Poco queda de aquel Real Madrid que llegaba a Anfield con la intención de remontar un 0-1 encajado en el Bernabeu obra de Yossi Benayoun en el minuto 82. Las portadas españolas firmaron en aquella época una de sus jornadas para la gloria, "Los vamos a chorrear", auguraba la presidencia del Real Madrid en un ejercicio impropio de soberbia deportiva. Una obra teatral cuyo único protagonista era el equipo de la capital de España, mientras el Liverpool aspiraba al mero papel de figurante, pero un cambio de guión a última hora trajo alguna que otra sorpresa al brillante actor que acaparaba todos los flashes.

Robben, Sneijder, Higuaín, Raul, Casillas, Pepe, Sergio Ramos, Cannavaro...entre los elegidos para partir de titulares en el conjunto de Juande Ramos. Por su parte, el Liverpool pondría en escena a nombres que pronto serían coreados en el Santiago Bernabeu, como Xabi Alonso o Arbeloa, y otros un poco más silbados como Javier Mascherano.

Con el pitido inicial, comenzaron 90 minutos de tortura para el madridismo que viviría en este encuentro un calvario muy difícil de olvidar. Uno de los no amigos de la casa madridista, el colchonero Fernando Torres, se encargaría de afilar los cuchillos reds con las primeras ocasiones del partido, haciendo trabajar al por aquel entonces más aplaudido Iker Casillas. Sin embargo, el fútbol inglés viviría una de sus jugadas favoritas para subir el primer gol al marcador. Jamie Carragher lanzó un pelotazo cruzado en largo que cazaría la delantera red tras un terrible error en la intercepción de la defensa visitante. Pepe intentó recuperar la pelota pero en un fallo impropio de un buen central se la dejó arrebatar en el área por el batallador Kuyt, que solo ante Casillas, se la regaló a Fernando Torres para poner el primer clavo sobre lo que aquella noche sería la tumba blanca.

En ese momento apareció el hombre que estará presente en este retorno blanco a Anfield, Steven Gerrard. El capitán inglés parecía mirar con recelo a Torres, queriendo ser él también protagonista en el partido. La unión que tenía con el madrileño se notaba en cada jugada en la que ambos combinaban, jugadas que siempre eran finalizadas en disparos peligrosos para la puerta de Casillas. En el minuto 26 de la primera parte, Gabriel Heinze decidía tapar el error de su compañero Pepe en el primer gol sacando la mano a pasear dentro del área, acción que, por supuesto, fue sancionada con un penalti que transformaría sin miramientos Gerrard, engañando a Casillas.

A partir de aquí se llegó al descanso con la sensación de que el Real Madrid no existía, que ese guerrero blanco que todos habían pintado como fiero, no resultó ser más que la sombra de un gigante tambaleándose en un ring que aún le deparaba 45 minutos más de sufrimiento. Salía al descanso el alegre lateral brasileño Marcelo por Cannavaro, esperando algo más de acción ofensiva, sin embargo, lo que se encontró Juande fue un Liverpool que salió muy decidido a ejecutar sin miramientos a su rival. Dos minutos tardó Steven Gerrard con un gran golpeo dentro del área en asestar la puñalada definitva sobre un Real Madrid que terminó de desdibujarse y que dispuso de alguna ocasión a balón parado o mediante tiros lejanos que poco intimidaron a un Pepe Reina excesivamente seguro.

Finalmente un recién entrado al campo Andrea Dossena, lateral izquierdo, se sumó a la fiesta local con un gol encarando a Casillas, abandonado a su suerte por una defensa despistada en ese encuentro. 

Nada, excepto Sergio Ramos, Casillas o Pepe, quedan de aquel Real Madrid que seguramente no quiso volver nunca más a Anfield, sin embargo los aficionados ingleses demostraron aquella noche que el papel de víctimas no les termina de convencer, y que el verdugo les llena más. De ese Liverpool que salió victorioso resisten Skrtel, Lucas Leiva y el líder, Steven Gerrard

Nadie sabe qué le deparará el futuro a ambos conjuntos, pero el pasado siempre queda escrito, como quedó un 10 de marzo de 2009.