La emboscada ya estaba planificada: el traidor osaba desafiar nuevamente al bueno de la película, pero esta vez no se saldría con la suya. Inter visitaba a Sampdoria en el Luigi Ferraris y eso significaba que Mauro Icardi volvería a meterse en la casa de Maxi López. En la casa futbolística esta vez. Wanda Nara, la manzana de la discordia entre los dos argentinos, dos ex amigos, observaba el juego desde su casa. El corazón estaba con Mauro pero los hijos con el progenitor, Maxi.

El plan era crearle un ambiente hostil para desmoronarlo. Con solo 21 años, Icardi debía sentir las brasas del infierno. El equipo y la afición estaban comprometidos con la faena. El primer golpe lo daría el propio Maxi: en el saludo uno a uno, antes de que inicien las acciones, el ex Barcelona y Milan dejó con la mano extendida a su enemigo.

Pero con lo que López no contó fue que Mauro había preparado un contraataque. Icardi llegó al Inter procedente de la Samp y ya sabía cómo desenvolverse ante la presión de ese mismo hincha que en la temporada pasada coreó y gritó los diez goles que hizo. En silencio, el 9 neroazzurro se concentró en hacer goles, que es lo suyo. No esperó mucho, pues a los 13' un centro de Palacio terminó en su pie derecho, letal en el área chica, e infló las redes custodiadas por Da Costa. La celebración no podía ser de otra manera: con la mano en la oreja y la sonrisa pícara, como diciendo "¡no los oigo, eh!".

La furia se desató en los jugadores y la barra local, que se sintieron ofendidos. Las pifias desde la grada aumentaron su intensidad y los insultos, inicialmente desde la tribuna, empezaron a oirse al ras del campo. Tanto así que el árbitro detuvo el partido para amonestar a Andrea Costa, que desde el banco no dejaba que Icardi olvide a su madre ni por un segundo.

Handanovic, iluminado

Los ánimos seguían al rojo vivo. Los 22 en la cancha entraban fuerte a las divididas y el trabajo del juez Paolo Valeri se tornó intenso. Cinco minutos después del tanto de Mauro, el colegiado pitó penal para Sampdoria. Era el momento de que la emboscada rinda su primer fruto. El ejecutor no podía ser otro que Maxi López. Había que vengar el honor de todo un pueblo, manchado cinco minutos atrás. Sin embargo, Icardi encontró en Handanovic a un compañero invaluable en la pelea. El serbio ya había evitado un gol clarísimo y ahora le adivinaba el penal a Maxi, que perdía la batalla más grande de la guerra que él mismo declaró.

Invadidos por la cólera y la frustración, los jugadores locales iniciaron una pelea. Los neroazzurros respondieron con Walter Samuel a la cabeza, atropellándose con el brasileño Eder. Valeri optó por lo sano y amonestó a los dos jugadores. Pero Eder, que había recibido una amarilla injustamente minutos atrás, tuvo que abandonar el campo y dejar con diez a una Sampdoria que, pese a la desventaja numérica, se las arregló para inquietar. Pero Handanovic estaba bendecido y evitó la caída de su arco otras dos veces.

En el segundo tiempo las fuerzas parecieron abandonar a la Doria. El hombre de menos se hizo sentir, la afición se calló y el Inter, sin obstáculos, se creció. A los 60' Walter Samuel puso el segundo con un cabezazo a la esquina del arco, inatajable. Y tres minutos después, Icardi, escurridizo y letal, apareció nuevamente para encrispar aún más las cosas. Génova era Ciudad Gótica y él el Wasón, pero aquí no hubo Batman que lo detenga. Maxi estaba designado para ese rol, pero con ese penal fallado y la falta de apoyo futbolístico de su equipo, no llegó ni siquiera a ser Robin.

"Icardi, ¡cuánta personalidad! Pero ese gesto no me gustó"

Walter Mazzarri, técnico del Inter.

La Sampdoria bajó los brazos. No quedaban fuerzas para pelear. Palacio aprovechó la puerta abierta de la defensa y coronó con un tanto su soberbia actuación. Si Handanovic fue el brazo derecho de Icardi, él fue el izquierdo al darle dos asistencias. El gol fue un premio más que justo. Y el 4-0 quedó oleado y sacramentado.

El Inter aprovechó el empate del Parma en casa del Bolonia (1-1) y quedó solo en la quinta posición con 53 puntos. El boleto a Europa League por ahora sigue asegurado, pero restan cinco fechas. Precisamente el neroazurro deberá visitar al equipo de Cassano y Amauri en la próxima fecha, y ahí el pase podría quedar sellado. Por ahora, de lo único que se tiene certeza es que Mauro Icardi, con nueve años menos, volvió a ganarle a Maxi López, su ex amigo. En casa Wanda lo espera para festejar.

Foto: La Gazzetta dello Sport