De Nápoles se han escrito guías, historias, novelas e, incluso, se han hecho investigaciones periodísticas. Pero nada vale cuando estás atrapado bajo sus calles. Sus calles céntricas no muestran nada especialmente raro: turistas, pizzerías y ‘gelaterías’, copan la mayoría de los paseos principales de la ciudad. Si uno se queda ahí, Nápoles es una ciudad más. Algo más sucio de lo habitual pero poco más, nada raro a la vista de un turista que busca pasar con tranquilidad unos días en una ciudad que había leído ser peligrosa.

Para empezar a entender la ciudad y, sobre todo, a su gente, basta con pasar unos minutos en un taxi. Del puerto de Nápoles a su templo, así llaman al Estadio San Paolo, hacen falta unos 20 minutos. En esos 20 minutos puede llegar a ver más de 50 infracciones de tráfico. Conductores sin casco o hablando por el móvil, coches contra dirección o, entre otras cosas, semáforos pasados en rojo. Para un aficionado al fútbol, eso queda atrás. Una vez pronuncia San Paolo, el taxista parece despertar. Tras colocarse en su asiento, con los ojos como platos, empieza a preguntar de ‘calcio’ entusiasmado. Maradona, Higuaín, Juventus, San Paolo, Mazzarri y Benítez. Son 20 minutos de fútbol. 20 minutos de pasión. 20 minutos que muestran cómo se vive este deporte en Nápoles.

Diez, Diego, Dios. Tres palabras tan parecidas pero a la vez con significados tan distintos. En Napoli, esas tres palabras son sagradas. Mencionar al Diego es invocar a un ídolo. Un ídolo que tiene pintadas, camisetas e incluso posters por toda la ciudad. Todos lo conocen como el “Dios del Calcio”, el hombre que vino de la mano de Dios para enseñar a jugar a 'calcio' a los demás. El ‘10’, número retirado en el Napoli, es seguramente la persona más importante de toda la ciudad. Una ciudad, que al igual que Maradona, disfruta viviendo en el caos y en la continua fiesta.

(Foto: sportpeople.net).

La llegada a San Paolo es una muestra más de qué significa aquel estadio para un napolitano. En enorme tamaño preside una pintada de la Curva A, los tifosi más radicales del Napoli, intimidando a cualquier visitante. Le acompañan pintadas de ‘ACAB’ (All Cops Are Bastards – “Todos los policías son bastardos”) en cada esquina; da la sensación de que los ultras campan a sus anchas por aquel territorio. San Paolo, como tal, no es nada especial pero su gente lo convierte en un lugar del cual es difícil no querer ver más y sentirse parte de ello. Sorprende que el estadio esté abierto al público, totalmente gratis, y dejen entrar a las gradas a cualquiera sin ningún tipo de seguridad. La resaca del partido contra la Lazio seguía latente y el estadio presentaba un aspecto misterioso. En ese momento, el corazón pide más, incluso desea vivir un partido, pero la cabeza pide alejarse de un estadio que ruge como el ojo que todo lo ve en Nápoles: el Vesubio.

En alguna de sus tiendas oficiales se puede sentir la pasión por el calcio en Nápoles. Bufandas anti Juve, murales con varios mosaicos que incluyen bengalas y fotos de Maradona. No es un club más, como dicen allí: “Los napolitanos somos calurosos, nos gusta cantar y la fiesta… en el norte son fríos y muy callados”. Y es que el ambiente en San Paolo hace temblar a cualquiera. Durante los últimos años, San Paolo se ha convertido en un fortín que regala muy pocos puntos. En Europa han caído Borussia Dortmund, Arsenal, Marsella, Manchester City o Villarreal, entre otros.

La droga de Nápoles es el fútbol. Basta con charlar con algunos tifosi para darse cuenta que están hechos de otra pasta. La ‘Curva B’, temida en el mundo del fútbol, acoge a todo tipo de personas que, simplemente, darían la vida por su equipo. Giuseppe, un joven abogado, no pudo explicar mejor en una frase el sentimiento napolitano: “Aquí, soy una persona normal. Dentro (señalando a la Curva B), soy un loco. Me late el corazón de forma diferente”. Sólo puede entender su pasión quien entienda su locura. Así es Nápoles, una ciudad que respira fútbol. Una ciudad, que como cantan sus ‘tifosi’, late al son de su pueblo.

(Foto: goal.com).

“Oh mamá, mamá, mamá oh mamá, mamá, mamá, ¿sabes por qué me late el corazón? He visto a Maradona, he visto a Maradona, oh, mamá, enamorado estoy”.