El puma es un gran felino de cuerpo esbelto, oído agudo y excelente vista. A través de su agilidad y sus afiladas garras, suele capturar y sentenciar a sus presas de un tenaz mordisco. Su hábitat son zonas de vegetación densas, pero puede vivir perfectamente en espacios abiertos. Por su modo de moverse sobre el césped y su físico más que prominente, a Wilfried Guemiand Bony (Bingerville, Costa de Marfil, 10 de diciembre de 1988), pocos genes le distinguen de esta clase de felino. Un felino que, desde ayer, es nuevo jugador del Manchester City, donde lucirá el dorsal 14.

Todo empezó en el Issia Wazi

En 2006, el Stade d'Issia, campo de fútbol con pista de atletismo situado en la ciudad de Issia, al suroeste de Costa de Marfil, fue testigo de los primeros andares en el fútbol profesional de un joven de 16 años que acababa de firmar su primer contrato. Unos años antes, se había curtido jugando en las calles sin asfaltar, que le llevaron a la Academia Cyrille Domoraud, donde estuvo hasta 2005. Hasta los 14 años, estuvo jugando como mediocentro, pero a partir de esa edad adelantó su posición para ser una referencia en ataque.

"Tenía un hijo, y estaba sin trabajo ni dinero. Mi padre me ayudaba, pero estaba descontento porque dejé la escuela" Convertido en padre desde muy poco, sin una carrera ni estudios, su apuesta por el fútbol le salvó. "Eran momentos difíciles. No tenía trabajo, tenía un hijo, vivía con mi familia. Necesitaba dinero y estaba jugando en la calle, no en un equipo. Mi padre me ayudaba a veces, pero no estaba contento porque dejé la escuela. Mi madre se encargó de todo, me cuidó", se sinceró en una entrevista a The Guardian hace unos meses.

El Issia Wazi FC descubrió su potencial y no dudó en firmarle antes de que cumpliera la mayoría de edad. Hasta entonces, sufría para llegar a final de mes, nada raro en Costa de Marfil. El deseo de mejorar, siempre había formado parte de su personalidad, carácter que alimentó desde su niñez. A partir de su llegada al Issia, a 400 km de su casa, Bony empezó a hacerse un nombre en el deporte rey. Con 17 años, el Liverpool le ofreció la posibilidad de hacer una prueba con ellos, y aunque él aceptó y estuvo unos días en Melwood, declinó continuar al ver que "jugaban muy rápido, no me veía preparado para ese nivel". Era una decisión complicada, pues el país acababa de salir de una guerra y casi todos los jóvenes con propuestas similares no lo dudaban a la hora de salir.

"Cuando volví a casa pensé que, si había una segunda oportunidad, la tomaría. A los dos meses firmé con el Sparta de Praga" Su oportunidad para emigrar a Europa, sin embargo, llegó poco dos meses después. "Cuando volví a casa pensé que, si había una segunda oportunidad, la tomaría", desveló Bony. Su periplo en el Issia duró hasta que el Sparta de Praga se fijó en él en 2007 y decidió incorporarlo como cedido para su equipo filial. Así, a un año para cumplir la veintena, Bony daba el salto a Europa, más concretamente a la República Checa. "Me ayudaron mucho, pero hacía mucho frío", relató. Pese a no hablar inglés ni checo, se adaptó a través del fútbol. Sus notables actuaciones en el filial tuvieron recompensa en forma de fichaje (250.000€ costó) con contrato con el primer equipo, donde marcó 22 goles en 59 partidos. Su primera idea, tras llegar a Praga, fue la de ayudar al equipo a base de goles. La segunda que le vino a la cabeza, aprender el idioma, algo que explica mucho de su actitud activa y comprometida. "Nunca pensé que debía aprender checo, pero cuando pongo mi mente en algo no puedo fallar. Nunca", reconoció él mismo, tras terminar aprendiendo checo. En el Sparta empezó escorado a la izquierda, pero tendía a irse a la derecha al no entender bien las indicaciones por el idioma. "¡Estaba como un loco en el campo!", bromeaba años después.

