Era una tarde de fiesta en Parma, y especialmente en el Ennio Tardini. El conjunto parmesano, que vivió sus mejores años en los 90 gracias al apoyo económico del exgigante lácteo Parmalat, celebraba su centenario (aunque exactamente tiene lugar el 16 de diciembre). Los de Donadoni saltaron al césped con una indumentaria especial que recordaba a sus primeros años de historia, mientras que un precioso tifo cubría uno de los fondos . Enfrente el Cagliari, que no conoce la victoria fuera de casa desde febrero de este año. Sin embargo, tanto los sardos como el Parma llegaban con trayectorias positivas, tras 4 partidos consecutivos sin conocer la derrota en la Serie A.

Las ausencias de Gargano y Parolo (especialmente éste último) se preveían sensibles para los de Donadoni, y desde el principio se notó. Valdés y Acquah no veían las grietas en el muro formado por el Cagliari, por lo que desde el inicio los sardos dominaron. Nainggolan, Ekdal y Dessena recuperaban rápido, aunque con el balón en los pies tampoco sabían llegar con peligro a la portería de Mirante. Pese a ello, se mostraban mucho más cómodos.

Poco a poco, el Parma tuvo que adaptarse y optar por aprovechar la velocidad de Sansone y Biabiany en las bandas para liberarse de la presión del Cagliari y tratar de acercarse, al menos, al área rival. Sin embargo, cada contraataque de los crociati resultaba poco fructífero ante la soledad de ambos jugadores, a los que se sumaba un Cassano completamente fuera del partido. Su aportación a la primera mitad fue una tarjeta amarilla que vio por protestarle al árbitro (que le obliga a perderse el próximo partido ante la Sampdoria).

No había manera de que ningún equipo tuviera oportunidades viendo la poca fluidez en ataque de ambos y la solidez que mostraban las dos defensas. Por eso, todos los acercamientos llegaban a través de disparos lejanos. Dessena y Nenê (que sustituía hoy a Pinilla) lo intentaron por parte de los visitantes, mientras que Valdés, poco antes del descanso, tuvo la mejor oportunidad tras una jugada desde la esquina izquierda del área que terminó desviando Avramov. Al menos así los dos porteros podían demostrar que habían saltado al césped del Ennio Tardini.

Más oportunidades en la segunda parte

El margen de mejora de ambos equipos era más que grande. Por eso, en cuanto Parma y Cagliari decidieron despertar de su letargo las llegadas, más o menos claras, comenzaron a sucederse. Biabiany se encargó de contagiar a sus compañeros, primero con un disparo cruzado que tuvo que despejar Avramov, y después con una internada por la línea de fondo (tras dejar en el sitio a dos rivales) que salvó de nuevo el portero serbio mientras Cassano esperaba ya la asistencia.

De hecho, la mejor noticia para el Parma fue la aparición de ‘Fantantonio’, que no necesita aparecer continuamente para definir un partido. Y a punto estuvo de hacerlo con una asistencia a Marchionni que obligó a Pisano a rebañarle el balón justo cuando el centrocampista se quedaba solo ante Avramov.

También el Cagliari encontró más espacios para hacer daño. No sólo con disparos desde media distancia como los de Nainggolan o Nenê, sino aprovechando la velocidad de Marco Sau. Precisamente fue él quien tuvo la mejor oportunidad del partido cuando recibió escorado a la izquierda e hizo una pared para ganar la espalda a la defensa. Mirante apenas acertó a sacar una mano abajo, el balón pegó en el poste y Gobbi llegó para enviar el balón a la grada.

Donadoni dio entrada a Amauri para ganar más peso y fuerza en el área rival aprovechando el despliegue de Biabiany por la derecha. Pero el italo-brasileño sólo dispuso de una oportunidad en la que apenas pudo rematar el balón de cabeza. En el día previo a su centenario, el Ennio Tardini vivió una tarde de fútbol que no pasará a la historia por lo que se vio en el césped.