Cuarta posición, un punto por detrás de la sorprendente Sampdoria (que ahora empezará a enfrentarse a equipos de la parte alta de la tabla) y por tanto a tan sólo un punto del objetivo de la temporada: volver a disputar la máxima competición continental, es decir, acabar entre los tres primeros.

Tras la inestabilidad del año pasado, el ex-delantero rossonero poco a poco, y tras dejarse dos empates en casa de rivales recién ascendidos (Empoli y Cesena), ha reconducido el ritmo. La contundente victoria en el difícil Marcantonio Bentegodi, con el siempre rocoso Verona de Mandorlini de local, ha despertado la ilusión entre la 'tifoseria' milanista, que había caído en depresión de nuevo tras la derrota contra la Juventus hace un mes.

Un optimismo que lo apoyan los números, con siete jornadas este Milan lleva los mismos puntos que aquél entrenado por Allegri en la temporada 2010/11 que acabó conquistando el 'scudetto' número 18. Catorce unidades, en ese inicio de temporada de hace cuatro años bastaban para ser segundo (igualado a puntos con Inter) y estar a tan sólo dos puntos del líder, la Lazio. En la Serie A actual la distancia con los de arriba es mucho mayor, aunque también el objetivo es menos ambicioso.

En la primera temporada de Allegri, el Milan tenía estrellas del nivel de Pirlo, Ibrahimovic, Thiago Silva o el mismo Inzaghi. El nivel de la plantilla de este año claramente es mucho menor y aún así Pippo ha demostrado que con una idea clara de juego se puede llegar a cumplir el objetivo de volver a Europa.

Es cierto que no es complicado mejorar una temporada desastrosa como la del año pasado en la que se finalizó en el séptimo lugar. No en vano tras la de Verona el equipo suma la segunda victoria fuera de San Siro, algo que el año pasado no pudo lograr hasta el 26 de enero tras ganar con Seedorf en el banquillo al Cagliari por un gol a dos en la jornada 21. Anteriormente, Allegri antes de ser destituido conseguiría la primera victoria visitante del año el uno de diciembre en casa de un Catania que por entonces ya apuntaba al descenso.

Claro que no todo es oro lo que reluce, si Inzaghi quiere consolidar al equipo en la zona de privilegio de la clasificación tiene el deber de mejorar una defensa que ha recibido diez goles (sexto equipo que más goles recibe) además de recuperar el olfato goleador de un Fernando Torres que marcó en su debut ante el Empoli pero que ha bajado su rendimiento en los tres partidos de forma preocupante.

Dónde seguramente no haya tanta preocupación en casa Milan es en el acierto anotador del equipo. Es el equipo que más goles hace con 16 tantos, quedando sólo sin marcar en el partido contra la Juventus. No se marcaban tantos goles desde hace once años, en la temporada 2002-03 con Ancelotti en el banco en el que se llegó a 21 goles en los siete primeros partidos.

Mucha culpa de ello la tiene Keisuke Honda, el año pasado criticado tras anotar un gol en catorce partidos, este año convertido en capocannoniere (igualado a Callejón y Tévez) con seis goles en la mitad de encuentros. Contra el Hellas demostró que aún tiene ese olfato con el que destacó en el CSKA, equipo con el que marco su último doblete en 2012. Y además si a todo esto sumamos un Abate convertido en asistente de lujo con cuatro pases de gol y un Ménez capaz de romper defensas con espacio para correr, nos encontramos un Milan que ha adaptado el olfato de gol de su entrenador necesitando muy pocas ocasiones para encontrar la red.

Todavía es pronto, apenas dos meses de competición, pero suficiente para darse cuenta del gran mérito de Inzaghi: hacer comprender rápido al equipo la idea de juego y lo más difícil que sus jugadores la sepan implementar. A partir de ahí, si se mejora en defensa y en construcción de juego seguro será que pueda luchar para alcanzar el deseado y codiciado tercer puesto en la liga italiana.

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