"Un gran portero se hace comiéndose 400 goles, siempre que no sean en el mismo campeonato", comentó una vez Amadeo Carrizo, mítico portero argentino de los años 50. Y tanto que llevaba razón. Los cancerberos, se mire por donde se mire, solo pueden progresar a base de sacar balones de la red, de aquel balón que llegó a rozar con la punta de los dedos pero que no impidió el gol, de aquel terrible disparo sin aparente peligro que terminó por convertirse en el fallo garrafal de la jornada. En definitiva, de obstáculos en el camino. Un hombre curtido en estas lides es Manuel Almunia.

Unos inicios complicados

Nacido en Pamplona hace 37 años, como buen navarro con pasión por los colores de su tierra, entró en las categorías inferiores del CA Osasuna. Poco a poco fue ganando peso en el club y se hizo con el puesto de portero titular del filial osasunista. En la temporada 99/00, pasó a formar parte del equipo de los 'mayores'. Tenía ante sí el gran reto de su carrera deportiva hasta entonces: asentarse como portero titular en el equipo de su tierra. Sin embargo, las oportunidades no llegaban y empezó a buscar una solución.

De esta manera, tras una fructífera cesión en el CE Sabadell -fue el portero menos goleado en Segunda B en la 00/01-, puso rumbo a Vigo para seguir persiguiendo su sueño. En la comunidad gallega tampoco tuvo suerte y volvió a ser cedido a la SD Eibar. En el conjunto vasco volvió a demostrar sus buenas dotes como guardameta y por segunda temporada consecutiva, volvió a adjudicarse el Trofeo Zamora como portero menos goleado, pero esta vez en Segunda división.

Almunia ganó el Trofeo Zamora en Segunda división y en Segunda división B

Estas dos excelentes campañas le permitieron hacerse un nombre en la Liga y el Albacete lo fichó como portero suplente de Carlos Roa en la temporada 03/04. La lesión del guardameta argentino a mitad de temporada, permitió a Almunia hacerse con la titularidad de la meta castellana y no soltarla hasta final de ese año.

Llegó a disputar 24 partidos esa temporada y se ganó a pulso el derecho a ser una de las noticias más positivas de aquella temporada en la liga española. La próxima campaña se avecinaba trascendental para el futuro del club y del propio Almunia que tenía ante sí, esta vez de verdad, la oportunidad que llevaba persiguiendo desde que muy joven recalara en el CA Osasuna. Sin embargo, dicen que hay trenes que solo pasan una vez en la vida, que hay que estar muy atento para poder agarrarte fuerte a ellos y no soltarlos. Almunia no lo dejó pasar.

Highbury, su segunda casa

En el verano del 2004, Arsène Wenger estaba henchido de confianza. Su Arsenal acababa de ganar la Premier League después de muchos años y había confeccionado un equipo de ensueño (Henry, Vieira, Bergkamp...). Sin embargo, el técnico alsaciano tenía la mosca detrás de la oreja. La única posición que creía un poco coja era la portería. Jens Lehmann era por aquella época un seguro bajo palos, pero necesitaba un buen suplente que hiciera no relajarse al bueno de Jens. Y aquí entra de lleno el protagonista de esta historia.

Wenger puso su lupa sobre un cancerbero de 27 años que había empezado a destacar en la Liga española. La negociación fue muy fácil. El Arsenal quería a Almunia y Almunia no quería dejar escapar la que seguro era la oportunidad de su carrera. Ambas partes tenían claro cual sería el rol en el equipo. El titular del equipo era Jens Lehmann.

Consciente de su situación, Manuel se puso manos a la obra desde el primer día para tratar de cambiar de parecer a Wenger. El entrenador francés decidió que el pamplonica fuera su portero en las copas. Aunque no jugó muchos partidos aquella temporada, su brillante actuación en la FA Cup -en los octavos de final se erigió en héroe al detener dos penaltis en la tanda frente al Sheffield United-, permitió a su equipo llegar a la gran final. Era el gran escaparate para Almunia. Sin embargo, Wenger decidió apostar por Lehmann en el último partido de la competición y los gunners llevaron un nuevo trofeo a sus vitrinas.

La final de Champions del 2006

Almunia afrontaba su segunda temporada en Londres con muchas ganas. Se veía capaz de empezar a discutirle la titularidad a Lehmann. Pero Wenger se mantuvo fiel a sus ideas. Manuel volvió a ser el suplente en la Liga y el portero titular en las copas.

La campaña avanzaba y el Arsenal empezaba a ver como su breve reinado en Inglaterra amenazaba con concluir. Una discreta cuarta posición en la Premier League, una cuarta ronda en Copa de la Liga y semifinales en FA Cup, se antojaba escaso en el seno del club. Sin embargo, todas las miras estaban puestas en la gran competición del continente. Después de muchos años ausente, el Arsenal volvía a una final de Champions League. En frente, todo un coloso de Europa que también tenía hambre de ganar su segundo título continental. Arsenal y FC Barcelona se citaban en el Stade de France de París el 17 de mayo de 2006.

