El Derby della Lanterna fue esta vez para el Genoa por los tres golazos que consiguió hacerle a la Sampdoria en el partido que ha cerrado la jornada dominical de la Serie A. Los hoy visitantes fueron muy superiores a los blucerchiati durante todo el encuentro, sobre todo desde que se adelantaron en el marcador gracias a Antonini. Al poco de la reanudación, Calaiò amplió distancias y Lodi, con un fantástico libre directo puso el definitivo 0-3 en el marcador.

En un partido de estas características, muy intenso por la histórica rivalidad de ambos equipos, empezar marcando pronto es una ventaja no sólo en el marcador, sino también en la mente de los jugadores. El golazo de Antonini, en el punto de penalti rematando de volea un centro desde la derecha, permitió a los rossoblu vivir el resto del partido con el dominio psicológico de la situación. Este dominio se vio acrecentado por los nervios de la Sampdoria, presionada ante su afición por darle la vuelta al partido, lo cual dificultaba aún más la circulación de pelota entre ellos, en un equipo escaso de calidad técnica y capacidad organizativa.

La Sampdoria perdió a Andrea Poli este verano, y no ha conseguido un sustituto no sólo de su categoría, sino de su estilo. No hay realmente un jugador capaz de echarse el equipo a la espalda, controlar las velocidades del partido desde el balón y sobre todo, lo más importante, encontrar pases desequilibrantes hacia sus atacantes. Obiang lo intenta, pero no le llega su calidad técnica para ello. La mejor solución para Delio Rossi hoy era hacer bajar demasiado a Manolo Gabbiadini para que participase en la jugada, aunque sin ningún rédito. El primer tiro a puerta de los blucerchiati se produjo en el minuto 88, ya con 0-3 en el marcador, obra de Gianluca Sansone, que entró por Regini con el partido ya casi perdido.

La sensación que dejaba la primera parte en su global es que la Samp merecía más que ir perdiendo por la mínima. Esa idea la creaba la negativa del Genoa de generar fútbol después de ponerse por delante. Liverani mandó a su equipo para atrás, reculando quizás en exceso, con la fortuna de que la Sampdoria era incapaz de crear peligro, pero si hubieran estado algo más acertados, el Genoa habría pagado muy caro su acomodo defensivo.

Sentencia rossoblu

Esa organización varió levemente tras el descanso. El Genoa dio dos o tres pasitos hacia delante y no sólo se quitó de encima la presión blucerchiata, sino que consiguió crear peligro en la meta de Da Costa. De hecho, a la primera que tuvieron, fue gol, y no un tanto cualquiera. La belleza del tanto reside casi en su totalidad en el primer toque de Gilardino que habilitaba la internada de Vrsaljko por la banda derecha. Preciso, efectivo y elegante a la vez. El croata después se la puso a Calaiò para que la empujara a la red.

Ese gol mató las aspiraciones de la Samp, desmoralizándola por completo. Matuzalem y Lodi estaban controlando el centro del campo y Gilardino aguantaba todos los melones que le llovían, alejando así a la Sampdoria de la meta de Perin. Las ideas locales, si antes eran escasas, se difuminaron por completo. El propio Gila se sacó una falta en la frontal del área, perfecta para Lodi, que no defraudó y puso la pelota en la escuadra que cubría Da Costa. El tercer gol originó la espantada de la tifoseria de la Samp y la fiesta rossoblu, que se desató cuando Rizzoli pitó el final. 

-Foto: La Gazzetta dello Sport.