Se preveía como un partido interesante y uno de los más atractivos de la octava jornada de la Serie A, pero pocos podían imaginar que este Torino-Inter del Comunale tendría tantos momentos de emoción y tensión como los que se han vivido en la ciudad de la Molle Antoneliana. Cuando un equipo prácticamente comienza el partido con diez hombres, ese encuentro se vuelve desde ese instante imprevisible. Se puede transformar en un asedio del equipo en superioridad numérica ante la encerrona contraria, o puede deparar un choque de ida y vuelta, de alternativas y continuos cambios en el marcador. Esto último es lo que ha sucedido hoy en Turín.

Seis minutos transcurrieron hasta que una internada de Cerci en el área acabó con el 11 granata por los suelos, derribado por Handanovic. El árbitro Doveri decidió que eso sería penalti y expulsión del arquero interista. Carrizo entró por Kovacic (que entraba en el puesto de mediapunta, su hábitat natural) y su primera acción fue detenerle el penalti a Cerci, lanzado a media altura y no muy escorado, es decir, mal tirado. Contra diez, el Torino se hizo con el partido, controló el ritmo. Eso sí, su juego se basaba en mover el balón, hacer correr al Inter para en algún momento encontrar el hueco preciso para habilitar a Cerci. Su importancia en el planteamiento de Ventura es bestial. Si no aparece Cerci, el Torino no crea peligro. Intervino en varias ocasiones, hasta que un toquecito preciso a un pase frontal le sirvió para asistir a Farnerud en el 1-0.

Poco después de encajar el tanto, el Inter empezó a tranquilizar su juego, a tener más el balón y empezar a sentirse algo más cómodo sobre el pasto. El objetivo se convirtió entonces en minimizar los daños que podía ocasionar el Toro, envalentonado después del gol. Pausa y sosiego con Cambiasso como ejemplo. La ausencia de trequartista penalizó el ataque organizado del Inter, generalmente escaso, hoy casi ausente. En esa situación, la participación de Palacio unos metros más atrás de su zona de influencia se hacía indispensable para al menos mantener la pelota. Las internadas por la banda derecha de Jonathan y las faltas laterales que sacaba eran la principal fuente de acercamientos interistas.

En una de esas llegó el golazo de Guarín. Bello por la ejecución del colombiano, de chilena a baja altura, pero afeado por el precedente error de Daniele Padelli en su débil salida. Un portero, cuando va a buscar un balón por alto, tiene que hacerlo decidido, enérgico en su movimiento hacia la pelota. De lo contrario, es mejor quedarse bajo palos. Padelli salió blando, dejando el balón flotando en su área hasta que el escorzo de Guarín lo introdujo en la portería, ya en el tiempo añadido del primer acto.

Remontada 'nerazzurra'

Ese tanto dio confianza al Inter para seguir en la segunda parte como acabó la primera, esto es, tocando con calma, aguantando la pelota y dejando pasar el tiempo. Pero Cerci no estaba de acuerdo con esa postura. Generalmente es imparable para muchas defensas, hoy contra el Inter ha sido absolutamente desequilibrante. Recibió dentro del área, se perfiló ante tres defensas hasta encontrar hueco para disparar. El rebote en Rolando le cayó a Immobile, recién entrado, que la puso con elegancia en el palo largo. Se esperaba que fuera un golpe de efecto del Torino, que estaba corriendo detrás de la pelota hasta este momento. Sin embargo, otra mala acción de Padelli supuso el inmediato empate. De nuevo salió sin decisión a por un balón, dudó y esta vez fue Palacio el que aprovechó para marcar el balón suelto.

Ambos entrenadores efectuaron cambios que acabaron siendo fundamentales en el devenir del partido. Primero, Ventura acertó con la entrada de Immobile, ganando una referencia ofensiva clara. Después, Mazzarri encontró en Belfodil el cambio de ritmo y velocidad que le estaba faltando a su equipo para acabar de hacer daño al Toro. El argelino asistió a Palacio en el 2-3 con un eslalon magnífico en banda derecha y pudo sentenciar después. Así, el Inter se puso por delante del marcador después de casi setenta minutos con uno menos. Faltaba el último acierto de Ventura. Sustituyó a Brighi para dar entrada a Bellomo. Éste sustituyó a Cerci en los lanzamientos de falta con tal tino que en uno de ellos, cuando trataba de centrar, sorprendió a Carrizo con la trayectoria de la pelota, que acabó entrando por la escuadra. Era el minuto 90, cuando la afición nerazzurra estaba ya disfrutando de una nueva victoria.

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