El Cagliari volvió a encontrar la victoria, esta vez, a costa de una imprecisa e inofensiva Fiorentina. El equipo de Florencia está sobrecargado de trabajo, y a pesar de no perder desde el 8 de diciembre, demostró no estar en su mejor momento. Montella lo sabe e intenta dosificar esfuerzos, ya que le esperan nada menos que nueve partidos en un mes. Es el precio de seguir vivo en tres competiciones. Además de los compromisos ligueros, la Fiorentina deberá afrontar este mes la Europa Lleague y dos partidos de semifinales de Copa frente al Udinese. Con los puestos de cabeza muy lejos del alcance florentino, las semifinales de Copa se vuelven fundamentales para el equipo viola. No sólo por significar una plaza en Europa, sino por ser su posibilidad más real de alzarse con un título… y sin olvidar su persecución al Nápoles en la carrera por entrar en la Champions.

Con todo esto, quizás sumar la reserva de jugadores, por descanso, a las ausencias de dos  que arrancaban como pilares básicos del proyecto (Mario Gómez y Rossi) haya sido demasiado para la escuadra viola. Pascual, Valero, Cuadrado y Joaquín reposaron en espera de objetivos más importantes. Pero el fútbol no entiende de precauciones y exige el máximo en cada minuto. Bien lo sabe el Cagliari, que lo aprendió con un duro palo la semana pasada.

En esta tesitura, el Cagliari, que no es un equipo que se achique, puso su oficio sobre la mesa y dejó los tres puntos en casa. Ante pocos pero ruidosos aficionados, ya que el problema del estadio sigue vigente, los sardos dejaron otro partido que empieza a ser seña y estilo. El equipo está asentado y tranquilo, conoce sus armas y como usarlas. Con Conti al mando, con sus escuderos Ekedal y Dessena, con Astori en la retaguardia y con Sau y Pinilla en punta, los de López corren, presionan, combaten y golpean casi de memoria.

El partido lo decidió un penalti. Otra diablura de Sau y Roncaglia se comió el cebo, el anzuelo y la caña. El argentino cometió un penalti inocente que Pinilla incrusto en las redes. Fue un Penalti, pero el encuentro bien pudieron decidirlo las defensas. Mientras Pinilla y Sau creaban complicaciones en cada una de sus llegadas y finalizaban en tiro con facilidad,  Matri y Matías Fernández no encontraron su sitio en ningún momento.

Montella intentó recular pronto, pero pronto ya era demasiado tarde. Las entradas de Valero, Mato y Joaquín dieron algo de vida al juego del conjunto viola. La clase y el control de Borja Valero fueron aire y luz para la Fiorentina. Joaquín en cambio puso más ganas que juego. El extremo español estuvo impreciso, pero, a pesar de que quedaran en intentos, sus cambios de ritmo y su verticalidad dieron algo de sensación de peligro.

El resultado no cambió. Y de haber cambiado, probablemente, habría sido a favor de los locales. Avramov seguía sin mancharse mucho los guantes y en cada centro o contra sarda la Fiorentina temblaba de los pies a la cabeza. El Cagliari vuelve a sumar y se afianza en una zona comodísima de la tabla y los violas empiezan con mal pie su mes más duro.