Hace 25 años, el Parma pisó por primera vez las verdes praderas de los campos de la Serie A. Fue una década gloriosa para el club italiano en la que conquistó tres Copas de Italia, una Recopa de Europa, dos Copas de la UEFA, una Supercopa de Italia y una Supercopa de Europa. Ocho títulos en poco más de diez años sumados a un subcampeonato liguero, un palmarés al alcance de muy pocos equipos. Una leyenda que hoy no puede pagar las facturas y está al borde de la desaparición.

Los Ducali crecieron sin saber lo que era la gloría ni la primera división. El club fue fundado en 1913 y no fue hasta 1990 que salieron del pozo de la Serie B y Serie C. Por ahí es por donde se movía el modesto Parma. Con la salida de los banquillos de un tal Arrigo Sacchi, Zdeněk Zeman y Vitalli ocupan su sitio hasta la llegada de los dos hombres que cambiaron Parma: Nevio Scala en el banquillo; Callisto Tanzi, dueño de la compañía Parmalat.

Con Scala en el banquillo el club llega a la Serie A y logra plantarle cara a los grandes como la Juve, y solo un año después del ascenso, logra su primer título arrebatándole la Copa de Italia a la Vecchia Signora en la final. Tambien la Copa de la UEFA se la arrebataría a la Juventus cinco años después. Habia nacido un gigante en Italia y tenía sed de títulos. Una sed que, hasta 2002 con la conquista de la Copa de Italia, fue insaciable. En 1996, Scala se fue y, aunque nombres como Ancelotti o Prandelli se sentaron en el banco, el club no volvió a jugar igual ni a ganar tanto.

Con Tanzi en los despachos, el club comienza a gastar y gastar en la contratación de superestrellas para la plantilla del equipo. Con el dinero que daba Parmalat al club llegaron Zola, Crespo, Thuram, Fernando Couto, Dino Baggio, Cannavaro, Stoichkov, Veron, Di Vaio... jugadores que hoy son leyendas del futbol mundial fueron en su momento grandes ídolos en Parma. Incluso un jovencito Gigi Buffon creció en la cantera del club parmesano. Pero ninguno se hacía viejo en Parma, todos se iban y el once iba cambiando. El derroche fue descomunal e incluso se compraba sin tener y en 2003 Parmalat quebró y Tanzi fue a la cárcel. El club ya nunca volvió a ser el mismo.

El club se mantuvo en la Serie A pero sin brillar como antaño. El club volvió a la Serie B en 2007 pero consiguió el ascenso solo una temporada después. Con Ghirardi de propietario el club vivió un tiempo en la estabilidad, pero aunque compraba barato, compraba mucho. En los últimos dos mercados fichó a 205 jugadores y vendió a 181 en un intento por encontrar a un 'goldenboy'.

Una situación insostenible. Apesar de que el Parma acabó sexto la temporada pasada, tuvo que renunciar a su plaza en la Europa League por no poder afrontar el gasto. El club fue sancionado con un punto menos en la clasificación hace unos meses por impagos. Sin embargo, siguió fichando en el mercado invernal. ¿Cómo la Serie A y la FIFA, conocedores de esa situación precaria del Parma, permiten que siga fichando? ¿Cómo gente como “el Cebolla” Rodríguez puede ser presentado con el club y no cobrar dos semanas después? El club no puede ni pagar el agua o la luz del estadio, ni pagar la seguridad en un partido de la Serie A, lo que los llevó a no poder jugar ante el Udinese la pasada jornada. 

No volverá a jugar en la Serie A esta temporada y quién sabe si volverá a jugar alguna vez. El club fue vendido dos veces en los últimos meses por solo un euro. Ahora el presidente Maneti está al timón de un club sin rumbo y sin esperanzas de divisar la orilla. Y en la galera va toda una plantilla de futbolistas que no saben cuándo van a cobrar ni qué va a ser de ellos.

Quizá, estemos ante el fin de uno de tantos equipos históricos que, tras años de gloria y despilfarro, se secan al sol y mueren. Quizá, sea la última gran final para este club o descanse para siempre en el panteón del futbol, y vaya al Olimpo, donde se encuentran tantos equipos e ídolos. O quizá, sea el comienzo de algo nuevo, de algo más grande. Quizá el Parma, sea solo la semilla de un nuevo equipo y de él, surja una nueva leyenda salida que de nuevo de las catacumbas. ¿Quién sabe? Quizá, haya vida más allá del fútbol.