Puedes tener uno de los mejores delanteros del campeonato. Puedes tener un par de jugadores con magia en las botas, unos pocos con gran desborde. Puedes tener defensas con planta y jerarquía. Pero a veces el bote de los goles del punta no se abre de ninguna manera, la magia se tiene que ir a la enfermería y las jugadas tontas que acaban en gol se acumulan en tu área.

Entonces es cuando se ve el trabajo de un entrenador, de un equipo, cuando la familia se une y se juntan hombros para llevar el proyecto adelante. Entonces el goleador asistirá a uno de los magos para que marque, el central que hace las veces de lateral pondrá la magia batiendo al meta rival de espuela.

Ese podría ser el resumen de la campaña del Oporto, divida en tres partes y en la que el paréntesis de viento en contra no supo trabajar lo suficiente como para tapar esas carencias. Unos mirarán al banquillo, otros a algunos jugadores, algunos a la planificación de la directiva y al final será una mezcla de todo.

El caso es que esta noche los “dragones” salieron a comerse a Nacional y de paso arrasar la isla de Madeira si se daba la ocasión. El resultado fueron tres goles en veinte minutos y pese a que cinco después los locales recortaban distancias, la sensación que dejaban era de estar noqueados. Jackson no había marcado, James continuó con su mejora y Varela reapareció.

A los diez minutos la fe del extremo evitó que un balón se fuera del campo y cedió al delantero que hizo una gran jugada pegado a la línea de fondo para acabar asistiendo a su compatriota. Aquella asistencia del delantero a uno de los magos, ya saben.

Luego fue James quien inició una jugada extraña por su desarrollo. El colombiano sacó una falta en jugada ensayada a la espalda de la defensa insular. Moutinho llegó forzado pero bien para asistir con la cabeza a Mangala, que hoy jugó de lateral. El defensa definió ante Gottardi de espuela. En poco más de quince minutos el partido parecía resuelto, cosas de trabajar cuando aún hay cosas en juego.

Luego dos penaltis rigurosos colocarían el 3-1 en media hora de partido más que interesante y dio lugar al quiero y no puedo de Nacional. El Oporto trabajó como un grande, resolvió el partido rápido para terminar poniendo el temporizador. Machado agotó los cambios prontos y trató de hacer que su equipo rompiera el partido, trató de hacer entrar a los portistas en un ritmo de ida y vuelta.

Aunque mediada la segunda mitad tuvo una pequeña ventana en la que disfrutó de buenas llegadas, Varela y Abdoulaye respondieron para hacer retroceder a los madeirenses. A continuación, James y Moutinho volvieron a tomar el mando, el partido se fue diluyendo y las llegadas desaparecieron junto con los minutos.

Con el pitido del árbitro, El Oporto comienza a pensar en una nueva final, el choque contra el Benfica supondrá el todo o nada para la entidad del Duero. Para Nacional no queda más que esperar a los resultados en esa lucha por el quinto puesto, que en esta jornada se le puede alejar de manera definitiva.