Almunia empezó como suplente pero saltó al campo en el minuto 18 tras la expulsión de Lehmann

Se trataba de un partidazo que Almunia tenía la certeza de tener que vivirlo desde el banco de suplentes. Sin embargo, todo cambió en el minuto 18. Una salida a destiempo de Lehmann cuando Samuel Eto'o encaraba la meta gunner, provocó la expulsión del meta alemán por roja directa del meta teutón. Empezaba entonces la final de Manuel Almunia.

Todo estaba de cara para el equipo azulgrana, con un jugador más y todo el partido por disputarse. A pesar de eso, y contra todo pronóstico, Sol Campbell cabeceó a la red un gran centro de falta y los ingleses se iban con ventaja al descanso. En la reanudación, el equipo dirigido por Frank Rijkaard se echó arriba y empezó a acosar la meta londinense. Almunia y su defensa conseguían repeler una y otra vez los envites de los atacantes barcelonistas. Hasta el minuto 76, cuando Eto'o consiguió empatar el encuentro. El cansancio empezaba a hacer mella en los 21 protagonistas.

Cuando el partido parecía abocado a la prórroga, en el minuto 81 llegó uno de los momentos más recordados en la historia de las finales recientes de la Champions League. Una cabalgada por la banda derecha de Juliano Belletti finalizaba con un centro-chut sin aparente peligro que, lamentablemente para Almunia, se colaba por debajo de las piernas del español y se convertía en el gol de la victoria de los catalanes.

Gol de Juliano Belletti en la final de la Champions de 2006 | Foto: RTVE

Al término del partido, Manuel estaba desolado y las críticas le empezaron a llover, obviando el partidazo que se marcó hasta entonces, desbaratando con grandes intervenciones las acometidas del Barcelona.

El portero español de Inglaterra

Las dos siguientes temporadas se presumían claves para el futuro de Manuel, para bien o para mal. Wenger decidió seguir apostando por Lehmann en puerta al año siguiente, aunque para la temporada 07/08, Almunia logró que llevaba buscando desde su llegada a Londres en 2004. Se ganó la confianza total de Wenger y este le respondió dándole la titularidad para toda la temporada.

Sus continuas buenas actuaciones durante todo el curso llegaron a abrir uno de los debates más sorprendentes que se recuerdan en el fútbol británico. Al haber obtenido ya la nacionalidad inglesa, tras cinco años de estancia en Gran Bretaña, los medios ingleses empezaron a especular con la posibilidad de que Manuel pudiera ser convocado para defender la portería de la selección inglesa. Lo que al principio parecía una absoluta utopía, se fue convirtiendo en posibilidad y cerca estuvo Almunia de acabar siendo el guardameta titular de los pross debido al bajísimo nivel general de los porteros patrios en aquella época.

Montaje de Manuel Almunia con la camiseta de la selección inglesa | Foto: Getty Images

Almunia se mantuvo alejado de toda la algaravía y siguió demostrando sus buenas dotes defendiendo la portería de los gunner. No obstante, la bajada de rendimiento en su juego dio dando de qué hablar en Inglaterra, lo que unido a la progresión de Wojciech Szczesny y las continuas lesiones del español, hizo que los minutos de los que disponía fueran cada vez menor.

Sus últimos años como profesional

En 2012, tras una breve cesión al West Ham United en la que solo disputó cuatro encuentros, Arsenal y Almunia entendieron que el viaje juntos había concluido. El guardameta español rescindió su contrato y todo hacía indicar en una retirada a sus 35 años.

Cuando el fin del camino parecía cerca, el Watford, equipo que militaba en la Segunda división inglesa, contactó con él para ser su portero titular. Almunia podía volver a sentirse importante en un equipo. Y tanto que lo fue. Pasó dos grandes años en Vicarage Road, en los que disputó un total de 81 encuentros. Gracias a su seguridad bajo los palos aupó a su equipo hasta la final de los Play-offs de ascenso a la Premier League en mayo de 2013. A pesar de su sensacional partido contra el Crystal Palace, el Watford no pudo lograr la victoria y serían los eagles quienes ascenderían a la máxima división inglesa.

Almunia, durante la final de los Play-offs de ascenso contra el Crystal Palace | Foto: Zimbio

Tras otra temporada en la Championship, decidió poner fin a su carrera en Inglaterra y emprendía este verano un nuevo reto en Italia, ya que defendería la portería del Cagliari. Desgraciadamente, en el reconocimiento médico previo a la firma de su contrato con el club italiano detectaron una anomalía cardiaca que le impedía participar al más alto nivel en el fútbol profesional. Tras este varapalo, Manuel Almunia decidía poner fin a su carrera deportiva, a sus 37 años.

Probablemente no será recordado como el mejor guardameta de la historia de la Premier League, pero sí como uno de los más queridos, gracias a los 10 años de su vida que pasó en tierras británicas. Hoy los aficionados del fútbol despiden a un grande de la portería, un hombre que ha defendido la portería en 403 ocasiones. Hasta pronto Manuel.