainey), y Perch y Beausejour de carrileros. El objetivo: cerrar el medio e ir basculando para formar una línea que el Arsenal no pudiese superar. Y la verdad es que la fórmula le dio resultado. El conjunto de Wenger dispuso de varias ocasiones claras, pero al descanso se llegó con 0-0 en el marcador, por lo que había opciones de repetir la machada.

A la hora de encuentro, la gesta pareció más cerca que nunca, pues una pena máxima de Mertesacker sobre McManaman la transformó Jordi Gómez, que volvió loca a la mitad de aficionados que tiñó de azul el nuevo Wembley, un año después. Los minutos se agotaban, y las ocasiones se sucedían, sin que el Arsenal lograse empatar, cuando a siete para el final, Mertesacker se desquitó del penalti cometido al rematar al fondo de la red un córner que igualaba el encuentro. Tras una prórroga de infarto llena de alternativas, la semifinal se decidió en la tanda de penaltis, en la que el Arsenal se terminó imponiendo, no sin sufrimiento.

De vuelta a la liga, inalcanzables Leicester y Burnley, el Wigan ha tenido que ‘conformarse’ con acceder el playoff de ascenso, una eliminatoria entre cuatro conjuntos en la que sólo uno podrá lograr el gran objetivo, que no es otro que estar la próxima temporada la Premier League. Una parte del trabajo, tal vez la más laboriosa, ya está hecha. Ahora queda culminarlo. El primer escollo, el QPR. El segundo, si superan este cruce, o Derby o Brighton. La única certeza, que los Latics quieren volver.

Nick Powell, el hombre gol​

Es centrocampista, tiene veinte años y la pasada campaña apenas disputó dos encuentros con el primer equipo del Manchester United, que lo había incorporado desde el Crewe Alexandra, club en el que se salió en su segundo año, en la temporada 2011-12. Sin embargo, al joven Nick Powell se le veían maneras, y no erró el Wigan cuando pensó en él como un posible refuerzo para volver a la Premier. Internacional sub-21, en su primer año de azul ha anotado siete goles en 32 encuentros de liga, dos en copa y tres en Europa League, unas cifras no discretas para alguien que justo empieza a dar sus primeros pasos en el fútbol profesional. Más técnico que físico, destaca por sus apariciones desde la segunda línea. Su área de influencia principal, donde genera más peligro, es en la frontal del área rival. El clásico media punta que sirve de enganche para los delanteros.

La ciudad detrás del equipo

Pese a ser una ciudad pequeña, Wigan es la mayor ciudad de su distrito Metropolitano, con una población cercana a los 97.000 habitantes, según el censo de 2011. Situada en el noroeste de Inglaterra, se encuentra a medio camino entre Liverpool y Manchester, dos gigantescas urbes a nivel social y deportivo situadas a menos de 40 km.

Su estadio, el DW Stadium, es compartido con el equipo de rugby de la ciudad, el Wigan Warriors, y tiene capacidad para 25.000 espectadores. En las temporadas en las que el club militó en la Premier League, desde la campaña 2005-06, el club promedió cerca de 19.000 aficionados por encuentro, una media que ha disminuido de forma sensible esta temporada en Championship, cuando sólo se han registrado 15.000, cerca de un 25% menos.

Ese porcentaje, sin embargo, seguro que subirá sobremanera en los playoff, pues la ilusión ha vuelto a Wigan, donde un modesto espera el 9 de mayo para poder dar una alegría a su hinchada, un resultado que les permita afrontar con posibilidades la vuelta, en Londres, el día 12. Y si hay suerte, por qué no, soñar con que el 24 de mayo, horas antes de la final de la Liga de Campeones, ellos puedan vencer su gran final particular.