En su primer temporada en el primer equipo del Sparta, la alta competencia en su posición dificultó su entrada en el once, pero en su segundo curso Bony sorprendió a todos con una progresión considerable. Nueve dianas en 29 partidos ayudaron al equipo a conseguir la liga 2009-10, la única competición doméstica que figura por ahora en su palmarés. Levantada la Gambrinus League, al año siguiente mostró su talento en la Europa League. En su tercer año en Praga, sus cifras le llevaron a seguir volando. 10 tantos en 14 encuentros despertaron el interés del Vitesse holandés, que en 2010 era entrenado por Albert Ferrer, quien andaba en la búsqueda de un hombre para reforzar su ataque. El fichaje no pudo salir mejor, y la llegada de Bony a los Países Bajos resultó un gran acierto.

La Eredivisie, hábitat de cazadores

Cuatro millones de euros le pagó el Vitesse al Sparta para hacerse con los servicios de aquel tanque. No destaca por su excesiva altura (1,82 m), pero sí por un robusto cuerpo (92 kg) trabajado en el que no falta músculo y que fue labrando con el paso de los años. "Soy grande, pero nunca he levantado pesas. Soy de naturaleza fuerte, mi madre fue cinturón negro en judo. No hago gimnasio", desveló. Una auténtica roca, que por cierto no va nada mal por alto. "Tengo buen timing", responde cuando se le pregunta por su capacidad en el salto. Bony recaló en un Vitesse muy joven en el que ya sobresalían perlas como Nemanja Matic (hoy en el Chelsea), Marco van Ginkel (AC Milan, cedido por el Chelsea), Slobodan Rajkovic (Hamburgo) o Alexander Büttner (Dinamo de Moscú).

"No hago ni pesas ni voy al gimnasio. Soy de naturaleza fuerte. Mi madre fue cinturón negro en judo" Bony terminó aquella media temporada disputando siete partidos con el Vitesse, en los que marcó tres goles importantes para ayudar a mantener la categoría. Evitado el descenso, en su segundo curso volvió a dar muestras de su enorme potencial: 18 dianas entre liga y copa fueron su carta de presentación. Su pasaporte a otros lugares de Europa lo terminó de validar en su tercer curso en el Vitesse, al que clasificó cuarto, su segunda mejor posición histórica, tras Ajax, PSV y Feyenoord. Las cifras hablan por sí solas: 31 goles en la Eredivisie (37 en todas las competiciones) le coronaron como el máximo goleador de la liga holandesa, algo que no pasó desadvertido por muchos clubs europeos.

La palestra de equipos interesados en él era muy amplia, pero fue el Swansea City que por aquel entonces entrenaba Michael Laudrup, y que acababa de conseguir la Capital One Cup, el que se hizo con sus servicios tras el pago de 13,9 millones de euros. Con esa operación se convertía en la mayor venta de la historia del Vitesse (dos años más tarde lo sería del Swansea), y en la compra más cuantiosa de la entidad galesa.

Imparable progresión en el Swansea

Con 24 primaveras a sus espaldas, Wilfried Bony aterrizaba a la, considerada por muchos, mejor liga del mundo, la Premier League. Lo hizo, además, de un equipo modesto y que le vino como anillo al dedo, el Swansea City. Un equipo con talento y proyección, que estaba en una dinámica ascendente y que reforzó el equipo para competir por primera en la Europa League. Junto a Jonjo Shelvey, se convirtió en la noticia del verano de 2012 en Swansea, ciudad sureña de Gales que encontró en Bony un talento por despuntar.

"A veces me gusta enfadar al defensa y mostrarle que no puede hacer cualquier cosa cuando estoy ahí" Jugador con aspecto de tanque, en Gales pronto empezaron a cogerle cariño. No en vano, es un jugador sacrificado que trabaja dentro y fuera del área. Su jugada más característica, a la vez que un recurso peligroso, empezaba lejos de la portería, normalmente más cerca de la línea de centrocampistas de su equipo. Actuando casi como mediapunta, solía recibir de espaldas a portería, para bajar balones largos o para ayudar a sus compañeros, que entraban desde la segunda línea. Desde ahí, los defensas temen su giro, pues tiene una gran aceleración, y con un cambio de ritmo es capaz de dejar sentado a cualquiera. Su disparo, tanto desde la corta como la larga distancia, es también tremendamente peligroso. Y lo mejor de todo, es que no se lo piensa dos veces a la hora de armar su cañón. No rehúye el contacto físico y, aunque parece un tipo más fuerte que ágil, se desenvuelve bastante bien en carrera.

