A falta de emoción en Turín, la tarde fue una fiesta. Hubo goles espectaculares, récord de puntos y un rival educado que no quiso aguar la fiesta.

La Juventus saltó al campo con un claro objetivo: hacer historia. Ya la había hecho al superar los 97 puntos, donde estaba fijado el récord de puntos del campeonato italiano. Pero la victoria ante el Cagliari pone 102 en la clasificación. Cifra que no alcanza ningún equipo de las diez primeras ligas europeas.

La victoria ante el conjunto sardo pone el broche de oro a una temporada en la cual la Juventus ha demostrado, una vez más, su hegemonía absoluta en Italia. Además del récord de 102 puntos, los de Conte pueden presumir de haber dejado a su más inmediato perseguidor, la Roma, a 17 puntos, nada menos. Y por si esto fuera poco, cierra la temporada como el equipo más goleador con 80 tantos a favor y como equipo menos goleado con tan sólo 23 dianas en contra.

Hace dos años la Juventus acabó la liga invicto, y este año aplastando record.  Motivos de felicidad para juventinos, pero de profunda reflexión para toda la Italia futbolística. ¿Cómo es que un equipo que no pasa la fase de grupos en la Champions domina con semejante autoridad, tranquilidad, y hasta facilidad un campeonato que otrora era considerado uno de los más potentes del viejo continente?

El partido, como no podía ser de otra manera, duró los noventa minutos reglamentarios, pero se solvento mucho antes. En quince minutos los locales ya ganaban 2-0 y el árbitro no tuvo que sacar ni una sola amarilla en todo el encuentro. Muestra de la falta de tensión o intención que tenían ambos participantes por seguir compitiendo.

Todo pudo haber sido distinto si Ibarbo hubiera acertado con la red en la primera y única ocasión de la que dispuso. El colegiado prácticamente no se había guardado  el silbato en el bolsillo cuando el colombiano encaró a Buffon. Antes el delantero tuvo la "difícil" tarea de superar a Caceres. Primero el defensa, a velocidad de tortuga, perdió   la carrera con el delantero, y por si esto fuera poco regalo… Caceres se resbaló. Con todo a favor Ibarbo sacó un potente disparo de zurda al muñeco.

Después del susto del inicio comenzó la fiesta. Y el escopetazo de salida lo dio Pirlo. Un golazo de falta directa que a pesar de la potencia, cayó hacia la portería como si fuera dirigido con láser. El esférico golpeó con violencia el larguero, después al portero y se alojó en la red. Otro regalo para la vista que nos deja Pirlo.

El marcador tardó poco en engordar. Esta vez por gracia de Llorente. El español marcó un gol de puro 9. Pescó un balón suelto en el cogollo del área y en media baldosa y con dos toques encontró la manera de controlar la pelota, sortear al defensa y salvar la salida del portero.  Otro gol de Llorente, al que ya nadie discute en Italia. Otro bello gol para la fiesta.

El marcador, sin finalizar aún la primera parte, lo cerró Marchisio con otro gol para enmarcar, para grabar y ver varias veces, como sus dos precedentes. Aprovechando la ausencia de Vidal quiso subir nota en el último examen con vistas a recuperar la titularidad para el año próximo. El delantero italiano, y único canterano Juventino sobre el césped, regaló a su público una chispa de magia con un control y regate en un sólo toque y un gol de volea. Dos acciones de máxima dificultad en un metro cuadrado y ante las narices de Dessena que no puede hacer nada ante semejante recurso.  

La segunda parte se jugó, pero ambos equipos podían haberse ido de cañas en vez de seguir disputando el choque. Fútbol  horizontal, ninguna gana y menos garra por parte de los dos contendientes. El partido se había convertido en una mera excusa para la celebración del campeón. El Cagliari, que tampoco se jugaba nada, lo sabía, la Juventus lo sabía, el público lo sabía, y los entrenadores, que por si queda alguna duda también lo sabían, comenzaron los cambios. Buffon dejó unos minutos su trono a Rubino y Pulga hizo entrar a Loi, un menor de edad (algo raro, raro, raro en Italia). Esos y otros cambios honoríficos,  de agradecimiento, de consolación, de minutos de gloria… cualquier cosa menos competitivos son lo único interesante que contar hasta que el árbitro pitó poniendo fin al partido  y a la temporada en Italia.

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