El partido de hoy es un reflejo nítido de lo que está siendo este comienzo de temporada para el Inter de Milán. Ha sufrido en todos los partidos que ha disputado hasta el momento menos en uno, el de la goleada al Sassuolo, por un motivo evidente que es la falta alarmante de capacidad creativa, lo que salta a la vista cuando tienen la obligación de llevar la iniciativa.

Contra la Fiorentina, el problema era tan sólo intermedio, en teoría. Con Montella, el estilo es mover el balón, mantenerse seguros desde la posesión del esférico con jugadores muy técnicos de mediocampo hacia delante y mucha mordiente arriba, sobre todo con Mario Gómez y Giuseppe Rossi. Ahora el italo-americano se ha quedado solo, pero sigue rindiendo a un gran nivel y con el tanto de hoy ha igualado a Alessio Cerci como capocannoniere de la Serie A.

Así, con la Fiorentina volcada en su área, el Inter sólo tenía que defender muy replegado y salir a la contra con peligro, es decir, lo que más le gusta al equipo y para lo que está diseñado. Tiene un lanzador magnífico como Guarín, carrileros rápidos y Palacio siempre atento para rematar. Pero los once interistas estaban tan cerca de Handanovič que salir a la contra era complicado.

Los viola gestionaban el juego con comodidad, con Ambrosini como baluarte en el centro del campo, sosteniendo las avanzadillas que proponían Borja Valero y Aquilani, en escala, con el español por delante casi siempre, aunque no exento de obligaciones defensivas. Estos enlazaban con más facilidad con el hombre más móvil de los de arriba, Joaquín, omnipresente y más activo tanto que Mati Fernández que Rossi, sobre todo que el chileno, desaparecido hasta casi el segundo tiempo. Joaquín tuvo las ocasiones más claras, desbaratadas por un gran Handanovič, una vez más el mejor de los suyos.

Lo mejor para el Inter al descanso era el empate inicial, sabiendo que podían empezar la reanudación con las mismas posibilidades que su rival. Las sensaciones eran, sin embargo, muy malas, y lo fueron hasta el final del partido. Si ganó el Inter no fue por calidad, ni por juego, sino por empuje propio y conformismo ajeno. La Fiorentina marcó de la forma más fea, de penalti, a pesar de las múltiples ocasiones que dispuso. La pena máxima fue muy evidente. Juan Jesus, superado en el desmarque por Joaquín, lo agarró para que no llegara a un centro raso desde la izquierda y el andaluz cayó. Rossi siguió con su racha desde que volviese al fútbol y superó la estirada de Handanovič, que llegó a rozar la pelota.

Desde ese momento, la Fiore se echó para atrás incomprensiblemente, con su adversario en la arena del ruedo, esperando ser apuntillado. Pecó de complacencia, confió demasiado en la nula creación del Inter, en que se atascarían en el centro del campo, como ciertamente sucedió. Incluso sonaron innumerables silbidos que se acentuaron cuando Guarín salió del campo sustituido por Icardi, después de que el colombiano hubiera fallado varias acciones consecutivamente. Guarín aumentó la crispación haciendo un gesto repetitivo de indiferencia hacia los pitos de la grada.

Los goles del Inter no salieron de la inspiración colectiva, sino del acierto y/o picardía individual de Cambiasso primero y Jonathan después. El Cuchu es aficionado a goles motivadores, y vaya si fue éste uno de esos. Tras una mala salida de Neto en un córner, cazó el balón y de tijereta lo introdujo en la red. Consiguió alentar a su equipo, hundido, y hacer que la Fiore metiese el rabo entre las patas. Once minutos después, con el Inter volcado física y anímicamente sobre el marco toscano, un centro de Álvarez se lo encontró Jonathan, que superó con un globo la inocente entrada de Mati y fusiló de volea al arquero brasileño. Dos despistes defensivos fiorentini que le costaron su primera derrota de la temporada y mantienen al Inter de Mazzarri a dos puntos de la Roma capolista

-Foto: AFP.