Es 22 de mayo en Madrid y una masa ingente de camisetas nerazzurras llena el fondo norte del Santiago Bernabéu. El reloj se acerca a las 22.30 de la noche cuando Eto’o recibe el balón en el centro del campo, ve a Diego Milito abierto a la izquierda y le envía el balón. En ese momento al argentino le separan casi cincuenta metros de la portería. Por delante sólo Van Buyten parece poder arrebatarle el balón. Arranca, conduce con comodidad, llega al borde del área y con una finta deja casi sentado al zaguero belga. Tiro cruzado al palo largo del portero y cunde el delirio. Mourinho, desde el banquillo, pide calma. Ya no hay quien lo pare: el Inter, 45 años después volverá a ser campeón de Europa. Pero sin ser conscientes en ese momento, los aficionados presentes en Madrid estaban asistiendo también al final de una de las épocas más dulces de la historia del club.

Para saber cómo ha sido el 2013 para el Inter y por qué ha sido así convenía retroceder más de 3 años. Tantos como han pasado tras la marcha de José Mourinho al Real Madrid, como lleva el club presidido hasta hace poco por Massimo Moratti tratando de acercarse, al menos, al equipo que fue. Pero no sólo no ha ocurrido eso, sino que el club se ha visto sumido en una crisis deportiva que hasta este pasado verano parece que no había sido entendida por los dirigentes.

Tras finalizar subcampeón de la Serie A al año siguiente de lograr el triplete, el verano posterior la clasificación para la Europa League sólo se certificó gracias a una carambola con el campeón de la Coppa Italia (el Nápoles ganó el torneo y al finalizar también en quinta posición, el derecho de participar en competición europea pasó al séptimo clasificado). Pero en el mes de mayo de este 2013 que toca a su fin se confirmaron los presagios que venían alertando de que el Inter debía llevar a cabo una reestructuración completa de su plantilla.

Para la temporada pasada, Moratti -y Marco Branca, director técnico- decidieron mantener al frente del vestuario a Andrea Stramaccioni, anteriormente entrenador del Primavera y que ascendió al primer equipo para sustituir a Claudio Ranieri y convertirse en el tercer entrenador de la temporada 2011/2012. Stramaccioni metió al equipo en Europa a duras penas, pero ese logro, así como llevar a la cantera nerazzurra a levantar la NextGen Series (predecesora de lo que hoy es la Champions League de juveniles) fueron suficientes para pensar que podría ser el encargado de liderar un nuevo proyecto. Una temporada completa en el cargo bastó para quitarles la razón a quienes confiaron en él. Ni mucho menos Stramaccioni fue el culpable de que el Inter finalizase la campaña 2012/2013 en novena posición, la peor en 19 años, pero sí que fue uno de los causantes de que se llegase a esa situación.

El Inter acabó la temporada en novena posición, la peor en 19 años

Desde el principio Andrea exhibió lo que a priori parecía ser una virtud: no tenía problemas para variar el esquema del equipo no sólo de un partido para otro, sino también en mitad de un mismo encuentro. Así, un mismo jugador podía comenzar en una posición, pasar a otra en el minuto 30 y antes del pitido final haber vuelto a la posición que ocupaba en un principio. Pero el recurso se convirtió en costumbre, el equipo dejó de entender el esquema habitual y el modelo de juego. El mejor ejemplo de la situación a la que se llegó fue ver a Samuel saltando al césped de Is Arenas en el minuto 75 para jugar el último cuarto de hora contra el Cagliari como delantero centro.

Lesiones, fichajes y mala planificación

Para que Samuel tuviera que jugar de 9 en aquel duelo tuvieron que darse varias casualidades. La peor de todas fue sin duda que en el parte de bajas se encontrasen de manera simultánea los tres con los que el equipo contaba a principio de temporada. En febrero Diego Milito se rompía los ligamentos de su rodilla izquierda, y en abril, con sólo tres días de diferencia entre una y otra, Palacio y Cassano sufrían sendas lesiones musculares que les dejaban en el dique seco durante varias semanas.

Además, a la lista se sumaría también Javier Zanetti. ‘Il Capitano’, con 39 años, se rompía el tendón de Aquiles el 28 de abril frente al Palermo, lo que le mantendría fuera de competición hasta el pasado 9 de noviembre (periodo en el que le daría tiempo a cumplir los 40 y a prorrogar su contrato con el Inter hasta finalizar la presente campaña). Por otro lado, precisamente en el ya mencionado partido contra el Cagliari, Samuel tuvo que sustituir a Nagatomo después de que el jugador nipón regresase ese mismo día tras una lesión en su rodilla y recayera de la misma menos de 10 minutos después.

Pero los malos resultados no sólo se debieron a las lesiones. También hemos mencionado los arrebatos de locura que de vez en cuando pasaban por la cabeza de Stramaccioni y le hacían cambiar de arriba abajo un once -lo que supuso que no repitiera una alineación de manera consecutiva-. No obstante, todos estos contratiempos se podrían haber minimizado si la gestión de la plantilla hubiera sido la adecuada. Si el conflicto con Sneijder se hubiera solucionado invirtiendo el dinero de su traspaso en fichar a otro jugador del mismo perfil, si no se hubiera vendido a Coutinho sabiendo que a pesar de sus 20 años era el único capaz de aportar algo de frescura al equipo… Pero ambos se marcharon, y llegaron tres fichajes que reflejaron el nivel en el que se encontraba entonces tanto el equipo como la institución. Kuzmanovic tuvo tiempo en Florencia y Stuttgart para demostrar que su nombre no será recordado entre aquellos que marcaron una época; Schelotto había destacado en el Atalanta, pero no parecía dar el nivel para formar parte de una plantilla como la del Inter; y como colofón, Tommaso Rocchi, que con 40 años y casi un año sin marcar un gol recalaba en el Giuseppe Meazza. Meses después se conve rtiría en el único delantero disponible para varios partidos.

