No es el mejor momento para que un aficionado del Inter reconozca cual es el club de sus amores. Sobre el césped, la travesía por el desierto de la desidia continúa, mientras que en los despachos la llegada de Thohir , en lugar de dar paso a la esperanza, agolpó a cientos de hinchas a la entrada de las oficinas. La razón: la intención de intercambiar con la Juventus a GuarÍn por Vucinic. Un esperpento que finalizó con el cierre de las negociaciones tras las quejas de los aficionados y un comunicado de la Curva Nord.

Thohir se sentaba junto a Moratti en el palco y el Inter salió con la esperanza y la convicción de dominar y llevarse los tres puntos contra el colista de la Serie A. Milito, Palacio y Ricky encabezaban el ataque. Con Kuzmanovic y Cambiasso por detrás de ellos, sólo Nagatomo y Jonathan podían acompañar al trío de argentinos. El Catania cambió el esquema, y Rolando Maran sacó a tres centrales para ahogar a los pupilos de Mazzarri. Y así fue.

El entusiasmo inicial dio paso a la falta de ideas habitual. El Inter no da para más. Sin espacios para correr se pierde, y su rival en esta ocasión iba a dejarle cualquier cosa menos eso. De hecho, lo más cerca que estuvo el Catania de batir a Handanovic fueron un par de ocasiones en las que sólo pudo entrar en el área. Ni un solo disparo en la primera mitad.

Pero el atasco en el centro del campo nerazzurro era más que evidente, como lo lleva siendo todo el año. Por eso intentó retroceder unos metros y obligar al Catania a salir de la cueva, pero los sicilianos no estaban muy por la labor. Aun así, las mejores oportunidades llegaron de ese modo. Ricky encontraba a Milito, que jugaba de cara y cedía a Palacio para que éste arrancase. Poquito más.

Mientras, Kuzmanovic se dedicaba a salirse del partido, lo que haría que Mazzarri le sustituyera en el descanso. Los espectadores que acudieron al Giuseppe Meazza se desesperaban al ver que su equipo no era capaz de superar a un rival tan inferior. Pero el Catania se mantenía sólido en defensa, y el Inter se dedicó a intentar derribar el muro que tenía ante sí a base de cabezazos.

Ya en la segunda parte, la entrada de Kovacic ofreció algo más de claridad en comparación con la versión vista previamente. Pero no lo suficiente. En una declaración de intenciones, el Inter decidió echarse atrás y dejar el balón al Catania. La idea resultaba bastante clara: que el Catania perdiera el balón con sus jugadores lejos de su portería y el Inter pudiera así montar los contraataques. Los visitantes se hicieron con el balón, y aunque es cierto que el Inter llegó con cierta facilidad a la meta de Frison, el Catania, que no tenía ninguna intención de que el partido se rompiera, no cayó en la trampa.

Demostraba así el Inter que su problema es la falta de un estilo de juego definido. No domina a sus rivales ni con el balón ni sin él, y sólo una acción individual le permite definir los partidos. Igual que le pasó a Kuzmanovic, Ricky Álvarez se desesperó también. Lo demostró con dos entradas a destiempo que pudieron haberle costado la expulsión. No vio la amarilla en ninguna de las dos.

El empate no sólo refleja que el Inter pierda dos puntos más. Es todo aquello que representa: no haber demostrado ser mejor que el último de la liga, no saber encontrar las virtudes de los jugadores, y sobre todo, que a finales del mes de enero el objetivo marcado al comienzo de la temporada quede prácticamente inalcanzable. Seguramente el año que viene el Inter no jugará la Champions League. Thohir se quedará en Milán toda la semana para cerrar algún fichaje que pueda despertar a un equipo completamente plano.