"Puedo correr como Dyer o Routledge, así que trato de ofrecer al defensa dónde soy bueno. Ayuda al equipo que haga esto, y lo hago. A veces es divertido. Depende del marcador, del minuto. Quizás necesitamos mantener el balón si vamos ganando, así que sólo hago enfadar al defensa y mostrarle que no puede hacer cualquier cosa cuando estoy ahí", cuenta desenfadado por su presencia más que habitual en una zona más retrasada que la que suelen ocupar los delanteros centro.

La sociedad que trazó con Michu en sus primeros meses en Swansea hacían prever buenos tiempos para el Swansea. Sin embargo, las lesiones del español, y su posterior salida del club, rumbo a Nápoles, precipitaron la ruptura de una sociedad que el destino no quiso que siguiera unida. Una lástima para Swansea, que perdió la oportunidad de gozar de dos atacantes de gran nivel juntos más tiempo. Tras quedarse como único punta, Bony tuvo que llevar él casi todo el peso ofensivo del Swansea. Al ser el primer defensa del equipo, su desgaste le impedía luego llegar con más frescura al área rival, dónde le faltó precisión en sus primeros encuentros como jugador de los cisnes. Su rendimiento fue a más, sin embargo, y cerró la temporada anotando 25 goles.

El Swansea no dudó al año siguiente a la hora de ampliar su contrato una temporada más de las que había firmado un año antes, hasta 2018, y lo más importante, le quitaba una cláusula liberatoria estipulada en alrededor de 20 millones de libras. Así, el Swansea se aseguraba la posibilidad de sacar gran tajada de su posible futura venta. Su inicio de año 2014, con doblete frente al Manchester City, su futuro comprador, sólo hacía presagiar una cosa: iba a ser un gran año para él. Y lo fue. 21 goles le coronaron como el máximo anotador de la Premier League en todo el año natural, por delante de estrellas como Sergio Agüero, Yaya Touré o Edin Dzeko, sus ya nuevos compañeros suyos.

El puma vuela más alto que el cisne

"Mi hijo mayor, Jeffrey, que también juega de delantero y me pregunta cuantos goles marcaré. Se pica conmigo para ver quien marca más" Lo cierto es que, desde su llegada a Gales, su rendimiento fue a más. A medida que se adaptaba al grupo, y el equipo a él, Bony mejoró su rendimiento y, también, su aportación goleadora. Le costó entrar en la dinámica del equipo, y en algunos partidos parecía ausente y algo fallón, pero su progresión no se estancó, ni siquiera tras sufrir varias lesiones musculares, pues al final terminó demostrando su valía. Delantero de instinto, solidario y líder, sabe tirar del equipo cuando lo necesita, bajar a defender y a combinar con los centrocampistas, es un delantero muy completo cuya fecha de caducidad en Swansea se sabía que iba a ser muy corta. Terminó siendo de un año y medio. Breve pero intensa estancia.

Desde que es jugador del Swansea, eso es desde la temporada 2012-13, sus registros lo sitúan entre los cinco mejores goleadores de las mejores ligas europeas. Únicamente Cristiano Ronaldo, Leo Messi, Zlatan Ibrahimovic y Graziano Pellè han anotado más goles que los 56 que ha firmado Bony en este periodo. "Mi hijo mayor, Jeffrey, que también juega de delantero y me pregunta cuantos goles marcaré. Se pica conmigo para ver quien marca más", sonríe. El control mental, para él, ha resultado clave para llegar hasta aquí. "Necesitas controlar tus emociones. Me enfadaba cuando no jugaba, pero hay que pensar en el equipo primero", confesaba Bony, quien encuentra una motivación añadida en un preparador personal que le acompaña. Con Michael Laudrup lamentaba no jugar todo lo que quería, pero con Garry Monk se liberó, y con él, la bestia que lleva dentro.

Bony es una auténtica máquina de hacer goles que seguirá disparando sus cifras en Mánchester, donde le espera el Manchester City, que ha pagado por él 25 millones de libras más tres variables. Sus rivales ciudadanos ya le han temido en Old Trafford, pues él les eliminó la temporada pasada de la FA Cup con un testarazo suyo, y ahora le temerán como citizen. Además, podrá cumplir otro de sus sueños, disputar la Champions League. Que tiemble el Barcelona, que un puma anda suelto.