Mateo Kovacic, con sólo 18 años, resultó ser el único jugador que podría entrar dentro de una lista de futuras estrellas. Pero su juventud y su lenta adaptación al equipo (Stramaccioni quiso darle el timón del centro del campo y físicamente se vio superado) le impidieron asentarse a pesar de jugar más de 10 partidos como titular desde su llegada.

Mazzarri, ¿Proyecto a largo plazo?

En el último partido de la temporada el Inter encajaba un vergonzoso 2-5 frente al Udinese. No podía ser de otra manera. Apenas una semana después Stramaccioni era historia y Walter Mazzarri se convertía en el nuevo entrenador. Tras él llegarían algunos fichajes como Taider, Icardi o Belfodil, que demuestran la necesidad de gente joven en la plantilla pero que tampoco terminan de dar la sensación de ser capaces de abanderar al equipo a medio plazo. De hecho, los únicos fichajes con los que ha contado de verdad Mazzarri hasta ahora han sido Hugo Campagnaro y Rolando, dos centrales experimentados y que ya conocía de su anterior etapa en Nápoles.

Lo que sí que ha conseguido el técnico toscano es dotar al equipo de una competitividad que antes era inimaginable, capaz de entregar la pelota durante casi 80 minutos al Milan en el último partido y vencerle sin pasar demasiados apuros. Mazzarri conoce bien las debilidades y virtudes de sus jugadores y trata de esconderlas y explotarlas, respectivamente. Con Palacio a un nivel que permite incluirle entre los delanteros más en forma de Europa, el Inter se encuentra más cómodo en ataques donde disponga de espacios para correr frente a una defensa desorganizada. Además de que con espacios a sus espaldas la defensa de 3 centrales instaurada por Mazzarri queda al descubierto, pues ninguno de ellos tiene capacidad para correr hacia atrás.

Por otro lado, a falta de que los fichajes den sus frutos, hay dos jugadores que han alcanzado su mejor nivel de rendimiento tras la llegada del nuevo técnico. Uno es Jonathan, vilipendiado durante la temporada anterior, se ha hecho con un puesto como carrilero diestro y hoy representa una de las mejores armas del equipo en ataque. Igual que Ricky Álvarez, que pasó por una situación semejante. Empezó jugando como mediapunta, pero su buena visión de juego sumada a los problemas del equipo en el centro del campo le han hecho retroceder unos metro para jugar de interior junto a Cambiasso.

De momento no se puede decir que el Inter aspire a ganar el Scudetto en mayo. Pero no cabe duda de que, a pesar del largo camino que le queda por recorrer para volver a estar en la élite del fútbol europeo, hoy se puede hablar de un equipo en construcción, y no en decadencia como parecía hasta hace poco.

Moratti, Thohir y el futuro

En cuanto a lo que le deparará el futuro al Inter, poco se sabe. El camino para volver al lugar que dejó hace más de 3 años es muy largo, y pese a dar todos los pasos correctamente, nadie puede asegurar que se alcancen las mismas cotas. Sin embargo, existe un elemento que puede definir el porvenir de los nerazzurri: se llama Erick Thohir, y desde el pasado 15 de noviembre es el máximo mandatario del club.

Este empresario indonesio se hacía cargo de la deuda de 180 millones de euros y ponía sobre la mesa, además, otros 75 millones para hacerse con el 70% de las acciones del club. Con su llegada dice adiós tras 18 años como presidente Massimo Moratti, que pierde todo el poder en el consejo de administración y pasará a ser el presidente de honor de la entidad.

Thohir, uno de los dueños del DC United de la MLS y los Philadelphia 76ers de la NBA, no parece representar la misma figura que otros hombres de negocios que se han convertido en dirigentes de grandes clubes y han conformado sus plantillas a base de talonario. Es cierto que su llegada supondrá seguramente una inversión en fichajes, pero según podemos entender a través de sus palabras, no tiene como objetivo realizar grandes desembolsos por el momento: “Es importante garantizar la fortaleza financiera y económica del club para competir con otros equipos a nivel internacional y ajustarse a las nuevas regulaciones”, decía.

De momento, parece que los fichajes de Lavezzi y Nainggolan -éste último de nacionalidad belga pero de ascendencia indonesia-podrían reforzar al equipo de cara a la segunda mitad de la temporada y ayudar así a cumplir el objetivo de volver a Europa el próximo curso, a la espera de que los Cambiasso o Zanetti encuentren sustituto.

En definitiva, el 2013 ha resultado para el Inter un año en el que tropezar por enésima vez con la misma piedra ha servido para caer más abajo que nunca y descubrir que para crecer conviene dar pequeños pasos que den seguridad. No será fácil, menos aún en un fútbol tan complejo como el italiano, pero el mejor ejemplo de ello es la Juventus, que tras subir de la Serie B y pasar varios años de sequía, su apuesta por un proyecto ha vuelto a convertir a la ‘Vecchia Signora’ en la reina del calcio.

Foto Milito: Zimbio

Foto Milito + Zanetti: Facebook y La Gazzetta dello Sport

Foto Palacio: Zimbio

Foto Moratti, Mazzarri, Thohir, Zanetti: La Gazzetta dello Sport